Benjamin
Estoy sentado frente a Callum en mi despacho, las persianas apenas abiertas para dejar entrar un hilo de luz. Él tiene esa maldita sonrisa divertida que siempre lleva, como si nada en el mundo pudiera preocuparlo. Yo, en cambio, tengo un nudo en el pecho que no logro deshacer.
—Es infernal —digo finalmente, dejando mi taza de café sobre la mesa con más fuerza de la necesaria. —Mi relación con Abigail es un desastre absoluto. —Callum arquea una ceja, claramente interesado.
—¿La dulce y carismática Abigail? —pregunta, dejando salir una risa contenida. —No suena tan mal.
—No es tan simple —respondo, con los dientes apretados. —Es... Ella es dulce, sí, y carismática. Pero también tiene esta forma de meterse bajo mi piel. —Respiro profundamente, recordando esa noche en la discoteca. —Terminó tentándome con ese maldito vestido rojo. —Callum se ríe abiertamente esta vez, inclinándose hacia atrás en su silla.
—Imposible no caer ante esa mujer con ese vestido. —su tono está lleno de humor, pero algo en sus palabras me irrita.
Lo fulmino con la mirada, sintiendo un calor inesperado en mi pecho. Celos. Esa es la palabra, no voy a decirlo en voz alta. Abigail es mi esposa, al menos de nombre, y no soporto que otros hablen de ella como si tuvieran derecho a opinar. Esa noche juntos… fue diferente. Había algo allí, algo que no he sentido con nadie más, como si la conociera de toda la vida. Pero lo arruiné. Rompí esa conexión en el instante en que le dije que tomara anticonceptivos.
»¿Y ahora qué? —pregunta, bebiendo su café como si estuviéramos hablando del clima.
—Me pidió el divorcio —admito, dejando que las palabras salgan antes de pensarlas demasiado. Su sonrisa se amplía, claramente disfrutando el caos que es mi vida.
—Bueno, no es tan sorprendente. —hace una pausa, simulando pensarlo. —Si yo estuviera casado contigo, también querría divorciarme. —viro los ojos, cansado de su sentido del humor.
—No le daré el divorcio. Me sirve para mi campaña. —mi tono es firme, definitivo.
Callum deja la taza sobre la mesa, su expresión cambiando a una más seria.
—¿De qué modo te sirve exactamente? —pregunta, sus ojos fijos en los míos. —Ella ni siquiera sabe que estás por postularte como gobernador. ¿Cómo esperas que sea útil si no tiene idea de lo que pasa?
No respondo de inmediato. Es la primera vez que alguien pone en duda mi estrategia, y aunque no quiero admitirlo, tiene razón. Abigail no sabe nada de mi candidatura. Es una esposa solo de nombre, y nuestra relación no es más que un teatro conveniente. Pero… hay algo en ella que me hace pensar que podría ser más, aunque no sé cómo explicarlo.
»¿Se lo vas a decir? —pregunta finalmente, interrumpiendo mis pensamientos.
Lo miro fijamente, considerando sus palabras. Decirle la verdad a Abigail significaría incluirla en mi mundo, en mis planes. Significaría darle un poder que no estoy seguro de que quiero que tenga. Pero, al mismo tiempo, no puedo ignorar que algo cambió entre nosotros esa noche. Aunque lo niegue, aunque luche contra ello, hay una conexión que va más allá de un contrato.
—No estoy seguro todavía. —respondo, mi voz más baja, casi para mí mismo.
Callum me observa en silencio por un momento antes de asentir lentamente.
—Será mejor que decidas rápido, Benjamin. Porque si sigues así, vas a perderla antes de siquiera saber si la quieres.
Sus palabras quedan flotando en el aire, pesando sobre mí como una losa. No digo nada más, pero no puedo evitar pensar que tal vez tiene razón. Tal vez ya la estoy perdiendo. Y eso… no sé si podría soportarlo. Suelto un suspiro pesado, mirando a Callum con expresión cansada. Su mirada inquisitiva no me deja espacio para escapar, y sé que esta conversación no terminará hasta que diga algo.
—No quiero a Abigail —suelto finalmente, dejando que las palabras llenen el silencio. Mi voz es firme, casi resignada. —Reconozco que es hermosa, tiene una manera de captar la atención de todos sin siquiera intentarlo. Pero mi corazón le pertenece a otra persona. —vira los ojos con exageración y sacude la cabeza.
—¿Todavía sigues con eso? —pregunta, claramente irritado. —Esa "otra persona" es un fantasma, Benjamin. Estás enamorado de un recuerdo, de una noche que no tiene futuro. Deberías dejar de perseguir algo que nunca volverá y centrarte en lo que tienes ahora. —frunzo el ceño, su tono burlón logrando irritarme.
—Eso es exactamente lo que hago. Me concentro en mi matrimonio y en mi campaña. —el desdén en mi voz es evidente, pero Callum no se detiene.
—No, no lo haces —replica, negando con la cabeza una vez más. —Sabes perfectamente que una esposa es lo que más necesitas para tu imagen. Una figura hogareña, alguien que te humanice ante las personas. Y Abigail te cayó del cielo. Pero si sigues tratándola como escoria, la mujer te va a dejar. Y cuando lo haga, tu campaña se irá al infierno. —sus palabras son como un golpe directo.
Sé que tiene razón, solo que admitirlo no es algo que esté dispuesto a hacer. Mi relación con Abigail no es solo complicada; es un desastre emocional. Ella despierta en mí cosas que no quiero sentir, cosas que no sé manejar. Y por eso… reacciono como lo hago.
—Lo que me causa no cambia el hecho de que no la necesito más allá de esta campaña. —digo, cruzándome de brazos.
Callum me lanza una mirada que deja claro que no me cree, pero para mi alivio no insiste. En lugar de eso, elijo cambiar radicalmente de tema, cerrando de golpe la puerta a nuestra conversación.
»Asistiremos a la fiesta de mi candidatura esta noche. —anuncio, inclinándome hacia adelante en mi silla.
Callum abre los ojos como platos, claramente sorprendido.
—¿Le vas a decir la verdad a Abigail? —pregunta, su tono cargado de incredulidad.
Me recuesto de nuevo, mirando al techo como si allí estuviera la respuesta.
—No necesito decírselo —respondo finalmente, con un leve encogimiento de hombros. —Ella lo descubrirá por sí sola. Y cuando lo haga, espero que lo acepte. —Callum deja escapar una risa seca, mezclada con incredulidad.
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Editado: 21.12.2024