Abril intentaba mantenerse sobre los esquís, pero se caía una y otra vez.
— Al final te harás daño. — Le habló una chica que frenó sus esquí, quitándose las gafas de sol. — Déjame que te ayude. — Se ofreció Lola, extendiendo su brazo tras clavar en la nieve su bastón de esquí.
— Gracias. — Agradeció Abril agarrando su mano y levantándose, intentando no caerse de nuevo y llevarse consigo a Lola.
— ¿Es la primera vez que esquías? — Le preguntó la chica soltando a Abril y agarrando su bastón.
— ¿Sé me nota tanto? — Preguntó Abril sonriendo y Lola asintió.
— Nunca se te ha dado bien. — Pronunció Lola y Abril se quedó extrañada. — Bueno, tal vez nos veamos luego.
— Sí, claro. — Contestó Abril y Lola sonrió marchándose esquiando. — Que estraño.
— ¿Qué es lo que tiene de estraño? — Escuchó Abril a sus espaldas y girándose vio a Marina.
Su ropa de esquí era totalmente rosa, al igual que sus esquís.
— Nada. — Contestó Abril y Marina deslizó sus esquís hasta ella.
— Podríamos esquiar juntas. — Propuso Marina, agarrándose las manos o por lo menos lo intentaba ya que agarraba sus bastones.
— ¡Lola! — La llamó Ana, que se levantó de un sofá situado junto a una chimenea y alzó su brazo.
— Ana. — Dijo Lola que se acercó hasta ella, dándole un profundo abrazo que Ana correspondió. — Siento no haber estado en tu boda con Sebastián.
— Ya estarás en la que hagamos con la familia. — Contestó Ana y Lola la soltó. asintiendo. — Ahora dime, ¿has visto a Abril?
— Sí. — Respondió Lola, que se sentó al igual que Ana lo hizo. — Hacía años que no la veía.
— Ahora Abril estará en la ciudad. — La agarró Ana de las manos. — Podrás acercarte a ella.
— Mi madre no quiere que nos acerquemos a ella. — Susurró Lola y Ana apretó las manos de su prima. — Maldito accidente.
— Lola, decidiste irte con tu padre tras el accidente. — Le habló Ana y Lola asintió. — Tío Durand provocó que Abril no recuerde nada de su vida.
— Sé que la culpa es de mi padre, pero él ha estado destruido desde que la familia García nos dejara sin nada.
— Se convirtió en un borracho. — Fue Ana dura con su prima. — Y en vez de quedarse al lado de la cama de su hija, se marchó.
— Y yo me fui con él. — Pronunció Lola soltando las manos de su prima. — Era yo quien tenía que haber ido ese día a recoger a nuestro padre y no Abril.
— Eso no se puede cambiar, lo único que puedes hacer es acercarte a ella. — Habló Ana y Lola asintió sonriendo, había visto a su hermana después de años.
— Pienso ser su ángel. — Declaró Lola y su prima le negó.
— Tampoco no tanto, creerá que eres una acosadora.
— Oyee. — Protestó Lola y Ana le sonrió.
— Harris también está tras Abril, Melissa quiere conocerla. — Contó Ana suspirando. — Esa niña a crecido sin una madre y en cuanto vea a Abril puede creer que es ella, Jimena.
— Los García son los únicos culpable de que mi familia se destrozara. — Lola pensó en su difunta hermana mayor. — No quiero que Abril destruya su vida al caer en los encantos de Harris García.
— Melissa es una niña hermosa y dulce, ¿no te gustaría conocerla? — Le preguntó Ana y su prima negó.
— No, y tampoco quiero que Abril lo haga. — Respondió Lola negando de nuevo. — Jimena nos abandonó y nuestros lazos se rompieron.
— Lola. — La llamó, pero Lola se levantó.
— Tengo que ir con mi padre. — Dijo, no queriendo escuchar las palabras y reclamos de su prima.
— Está bien. — Respondió Ana viendo como su prima se marchó, observando que se cruzó en el camino con Abril.
— ¿La conoces? — Preguntó Abril nada más acercase y Ana asintió.
— Es una amiga.
— Encantadora amiga tienes. — Habló Abril que se sentó en el sofá y Ana asintió.
— A ella le has caído muy bien. — Ana colocó su trasero en el sofá. — Mis amigos son tus amigos.
— Gracias, pero no quiero a tu presidente García como amigo. — Subrayó Abril y su prima sonrió.
— Me hablas del atractivo hombre con quien has pasado la noche y a quien le has dado tu flor. — Se burló Ana y Abril arrugó la nariz seria.
— Eso nunca a pasado. — Le dejó claro y Ana sonrió mirándola.
— Claro, claro. — Siguió burlándose y Abril infló sus mofletes.
— El conejo tiene hambre. — Escucharon y Abril vio a Harris mirándola con una sonrisa en su rostro.
Abril podía notar que su corazón latía a un ritmo más rápido.
— No soy ningún conejo, ¿me entiendes? — Le chilló Abril levantándose y acusándolo con el dedo. — Degenerado. — Se dio cuenta entonces de que se habían convertido en el centro de atención para todos aquellos que se encontraba en la misma estancia del hotel.
— Para mí eres un conejito pequeño y lindo. — Le habló Harris, posando sus ojos negro en los ojos la muchacha. — Un conejito serás apartir de ahora para mí.
Abril que se sintió atomemtada por sus palabras se marchó corriendo.
— Harris. — Gruñó Ana que se acercó a su presidente.
— ¿El señor Esteban Durand se encuentra aquí con su segunda hija Lola? — Preguntó él y Ana asintió.
— Mi tío y prima están aquí.
— Que pena que nos volvamos ya a la ciudad. — Pronunció Harris mirando por donde Abril se marchó.
— Harris, déjala.
— ¿Dejarla por qué? — Preguntó Harris. — No es capaz de darse ni cuenta de quien soy.