— ¿Cómo que te vas? — Preguntó Ana a su prima mientras tomaban un refresco en el restaurante Mar Azul.
— Sí, y será aquí. — Contestó Abril señalando el techo.
— ¿Aquí? — Preguntó Ana de nuevo, no entendiendo lo que quería decirle.
— Una compañera de clase me ha presentado a la dueña del restaurante, que tenía disponible un apartamento sobre su local. — Le contó Abril.
— No tienes que irte de mi casa. — Ana se levantó y se acercó hasta ella. — Venga, vamos a casa. — Le pidió y Abril negó dedicándole una sonrisa.
— Estoy en la ciudad para valerme por mi misma. — Contestó Abril, que se levantó agarrando las manos de su prima. — Sé que aún me cuesta aprender algunas cosas y que lo habéis pasado muy mal conmigo, pero no puedo estar siempre protegida por mi familia.
— El maldito accidente. — Bramó Ana apretando las manos de Abril. — Está bien, accedo a que te vayas a vivir sola.
— Pensaba hacerlo aunque no quisieras. — Respondí Abril sonriendo y Ana abrazo a su prima.
— Niña tonta.
Ana observó como Abril subió por unas escalera de caracol, cuando le hablaron.
— ¿Ya se marcha? — Marisol se le acercó y Ana asintió.
— Sí. — Respondió no estando muy segura. — ¿Puedo pedirle un favor?
— Claro, ¿de qué se trata? — Preguntó la mujer y Ana dio un suspiró antes de hablar.
— Mi prima Abril tuvo un accidente hace años y olvidó toda su vida, en ocasiones podría olvidarse de las personas, de donde está o de como se utiliza un objeto. — Ana miró para las escaleras de nuevo. — Si algo así ocurriera, ¿podría llamarme?
— No tiene que preocuparse, la llamaré. — Respondió Marisol, agarrándose una pulsera que tenía en su muñeca.
— Hace meses que no ocurre nada de ello, pero si pasara llámeme. — Dijo Ana, sacando de su pequeño bolso de mano una tarjeta de presentación.
— Lo haré. — Respondió Marisol que agarró la tarjeta.
Pasaron unos días y el apartamento de Abril estaba adornado por sus pertenencias y regalos del hogar que le compraron su prima y Sebastián. En su dormitorio un gran tocador que era ocupado por maquillajes y cremas, de la marca Belleza Amanecer.
Lo que más le gustaba a Abril era las vistas que tenía desde la ventana de su dormitorio, el mar.
— ¿La señorita Días? — Le preguntaron nada más abrir la puerta de su apartamento, era un repartidor que traía un ramo de flores hibiscus, hechas de papel y también traía el mismo paquete que le fue devuelto anteriormente a Harris García.
— Otra vez usted. — Mencionó Abril fastidiada al repartidor.
— Solo hago mi trabajo. — Contestó él. — Venga, mujer, recoja esto de una vez, sino me mandarán de nuevo aquí.
— Quédeselo, así todos salimos ganando. — Le indicó Abril que salió cerrando la puerta y sonriendo al chico. — Chao.
— Pero... — Pronunció el repartidor viendo como Abril se marchaba.
— ¿Nuevamente aquí? — Preguntó Marisol mirando al chico que suspiro.
— No puedo volver más aquí, tengo más trabajo y el presidente García está obstinado en que Abril recoja su regalo.
— Lo haré yo por ella. — Habló Marisol y el repartidor sonrió.
— Que alegría. — Sus ojos mostraron la felicidad que sentía. — Tiene que firmar aquí. — Le indicó el repartidor acercándose hasta Marisol.
Abril aparcó su vespa, y quitándose el casco vio a sus dos compañeras de clase que la esperaba en la entrada de la Academia Belleza Amanecer.
— Abril. — La llamó Shora y Fei alzó su brazo para saludar a su compañera, cuando pasó Marina por su lado acercándose hasta Abril.
— Buenos días, Abril. — Saludó Marina, agarrando de las manos de Abril el casco.
— Buenos días... — Contestó Abril que le quitó su casco y agarró de su vespa su maletín.
— Tenía pensado que después de que terminen las clases podríamos ir a mi casa. — Propuso Marina. — Quería regalarte unas cosas.
— Regalarme unas cosas, ¿por qué? — Preguntó Abril extrañada y caminó hacia sus compañeras y amigas.
— Como tienes apartamento nuevo... — Habló Marina. — Además, mi abuela te quiere conocer.
— ¿La señora García, la fundadora de la Academia Belleza Amanecer? — Preguntó Shora y Marina asintió.
— Sí, ella tiene contacto con todas las cadenas de televisión y quiere conocer a Abril. — Contó Marina que se agarró al brazo de Abril. — ¿Vendrás?
— Pues... — Dijo Abril mirando a sus dos amigas, Shora asintió con la cabeza en varias ocasiones.
— Deberías de ir, Abril, podría ser una gran oportunidad para ti. — Le aconsejó Fei. Marina sonreía agarrada al brazo de Abril.
— Iré entonces. — Aceptó Abril no muy convencida y Marina la soltó agarrándose las manos junto a su pecho.
— Nos veremos en la salida. — Declaró Marina, caminando después hacia otras chicas modelos de la academia.
— No os parece extraña la chica. — Soltó Fei lo que pensaba y Shora sonrió.
— Está enganchada a Abril. — Comentó Shora y caminaron para dentro de la academia. — Actúa como si la conociera de antes.
— Es verdad. — Le dio Fei la razón y Abril se detuvo mirando a Marina, que reía y hablaba con las demás modelos.
Abril se preguntó si podría conocerla de antes, luego sonrió negando. Ella había vivido toda su vida en su amado pueblo de pescadores.
— De que voy a conocerla. — Se dijo Abril, viendo que Shora y Fei se habían adelantado a ella.