Bajo El Mismo Cielo

10. Pequeña Mentira.

 

 

Abril aparcó su vespa una vez llegó al restaurante Mar Azul, ya caída la noche y observó las luces blancas y azules que adornaban la fachada, como también escuchó el jaleo de los clientes. 

 

— Abril. — La llamó Karina, una camarera del restaurante, nada más entrar Abril. — Marisol quería que te dijera que en la puerta tienes un paquete. 

 

— ¿Un paquete? — Preguntó Abril que cargaban con su maletín y su casco. 

 

— Sí. — Asintió Karina que siguió con su trabajo. 

Abril se quedó extrañada y preguntándose si sería un paquete de su madre, así que caminó hacia las escaleras de caracol, subiendo lo más rápido que podía cargando con sus cosas y pudiendo comprobar una vez arriba que era el mismo paquete de siempre, y el ramo de flores de papel Hibiscus. 

 

— Ese Harris me pone de los nervios. — Gruñó Abril inflando sus mofletes y caminando hacia la puerta. — ¿Es que no se cansa de ser un pesado? 

 

— ¿Tienes un admirador pesado? — Le preguntaron a su espalda y dándose la vuelta reconoció de quien se trataba. 

 

— Tu eres la maquilladora de Hian Darquel. — La señaló Abril y la chica asintió. 

 

— Soy Mía. — Se presentó Mía extendiendo su mano y Abril que dejó sus cosas en el suelo, se la estrechó. 

 

— Yo soy Abril Días. — Se presentó también Abril. 

 

— ¿Vives aquí? — Preguntó Mía mirando la puerta del apartamento número tres. 

 

— Sí, desde hace poco. — Respondió Abril soltando la mano de Mía. 

 

— Entonces, seremos vecinas. — Mía señaló la puerta del apartamento número dos. 

 

— Vecinas. — Repitió y Mía asintió de nuevo. 

 

— Espero que nos llevemos bien. — Habló Mía y Abril sonrió mirando a la persona que tenía delante, era nada más y nada menos que la maquilladora de Hian Darquel. 

 

 

Una vez en su apartamento Abril abrió la caja mirando el vestido y el bolso. 

 

— Que me parezca a su difunta mujer no le da el derecho de acusarme. — Bramó Abril, que se quedó pensando en el cuadro que vio, realmente si se parecían. — Tengo la sensación de que he visto su rostro antes, ¿pero dónde...? — Intentó enfocar el rostro que tanto se parecía al suyo en su cabeza, pero lo único que conseguía era chocar contra un muro, impidiendo que viera lo que había al otro lado. — ¡Mi cabeza! — Abril se apoyó en el sofá llevándose una mano a la cabeza, viendo caer al suelo unas gotas de sangre que escurrieron de su nariz. 

 

 

— Deberías de dejar de intentar recordar. — Le habló Ana, dándole un vaso con agua y una pastilla para aliviar el dolor de cabeza. 

 

— Lo siento. — Contestó Abril y Ana se sentó en la mesita frente al sofá. 

 

— ¿Por qué no vas a estudiar a otra ciudad? — Le propuso Ana y Abril puso una mueca. 

 

— No dejaré la Academia por ese degenerado de presidente que tienes. — Protestó Abril mirando la pastilla en su mano. — Es mi vida. 

 

— Abril. — La llamó Ana, viendo que su prima se tomó la pastilla junto con un sorbo de agua. 

 

— No pienso irme, así que olvidate de seguí preguntándome eso. — Gruñó Abril, que se levantó del sofá dejando el vaso con agua. 

 

— No seas terca. — La regañó Ana que se levantó de la mesita. — Harris no parará hasta que caigas en sus brazos. 

 

— Ya estuve con él una noche y no caí. — Contestó Abril. — Así que no te preocupes por mí que no pienso enamorarme de Harris García. 

 

— Abril... — Se lamentó Ana y su prima caminó para la puerta que daba al pasillo donde estaban los dos dormitorios y el cuarto de baño. 

 

 

Ana abandonó el apartamento de su prima intentando llamar a su esposo Sebastián, pero no le cogía la llamada. 

 

— Deja que regrese a casa. — Dijo Ana diabólica, apretando el teléfono móvil en su mano. 

 

— Se nota que estás enfadada. — Escuchó a Marisol y Ana reaccionó mirando a la mujer. 

 

— No, claro que no. — Sonrió Ana haciéndose la delicada. 

 

— ¿Pasa algo? — Preguntó Marisol que se preocupó aún así. 

 

— Solo se trata del presidente Harris García. Sé que es tu hijo, pero me gustaría que intentaras ponerte en el lugar de mi familia y alejaras a su hijo de mi prima. — Fue franca Ana con Marisol. — Mi prima no es Jimena, que la deje en paz.

 

— Hablaré con mi hijo. — Prometió Marisol apenada y Ana se inclinó agradecida. 

 

— Gracias. — Pronunció Ana que se incorporó. — Queremos que Abril sea feliz sin el pesar de unos recuerdos que nunca volverán. 

 

— De verdad, comprendo vuestra situación. — Lamentó Marisol que se agarró la pulsera pensando en su hijo.

 

— Entonces, si comprendes nuestra situación hable de verdad con su hijo, Harris no quiere escucharme. — Contó Ana, que quería que Abril no fuera atormentada por recuerdos que nunca volverían a ella. — Con permiso. — Se despidió después, inclinándose de nuevo antes de marcharse. 

 

— Harris, Harris... — Pronunció Marisol que dirigió su mirada hacia la puerta del apartamento de Abril. 

 

 

Marisol le puso a su hijo una taza de té frío y se sentó luego frente a él. 

 

— ¿Una invitación de repente, a que se debe?, madre. — Preguntó Harris agarrando su taza. 

 

— Hijo, creo que deberías de parar con Abril. — Le habló Marisol agarrando sus manos sobre la mesa. — Ella no es Jimena. 

 

— Sé que no es Jimena. — Respondió Harris soltando la taza. 

 

— Entonces déjala, es una niña muy noble y podrías hacerle mucho daño si se enamora de ti. — Marisol extendió su mano agarrando la de su hijo. — Su familia... 

 



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 23.08.2021

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