Abril tenía entre sus manos los test de embarazo, viendo en cada uno de ellos que daba positivo.
— ¿Qué harás ahora? — Le preguntó su prima Ana de pie frente a ella. Abril se levantó del sofá de su apartamento y se dirigió hasta la cocina. — Abril. — La llamó Ana que la siguió.
— No pienso decir nada. — Habló la chica tirando en el cubo de basura los test de embarazo.
— ¿Piensas callar tu embarazo? — Preguntó Ana, negando ya que era una completa locura.
— No es que lo pienso, es que lo voy hacer. — Respondió Abril mirando a su prima que se le acercó.
— ¿Creés de verdad que sería una buena idea tener un bebé?
— Y en tu lugar, ¿que es lo que debería de hacer? — Preguntó Abril seria, no quitando sus ojos negros de Ana. — ¿No tenerlo?
— En mi opinión Harris tiene que saberlo.
— No me interesa eso. — Protestó Abril, no quería que ese degenerado se volviera a acercar a ella.
— ¡Abril! — La llamó Ana, viendo que su prima se marchó de la cocina. — Esta niña...
Sebastián echó no solo por la boca, si no también por la nariz la cerveza que se estaba tomando.
— ¿Tu prima qué? — Preguntó no pudiendo analizar bien lo que su esposa le decía.
— Embarazada, Abril se encuentra embarazada del presidente García. — Contó Ana de nuevo a su esposo, al tiempo que colocó su trasero en el sofá dando un suspiró. — Esa niña se a estropeado la vida.
— A Harris puede que le interese Abril. — Dijo Sebastián agarrando a su mujer por los hombros. — Seguro que se alegrará cuando se entere de que Abril está embarazada.
— Harris no puede saberlo por tu boca. — Soltó Ana que agarró las manos de su esposo, poniéndolo contra el espaldar del sofá.
— Corazoncito... — Se preocupó Sebastián y Ana que dejó sus manos se levantó.
— Será Abril quien se lo cuente. — Declaró Ana y Sebastián suspiró.
— No me estás diciendo que Abril no quiere. — Gruñó él moviendo sus manos y Ana se inclinó hacia Sebastián.
— Eso puede cambiar. — Contestó incorporándose y pensando en su madre y tía Dolores. — Ellas me mataran.
— No la hubieras llevado al viaje, corazoncito. — Resopló Sebastián y Ana clavó sus ojos en su marido.
— Pero si fuiste tú quien me dio la idea. — Gruñó Ana, que caminó cabreada para el dormitorio.
Mirando el techo de su dormitorio Abril no podía dormir, como había podido caer en un embarazo si se habían cuidado.
— Dios, no. — Se incorporó Abril, que miró para la ventana y cojiendo una chaqueta larga de lana se levantó de la cama.
Se marchó de su apartamento y sus pasos la llevaron hasta la playa, se podía escuchar el sonido de las olas.
— ¿No puedes dormir? — Le preguntó Marisol que se le acercó.
— Me está costando coger el sueño. — Contestó Abril, que hundió sus pies desnudos en la arena.
— ¿Puedo saber por qué? — Sé interesó Marisol y Abril sonrió mirándola.
— Me vine a la ciudad para ayudar a mi madre y a cumplir mi sueño. — Contó agarrándose a su chaqueta de lana. — Pero lo único que he conseguido es quedarme embarazada.
— ¿Embarazada? — Se alarmó Marisol. — ¿Has ido al ginecólogo?
— No... — Pronunció Abril. — Solo me he hecho unos test de embarazo.
— Podría ser que no lo estés. — Le comentó Marisol que se acercó a Abril. — Podríamos ir mañana, ¿te parece?
— ¿Id con usted?
— Sí. — Le dijo Marisol, agarrando las manos de la muchacha y Abril sonrió.
— Gracias... — Solo pudo agradecerle y Marisol apretó sus manos, deseando que realmente no estuviera embarazada.
Al Día Siguiente
Marisol no fue la única que acompañó a Abril al ginecólogo, también su prima Ana.
Cuando Abril entró a consulta las dos mujeres se miraron.
— No era necesario que nos acompañaras, si Abril estuviera embarazada sería asunto nuestro no de la familia García. — Habló Ana seria y Marisol se sentó mirando hacia la puerta.
— Yo no pertenezco a los García y si tu prima estuviera embarazada si es asunto mío. — Contestó Marisol que dirigió su mirada a Ana.
— Veo que no estaremos de acuerdo. — Masculló Ana que se acercó hasta ella. — Anoche pensaba que era buena idea que Abril le contara sobre el embarazo a su hijo.
— ¿Y ahora? — Preguntó Marisol agarrándose la pulsera.
— Apoyaré a mi prima en no hacerlo. — Respondió Ana, Marisol negó en varias ocasiones.
— No creo que sea una buena idea. — Opinó la mujer pensando en su hijo. — Mi hijo no se merece eso.
— Su hijo tiene a la hija de mi difunta prima Jimena. — Habló Ana. — Abril se merece ser amanda por ella, no por su parecido a Jimena o por un embarazo.
— No puedo quitarte la razón. — Contestó Marisol. — Pero si mi hijo se encuentra enamorado de ella tienes que apartarte de su camino.
— Eso nunca pasará, Harris ama un recuerdo que ve en Abril. — Respondió Ana, quedando las dos en silencio hasta que salió Abril de la consulta.
— ¿Cómo te ha ido? — Quiso saber Marisol que se levantó al igual que Ana.
— Abril. — La llamó Ana y ella simplemente se marchó corriendo. — ¡Abril!
Sebastián vio como se abrió de pronto la puerta del despacho del presidente García, entrando Ana dando grande zancadas
— Lo siento... — Se lamentaba la secretaria apenada.