Bajo el mismo cielo

Capitulo 21

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Tomé una decisión en el mismo instante en que salí de aquella habitación, sintiendo el peso de la traición y el miedo aplastándome el pecho. Necesitaba alejarme. No solo por mí, sino por Mateo. Cada vez que pensaba en lo cerca que estuvimos de perderlo, mi corazón se paralizaba. No podía arriesgarme a que algo así volviera a suceder. Y, aunque dolía más de lo que podía soportar, supe que la única manera de mantenernos a salvo era poner distancia entre Lucas y yo.

Pasé los días siguientes en un estado de automatismo. Me ocupé de cada detalle necesario para asegurarme de que Mateo y yo estaríamos seguros. La alarma en casa, las nuevas cerraduras, incluso una mudanza temporal a casa de mi hermana. Ella me recibió sin hacer preguntas, aunque su mirada estaba llena de preocupación. No podía hablar del tema, no todavía. Si lo hacía, las emociones que había estado conteniendo se desbordarían y no sabía si podría volver a recoger los pedazos.

Evité a Lucas. Ignoré sus llamadas, no respondí sus mensajes. Cada vez que sonaba el teléfono, sentía una mezcla de deseo y repulsión, como si una parte de mí quisiera correr a sus brazos y la otra supiera que ese sería el peor error. Lucas tenía el poder de hacerme olvidar las cosas malas, de hacerme querer creer que todo estaría bien, pero la verdad era otra. No podía seguir pretendiendo que las sombras que lo rodeaban no me afectarían. No cuando Mateo estaba en el medio de todo esto.

El sonido de un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Me congelé, esperando que fuera mi hermana que había salido a comprar algo, pero cuando escuché su voz supe que no era ella.

—Mia, sé que estás ahí. Por favor, solo déjame explicarte.

Lucas. Su voz atravesó la barrera que había intentado levantar en mi mente. Podía escuchar la urgencia en ella, la desesperación. Me acerqué a la puerta, dudando por un instante, pero al final apreté los labios y la abrí solo lo suficiente para verlo.

—No deberías estar aquí, Lucas —dije, mi tono tan firme como pude lograr.

Él me miró, con el rostro demacrado y los ojos oscuros por la falta de sueño. No se parecía en nada al hombre seguro de sí mismo que conocí. Este Lucas parecía roto, y por un momento, me sentí culpable. Pero tenía que recordar por qué estaba haciendo esto.

—Solo necesito hablar contigo, explicarte lo que realmente pasó. —Dio un paso hacia adelante, pero yo mantuve la puerta entre nosotros, como un recordatorio de la distancia que debía existir ahora.

—No quiero escucharlo. —Levanté una mano, cortándolo—. Lo que pasó… todo lo que ha pasado, Lucas, no se puede arreglar con una explicación. Mateo estuvo en peligro, yo estuve en peligro, y lo peor de todo es que había cosas que sabías y no me dijiste. Eso es lo que me duele.

Lucas dejó escapar un suspiro, sus ojos buscando los míos, intentando encontrar algún resquicio de la cercanía que una vez compartimos.

—Sé que cometí errores, y te juro que no volveré a cometerlos. Por favor, Mia. Dame otra oportunidad.

La desesperación en su voz casi me hizo tambalear. Pero tenía que ser fuerte, más fuerte de lo que nunca había sido. Por Mateo. Por mí.

—Necesito tiempo, Lucas. —Sentí un nudo formarse en mi garganta, pero me obligué a continuar—. Necesito alejarme de esto, de ti, para pensar con claridad. Y tú también deberías hacer lo mismo.

La expresión en su rostro se transformó, pasando de la súplica al dolor más absoluto. Y sin embargo, no discutió. Solo asintió lentamente, como si comprendiera que nada de lo que dijera podría cambiar mi decisión en ese momento.

—Haré lo que necesites, pero quiero que sepas que no voy a renunciar a ti, Mia. —Su voz sonó más fuerte, más segura—. No voy a dejarte ir sin luchar.

Cerré la puerta con cuidado, cada movimiento como si cortara hilos invisibles que aún nos unían. No sabía si alguna vez podríamos volver a ser lo que fuimos, o si alguna vez sería posible perdonarlo. Pero lo que sí sabía era que en este momento, tenía que protegernos, incluso si eso significaba alejarme del hombre que, a pesar de todo, seguía ocupando mi corazón.




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