Bajo el mismo cielo

CAPÍTULO 6

NICOLE:

“13 de abril de 2021

Me acerco poco a poco al aula donde Naty dijo que estarían ese par de traidores. Mis manos tiemblan, mi corazón late frenéticamente, y siento cómo la ansiedad me inunda. Esa sensación ha sido mi compañera desde que estoy junto a él, pero hoy es peor. Oigo sonidos que confirman lo que temía: dos personas besándose, un acto lascivo e insoportable para nuestra edad. Mis pasos vacilan. Me detengo un instante para intentar respirar porque siento que el aire no alcanza. Esto no es como las traiciones anteriores. Esto es peor porque él la ama. Sé que no hay vuelta atrás, así que decido avanzar.

― Mmm… ―son los ruidos que provienen de ella, la que un día consideré mi hermana―

Mi pecho se encoge al verlos, y cuando me asomo, los veo. Se están besando apasionadamente.

― Me encantas tanto, Adri ―dice mientras la besa― Te amo.

Esa declaración me destroza. Me juró que solo eran amigos, que me amaba a mí. Pero esas palabras la cambian todo. Significan que nunca me amó. Contemplo cómo mi primer amor se entre a la persona en la que más confiaba. Ella me mira directamente, con una sonrisa sínica, como si disfrutara mi dolor.

No puedo más. Corro, sintiendo cómo mi corazón se rompe en mil pedazos. Mi cuerpo entero tiembla. No puedo escuchar las palabras de mis compañeros cuando tomo mi mochila. Solo quiero huir, dejar atrás todo. Salgo de la preparatoria sin mirar atrás. Mis piernas se mueven solas, intentando escapar de un dolor que me alcanza sin tregua. Estoy a punto de cruzar una calle cuando escucho a Naty gritar desesperadamente que me detenga, pero ya es tarde. Siento un impacto y caigo del otro lado de la acera en los brazos de alguien”.

Abrí los ojos y respiré profundamente. Otra pesadilla. Aunque el dolor no es tan intenso como al principio, los recuerdos siguen acechándome. Me levanto, sudando, y decido prepararme para otro día en la universidad. Londres ha sido un nuevo comienzo. Mi hermano Lucas y yo llevamos dos semanas aquí. A pesar de su trabajo, siempre encuentra tiempo para llevarme a clases. Por suerte, he encontrado a un ángel en Leonora. Ella se acercó desde el primer día con una sonrisa que, aunque me recordó a Adriana, resultó ser genuina. Poco a poco me ha ayudado a adaptarme sin presionarme.

La universidad me ofrece un refugio que no esperaba. Leonora y yo recorrimos parte de Londres juntas, y aunque me cuesta abrirme con los demás, su paciencia y amabilidad han roto muchas barreras. Por otro lado, Alexander es un misterio para mí. Desde el primer día, noté su mirada. Hay algo en él que me intriga y me asusta al mismo tiempo. Él también parecer percibirlo, porque siempre mantiene una distancia respetuosa.

A medida que pasan los meses, Alexander sigue intentando acercarse. Mis miedos y el peso de mi pasado me detienen. Sin embargo, sus gestos sinceros logran que baje la guardia poco a poco. Finalmente, en el tercer mes, acepté su invitación a salir. Leonora está ayudándome a arreglarme y con su tan impecable gusto por la moda, decide que debo llevar un vestido rosa. Su entusiasmo es contagioso, y cuando me miro al espejo, casi no me reconozco. Por primera vez en mucho tiempo, me siento como la chica que solía ser.

Cuando llego al café, Alexander está esperándome. Con su chaqueta de cuero y sus jeans, luce nervioso pero encantador. Me acerco a él lentamente.

— Hola, Niki —dice, tratando de ocultar su ansiedad—

— Hola, Alex —respondo con una sonrisa—

— ¿Nos vamos? —preguntó un poco tenso—

— Claro ―dije con una pequeña inclinación de cabeza―

Nos dirigimos a una mesa, y él aparta la silla para mí, un gesto que me sorprende y conmueve. Durante los primeros minutos, ambos estamos en silencio, hasta que decido romper el hielo.

― ¿Cómo estás? ―pregunto―

― Bien… eso creo ―responde torpemente, provocándome una sonrisa―

― Me alegra mucho ―digo con una sonrisa cálida, pero luego el silencio volvió a instalarse entre nosotros―

La mesera llegó para tomar el pedido. Después de un tiempo llegaron nuestros platos, ahí Alex tomó la palabra.

― Bueno… este… ―comenzó con dificultad― Para lo que te invité a salir es…

Al ver su nerviosismo, arqueé ligeramente una ceja mientras lo miraba curiosa.

― ¿Estás bien? ―pregunté con suavidad―

― Niki ―dijo― Desde la primera vez que te vi, siento algo por ti. No quiero que te sientas presionada, pero necesitaba decirte lo que siento.

Su sinceridad me desarma. Aunque lo intuía, escucharlo directamente es diferente. Mis miedos me gritan que retroceda, pero hay algo en él que me impulsa a avanzar.

― Bueno, Alex… creo que eso era algo obvio ―le digo con una sonrisa que lo hace sonrojar― Puedo sentir tu mirada en clases ―continué divertida― Pero quiero que sepas algo…

Hice una pausa, antes de proseguir.

― Mi situación es un poco complicada.

― Entiendo… ―respondió. Por un momento, veo cómo su rostro se ensombrece. Él piensa que estoy rechazándolo, pero no puedo dejar que lo malinterprete―




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