Bajo el mismo cielo

CAPÍTULO 7

NICOLE:

“11 de noviembre de 2019

Las clases de matemáticas, mi eterna tortura, al fin han terminado. No es que tercero de secundaria sea difícil, pero los maestros insisten en que dominemos esta materia para empezar con física. A mí nunca se me dieron bien los números; lo mío siempre fueron las ciencias sociales. Mientras recojo mis cosas del pupitre, intento no pensar en él, ese chico que me gusta y que no debería. Es el ex de mi mejor amiga, Adriana. Desde siempre, eso lo ha hecho alguien “prohibido”. Me siento culpable cada vez que lo miro, así que intento apartar esos pensamientos y salgo de la secundaria apresurada. Sin embargo, no llego muy lejos.

Una mano firme agarra mi brazo con fuerza.

― ¿A dónde vas? ―me pregunta Adriana, con un tono que me descoloca―

― A mi casa, ¿a dónde más? ―respondo con sarcasmo, confundida por su actitud― ¿Qué te pasa hoy?

― ¿Cuándo pensabas decírmelo? ―su tono es directo y furioso―

― ¿Decirte qué? ―pregunto, genuinamente desconcertada―

― Que te gusta mi exnovio.

El color desaparece de mi rostro. Intento dar alguna excusa.

― Adri… no es lo que piensas ―digo, nerviosa, sin encontrar las palabras adecuadas―

― Ni siquiera puedes hablar bien. ¿Crees que te voy a creer? ¿Te le insinuaste de algún modo?

― ¡Qué! No ¿Qué es lo que te pasa? ―respondo histérica―

― Esto ya pasó de ser un amor platónico ―dice sarcástica― Él está a punto de pedirte que seas su novia.

Sus palabras me dejan helada. ¿Cómo podría ser eso cierto? En primer lugar, ¿le gusto? Niego con la cabeza, intentado defenderme.

― Estás equivocada, Adriana. Nunca intenté nada con él ―digo, y es la verdad. Aunque lo he amado en silencio, nunca lo confesé ni insinué nada―

Adriana suspira, relajando un poco su postura. Pero hay algo en su actitud que me inquieta. Siempre la consideré como una hermana, y por eso me mantuve alejada de él.

― No me malinterpretes ―empieza― Sabes que nunca me interesó de verdad. Apenas estuvimos junto a un mes. Pero me molestó no saber que era él quien te gustaba.

Aunque sus palabras deberían tranquilizarme, hay algo que no cuadra. No obstante, decido dejarlo pasar. Adriana siempre tiene formas extrañas de decir las cosas.

― Dicho esto, lamento arruinar la sorpresa que él preparó para ti ―dice, con un tono algo travieso―

¿Sorpresa? ¿De qué está hablando? Mi confusión es evidente, y Adriana se ríe mientras toma mi mano.

― Ven, te llevaré a un lugar.

Me dejo guiar, con una mezcla de curiosidad y nervios. En el patio central de la secundaria, lo veo. Está con un par de amigos, conversando. Mi corazón late rápido cuando Adriana me empuja hacia él.

―Ya la traje, como pediste ―le dice a él―

― Te tardaste ―responde con una sonrisa―

Adriana se aleja con los amigos de él, dejándonos solos. Estoy completamente nerviosa.

― Hola, Niki. ¿Intentabas escapar? ―me pregunta con una sonrisa traviesa que acelera mi corazón―

― ¿A qué te refieres? ―pregunto, tratando de parecer calmada―

Él toma un respiro profundo y me mira fijamente.

― Desde hace tiempo quiero decirte algo importante ―empieza― Me gustas, Niki. Me gustas mucho. Y quiero que seas mi novia.

Mis pensamientos se detienen. No puedo creer lo que está diciendo. Pero mi alegría dura poco, porque la culpa comienza a invadirme. No puedo hacer esto a Adriana.

― ¿Adriana lo sabe? ―pregunto, dudando―

― Lo sabe ―responde con fastidio―

― Necesito hablar con ella antes de responderte ―le digo, sintiendo que esto es lo correcto. Él asiente, aunque no parece muy feliz―

Voy con Adriana, quien me espera con una expresión serena.

― ¿Sabías que iba a decirme esto? ―pregunto―

― Lo sabía. Por eso me molestó que no me contaras que era él quien te gustaba ―responde, cruzándose de brazos―

― Pero esto no está bien, Adri. ¿No te incomoda que sea su novia? ―le digo, sintiéndome culpable―

― Para nada, Niki. Fue algo pasajero hace dos años. Haz lo que quieras.

Sus palabras me alivian y vuelvo hacia él. Con una sonrisa en su rostro, espera mi respuesta.

― Me has gustado desde hace tiempo ―digo, sincera― Sí, quiero ser tu novia.

Sin pensarlo, me alza en brazos y me besa. Es como un sueño. No puedo creer que esto esté sucediendo. Pero si hubiera sabido todo lo que este sí implicaba, habría huido”.




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