Bajo el mismo cielo

CAPÍTULO 11

NICOLE:

Hoy comienza el nuevo semestre, y me siento algo inquieta. Aunque mis primeras vacaciones en Londres fueron maravillosas, siento que no estoy lista para enfrentar todo lo que este nuevo ciclo puede traer. Alex estuvo conmigo durante algunos momentos de las vacaciones, y esos días me llenaron de paz. Fuimos al río con nuestros amigos, y correr por los campos me hizo sentir libre y ligera. Pero ahora, de regreso al instituto, la ansiedad me acompaña como una sombra.

Al llegar al aula, no vi a Alex por ninguna parte. Mientras me acomodaba en mi lugar, intenté concentrarme en las conversaciones de los demás estudiantes, pero mi mente seguía divagando. ¿Dónde estará? Entonces, la puerta se abrió, y el profesor entró al salón, seguido por Alex. Mi corazón dio un vuelco al verlo. Intenté disimular mi entusiasmo, pero rápidamente noté algo que no esperaba: una chica nueva lo seguía con la mirada desde el momento en que entró.

La primera clase transcurrió entre presentaciones y allí supe su nombre: Isabela Lane. Es imposible no notarla; su cabello oscuro cae en ondas perfectas sobre sus hombros, y su confianza me hizo sentir envidia. Al terminar la clase, decido acercarme a Alex, pero antes de que pueda llegar a él, Isabela ya está a su lado.

― ¡Alex! ¡Qué gusto verte aquí! ―dice con una voz fuerte y entusiasta. La forma en que lo mira me incomoda.

Alex sonríe de forma amable, pero para mí, esa sonrisa se siente como un cuchillo. Mis pensamientos se vuelven caóticos: “No otra vez, por favor no”. Me siento en mi lugar, tratando de calmarme, pero un recuerdo doloroso me invade.

“Es verano, y no dejo de vomitar. Vomité tanto que ahora vomito el agua que tomé hace poco. Me siento tan débil, y él no está conmigo. Adriana está en una esquina con su amiga Dona, riéndose de mi estado. La ansiedad que he vivido durante nuestra relación ha sido devastadora. Intenté todo, incluso darle celos, pero solo logré que me llamara inmadura y patética. Mi cuerpo ya no soporta tanto estrés; he perdido peso y apenas tengo fuerza para levantarme cada mañana. Mi madre sospecha que algo no está bien, pero no puedo contarlo lo mal que me siento.

Cuando finalmente terminamos, lo hizo por mensaje. Ese día experimenté mi primer ataque de pánico. Lloré hasta quedarme sin aliento, y la culpa me consumía. ¿Habré sido yo la causa de todo esto? Mi hermano Lucas y mi mejor amiga de la infancia Victoria intentaron ayudarme, llevándome a lugares hermosos para distraerme, pero el dolor seguía ahí, inmutable. Llegó el primer día de clases y no estaba listo para enfrentarlo.

Adriana escribió un mensaje para quedar en un lugar antes de ir al colegio. Acepté con gusto porque eso era lo que necesitaba para no pensar en él. Llegado el día, fui donde acordamos en vernos con Adri, al llegar nos pusimos al día de las vacaciones. Solo le conté el hecho de que terminamos y omití todo lo demás, por primera vez, no me nació contarle a Adriana mis problemas.

- ¿Segura estás bien Niki? -preguntó Adriana mientras bebía su batido de mango-

- Claro, ¿por qué no iba a estarlo? -traté de evitar su pregunta a toda costa-

- Has bajado bastante de peso en este mes -dijo observándome de arriba abajo-

- Hice mucho ejercicio con Victoria y Lucas -me excusé. Cuando nombre a mi hermano, una sonrisa adorno su cara, aquello no me gustó para nada-

- ¿Cómo está Lucas? -preguntó, olvidándose completamente de mi-

- Bien, le va genial en el trabajo y con su novia -apenas escuchó sobre su novia torció los labios en una mueca que le quedaba muy mal. Me reí internamente al ver que no podía esconder su gusto por mi hermano. Dije eso justamente para molestarla-

- Me alegro -me dijo con una de esas sonrisas faltas que tenía-

Me detuve de golpe al ver lo que tenía frente a mí: él estaba parado justo en la entrada del colegio, acompañado de una chica. Sostenía su mano con una delicadeza que, para mi sorpresa, me dolió más de lo que hubiera imaginado. Aunque sabía perfectamente que lo amaba, creía que este tiempo alejados me ayudaría a superarlo al menos un poco. Qué equivocada estaba. Lo seguía amando como el primer día. Y verlo con otra… era un dolor insoportable. Adriana, a mi lado, también notó su presencia. Por un instante, estoy segura de que vi en su rostro una ligera mueca de burla.

- Vamos Niki, no mereces ver eso -dijo jalando mi mano hacia dentro del instituto-

Seguía aturdida, pero al pasar junto a ellos pude notar que él me miró por breves instantes antes de que regresara su vista a esa linda chica”.

El recuerdo se desvanece, pero la sensación de asfixia permanece. Levanto la vista y veo a Alex conversando con Isabela. Mi estómago se revuelve, y mis manos comienzan a temblar. Me obligo a recoger mis cosas, pero lo hago tan torpemente que todo cae al suelo. Él no hablaba con nadie, solo conmigo y un poco con Leonora. Sé que no hay nada de malo en eso, pero mi estómago se retuerce al verlos tan cerca y juntos.

Recojo mis cosas bajo la atenta mirada de Leonora, que posiblemente sabe lo que pasa. Después de despertarme de aquella pesadilla, tuve que contarle que sufro ataques de pánico y ansiedad de vez en cuando y que constantemente tengo pesadillas con mi exnovio. Ella se acerca al ver que estaba recogiendo torpemente y me ayuda a meter las cosas en la maleta para salir de ese lugar que me asfixia. Leo toma mi mano y me lleva al baño. Allí comienzo a hiperventilar. Leo trata de calmarme, pero no puedo, me falta el aire, me duele el pecho. De pronto siento un fuerte golpe en la cara y miro incrédula a mi amiga.




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