Bajo el mismo cielo roto

15

"Tarde o temprano, cambiarás. El pasado, el presente y el futuro te harán ser alguien completamente diferente"

Paige Gilmore.

Luego de que Connor me dejara en las manos del lobo, le dije a mis padres que la profesora Clarise quería hablar con ellos.

Papá me dio una mirada juzgadora en cuanto le explique la situación. Los tres estamos sentados en la sala, mamá y papá me miran de una forma distinta, por mi parte, retuerzo mis manos con fuerza.

—¿Por qué estás haciéndote esto, Paige?—preguntó mamá.

—No lo hice a propósito —murmuré.

—¿No lo hiciste a propósito? —repitió, papá enojado. Se levantó de su asiento sin poder contenerse —, ¿Qué crees que haces, Paige?, ¿ahora serás esta persona?

Mi padre cerró ambos puños. Nunca lo había visto tan enojado.

—Papá —empecé, con voz suave.

—No, Paige —dijo rotundo —. Escucha bien lo que voy a decir.

—Robert —interrumpió mamá, tocando su brazo. Papá no le prestó atención y siguió. Baje la cabeza.

—No, Elise. Hemos aguantado sus faltas de respeto por tratar de entenderla, pero ya esto es demasiado, ha excedido el límite.

—Está sufriendo —defendió mamá.

—Todos lo estamos, pero tratamos de enfrentarlo con valentía. No hacemos cosas que nos arrepentimos después.

—No lo hice a propósito.

Mi padre resopló, —Te lo dije la última vez, Paige. Estás cambiando.

—¿Por qué estás exagerando con esto? Dije que fue un error y me equivoqué.

—¿Y con eso se acaba? ¿Acaso piensas que eso es todo? Así comenzarás, hasta que no reconozcas quién eres.

Las palabras de mi padre resonaron en mi cabeza.

—Basta, papá. Sigues diciendo que cambie. Todos a mi alrededor me dicen lo mismo.

—Porque lo estás haciendo, Paige. ¿Cómo no te das cuenta?

Apreté los labios, intentando no llorar.

—Nunca he cambiado, solo tengo dolor —musité, llevando una mano a mi corazón.

—Es hora de que lo entiendas. Christopher ya no está, debes aceptarlo y seguir con tu vida —dijo crudo. Las duras palabras de mi padre me dolieron.

—No era necesario recordármelo —dije, mientras me levantaba de mi asiento. Papá no dijo nada más mientras la ansiedad recorría mi pecho.

Llegue hasta la habitación, derrumbándome sobre la puerta.

El amor no duele. Duele porque nos han dejado de querer y olvidamos que nosotros nos podemos querer. El amor duele porque nos acostumbramos a que otra persona nos quiera y si esa persona desaparece ya no nos amamos.

Eso lo sabía. ¿Pero cómo puedo decirle eso a mi corazón?

Cerré los ojos, tratando de calmar mi corazón.

Me acosté acurrucándome entre las sábanas.

Estoy cansada. Siento que no puedo más.

Lo intento, me esfuerzo, pero la tristeza me encuentra a cualquier lugar que vaya.

¿Así será siempre?

Mire sin ver ningún lugar en específico. Mamá entró por la puerta preocupada.

Antes de que pudiera decir algo, se sentó a mi lado, acariciando mi cabello.

—Tu padre solo está molesto, cariño. No le prestes atención —inquirió, dejando escapar una pequeña sonrisa.

—¿Se enojó solo porque la profesora quiere hablar con ustedes?

—No hija. Fue una acumulación, tu padre tiene mucho estrés. Nunca había pasado esto, es nuevo para nosotros.

—Mamá —mi voz se rompió —. Lo siento.

En ese momento, no pude soportarlo más. Mis lágrimas descendieron antes de poder controlarlas.

Mamá no dudó en abrazarme con fuerza.

—Lo sé, cariño. Tranquila —mamá me consoló hasta que me quedé dormida.

Mamá lo era todo para mí.

No sabría vivir sin mi madre.

Al día siguiente, era hora de ir a la preparatoria. Me puse un vestido blanco con mis botas negras, di unos últimos retoques a mi cabello para poder salir.

Al llegar, Connor estaba sentado tranquilamente en el escritorio de la profesora, charlando con algunos compañeros. Llegue hasta donde él, colocando ambas manos con fuerza sobre el escritorio.

—¿Qué sucede?—preguntó, mientras miraba mi rostro enojado.

Deje escapar una risa incrédula.

—No puedo creer que me preguntes eso. Eres un pedazo de imbécil.

Los chicos a su alrededor se burlaron. Connor me miró con molestia.

—Déjennos solos —dijo, los demás le hicieron caso.

Hice un ruido con mis botas, impaciente. Connor se levantó, quedando en frente de mí.

—¿Qué diablos te sucede? Me has dejado sola, ¿acaso sabes todo el regaño que recibí de mis padres?



#2765 en Novela romántica

En el texto hay: amor, odio, hermano

Editado: 22.11.2024

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