"Aún no lo llamo amor, pero cuando me miras así, siento que podría serlo."
El camino hacia la casa de Kaiden se siente más pesado de lo normal. No hablamos mucho, pero la tensión se cuela entre nosotros. Kaiden mantiene la vista en la carretera, con los nudillos blancos sobre el volante, y yo me aferro al asiento, sintiendo que algo se avecina.
Cuando llegamos, la casa luce exactamente igual que siempre. Elegante, impecable, con esas enormes ventanas que ocultan demasiado. Pero al cruzar la puerta, el aire se siente distinto.
Eleanor está en la sala, de pie, con los brazos cruzados y la mandíbula tensa. Jacob está a su lado, con una expresión dura, pero menos afilada que la de su esposa.
—Kaiden —Eleanor suelta su nombre como si estuviera a punto de darle una sentencia—. ¿Me puedes explicar qué fue todo eso en la escuela?
Kaiden se encoge de hombros y deja caer su mochila en el sofá.
—Nada importante.
—¿Nada importante? —Eleanor entrecierra los ojos—. Golpeaste a un chico, Kaiden. ¿Sabes lo que están diciendo? ¿Sabes lo que puede significar para nuestra familia?
Kaiden no responde.
—Esto se acabó. No quiero que sigas con esto, no quiero que sigas escarbando donde no debes —Eleanor lo mira con firmeza—. Chris murió en un accidente. Fue trágico, injusto, pero no hay más.
Las palabras golpean como una losa fría.
Un accidente.
—No fue un accidente —Kaiden murmura, sin mirarla.
Eleanor cierra los ojos por un segundo, como si estuviera reuniendo paciencia.
—Kaiden...
—No fue un accidente —repite él, más fuerte esta vez, alzando la mirada—. Chris no tenía enemigos, no tenía problemas con nadie. ¿Por qué lo harían?
—Porque no lo hicieron —Eleanor frunce los labios—. Era de noche, las condiciones no eran buenas, y el camión...
—El camión. —Kaiden la interrumpe—. Ni siquiera intentó frenar, mamá.
Eleanor se estremece, pero sigue firme.
—Las cosas no siempre tienen sentido, Kaiden. A veces solo ocurren tragedias y debemos aceptarlas.
—¿Y si no?
—No quiero que arriesgues más por esto —Eleanor suspira—. Déjalo ir.
Kaiden se ríe sin humor y sacude la cabeza.
—Eso nunca va a pasar.
Eleanor lo mira con dolor, pero antes de que pueda decir más, Jacob interviene.
—Paige, ven conmigo. Kaiden, tú también.
Su tono es diferente. Serio, pero con un matiz de urgencia.
Nos lleva a su oficina, cerrando la puerta detrás de nosotros. Se queda en silencio un momento, como si estuviera eligiendo con cuidado sus palabras.
—Encontré al dueño del camión.
Mi estómago se hunde. Kaiden se endereza.
—¿Qué?
Jacob asiente lentamente.
—No fue un accidente.
La habitación se llena de un silencio espeso.
—Lo sabía —Kaiden susurra, pero hay más rabia que alivio en su voz.
Yo apenas puedo respirar.
—¿Quién es? —mi propia voz suena temblorosa.
Jacob se pasa una mano por el cabello, visiblemente tenso.
—Es un hombre con antecedentes... pero hay algo que no encaja.
Mi pulso se acelera.
—¿Qué?
—Chris no tenía enemigos. No hay motivo para que alguien lo quisiera muerto —Jacob nos mira a ambos—. Lo que significa que hay algo más detrás de esto.
No puedo pensar con claridad. Mi cabeza es un torbellino de imágenes de Chris.
—¿Dónde está? —pregunto de golpe.
Jacob se tensa.
—Paige...
—¿Dónde está? —repito, más fuerte, más desesperada.
—No podemos ir por él ahora —Jacob se cruza de brazos—. Debemos investigar más.
—¿Investigar? —mi voz se quiebra—. Chris está muerto, ¡y tú quieres esperar!
Kaiden me toma del brazo con suavidad, tratando de calmarme, pero no puedo. No cuando hay alguien ahí afuera que sabe la verdad.
—Tenemos que hacer esto bien —Jacob insiste—. No sabemos quién más está involucrado.
—¡No me importa! —grito, sin poder contenerlo más—. No me importa si hay alguien más. No me importa lo que cueste.
Mi pecho sube y baja con fuerza. Kaiden aprieta mi brazo con más firmeza.
—Paige...
—Él merece justicia.
Jacob me observa en silencio.
—La tendrá —dice finalmente—. Pero no podemos ser imprudentes.
La desesperación me sofoca.
—Voy a encontrarlo —digo con voz temblorosa.
Kaiden me mira con preocupación.
—No podemos hacerlo solos.
Lo sé.
Pero la idea de esperar, de quedarme quieta mientras la verdad sigue enterrada, me está matando.
Jacob suspira.
—Voy a encargarme de esto. Pero necesito que confíen en mí.
Las palabras pesan, porque lo último que quiero es confiar en alguien más.
Pero sé que no hay otra opción.
Así que asiento, aunque cada fibra de mi cuerpo grite que haga lo contrario.
Kaiden aprieta mi mano.
Y yo solo puedo pensar en Chris. En todo lo que nos quitaron. En todo lo que está a punto de salir a la luz.
El aroma a comida casera llena el comedor, pero para mí, no es más que un recordatorio de que todo sigue igual... excepto yo.
Mis padres conversan entre ellos mientras Adrian y Brandon discuten sobre el equipo de fútbol. Veo cómo los ojos de Adrian brillan con una emoción que creí perdida en él.
—El médico dijo que puedo empezar con movimientos ligeros la próxima semana —comenta con una sonrisa contenida, pero llena de esperanza—. Si todo va bien, en unos meses podré volver al equipo.
—Eso es increíble —dice Brandon, dándole una palmada en la espalda—. Pensé que te tomaría más tiempo.
—Yo también —admite Adrian, girando el tenedor entre sus dedos—. Pero la terapia está ayudando.
Una parte de mí debería sentirse feliz por él. Pero estoy atrapada en otra realidad.
En la realidad donde descubrí que la muerte de Chris no fue un accidente.
Que alguien se lo llevó.
Y mientras todos siguen con sus vidas, sin saberlo, yo estoy aquí, prometiéndome a mí misma que encontraré al culpable. Que le haré pagar.