"No sé en qué momento te convertiste en mi lugar favorito, pero aquí estoy, buscándote incluso en los silencios"
FINAL
Las luces titilantes de la noche en la playa se reflejan en el agua, pero mi mente está atrapada en otra imagen: Kaiden, de pie frente a mí, con la mirada ardiendo de una emoción que no sé si quiero nombrar.
—Solo debes decirlo. O me amas o me odias, tú decides cómo será nuestra relación.
Las palabras de Kaiden flotan entre nosotros, pesadas y definitivas. La brisa nocturna roza mi piel, pero el escalofrío que me recorre la espalda no tiene nada que ver con el frío. Bajo la mirada, incapaz de sostener la intensidad de sus ojos.
¿Darme la oportunidad de amar nuevamente?
La soledad se convirtió en mi refugio. Me aislé en ella hasta que dejó de sentirse como una prisión y se convirtió en mi hogar. Ahora, con Kaiden de pie frente a mí, con su confesión expuesta en el aire como una herida abierta, no sé qué hacer.
Porque él es el hermano gemelo de Chris. Porque solo ha pasado un año desde que perdí a la persona que más he amado. Porque si lo acepto, ¿en qué clase de persona me convertiría?
Aprieto los puños, mis uñas clavándose en la palma de mis manos. Sé que Chris y Kaiden son dos personas diferentes. Lo he sabido siempre. Kaiden ya no es un reflejo de Chris, no es su sombra, ni su reemplazo. Es él mismo.
Aun así, el mundo no lo verá de esa forma.
Pero, ¿qué siento yo? ¿Puedo ser feliz nuevamente? ¿Puedo amar con la misma intensidad sin sentirme culpable?
Mi voz sale temblorosa cuando finalmente hablo:
—No te amaré como amé a Chris, Kaiden.
Mi garganta se cierra en un nudo. Me siento expuesta, vulnerable, como si admitirlo en voz alta me hiciera una traidora. Miro hacia abajo, mis manos retorciéndose en el dobladillo de mi suéter.
Kaiden no dice nada de inmediato. Solo me observa. Luego, con una paciencia que me desarma, responde:
—Lo sé.
Levanto la vista, sorprendida por la seguridad en su tono.
—¿Y no te importa?
Kaiden sacude la cabeza, una sonrisa triste asomando en sus labios. Se acerca un poco más y levanta una mano, dudando por un instante antes de colocarla suavemente sobre la mía.
—Tienes un corazón enorme, Paige. Sé que me amarás de una forma distinta.
Mi pecho se siente pesado. Trago saliva, sintiendo el ardor de las lágrimas que amenazan con salir.
—Yo te quiero, pero no estoy segura de que sea esa clase de amor —susurro, alejando mi mano de la suya. Me siento egoísta.
Kaiden no retrocede, pero tampoco insiste. Su mirada, sin embargo, se clava en la mía con una intensidad que me hace temblar.
—El amor no es egoísta —dice con suavidad, y su voz es firme, como si estuviera diciéndome una verdad absoluta—. Supe que estaba enamorado de ti el día que casi te pierdo en el hospital. No quiero perderte, Paige. Quiero mantenerte cerca.
Desvío la mirada, sintiéndome culpable.
—No estoy lista.
El silencio cae entre nosotros, tenso, cargado de cosas que no nos atrevemos a decir. Entonces, Kaiden suspira y se pasa una mano por el cabello, despeinándolo aún más.
—Entonces lo intentaremos cuando estés lista.
Sus palabras deberían aliviarme, pero en lugar de eso, me atormentan. Me obligan a enfrentar una posibilidad que no había querido considerar.
—¿Y si nunca lo estoy? —pregunto en un hilo de voz.
Kaiden sonríe con melancolía, pero sus ojos siguen siendo cálidos.
—Lo estarás —dice con seguridad—. Amarás nuevamente. Solo que no estoy seguro de si esa persona voy a ser yo.
Y eso es lo que más miedo me da.
El silencio que sigue es espeso, insoportable. Miro a Kaiden, a la forma en que su pecho sube y baja con cada respiración lenta y controlada, como si estuviera conteniéndose. Me pregunto si en su interior está luchando contra la esperanza de que mis sentimientos cambien, de que un día lo mire con el mismo amor con el que una vez miré a Chris.
No quiero romperlo. No quiero darle falsas esperanzas. Pero tampoco quiero perderlo.
—Kaiden... —Mi voz es suave, apenas un susurro, pero él la escucha.
—No tienes que decir nada más, Paige.
Su sonrisa es tenue, resignada. Sus ojos brillan con algo que me destroza por dentro. Me doy cuenta de que, aunque él ha aceptado la posibilidad de que no sea la persona a la que termine amando, eso no significa que duela menos.
Kaiden levanta la mano como si fuera a tocarme, pero se detiene a mitad de camino. Luego, con un suspiro, la deja caer.
—Solo prométeme algo —dice.
—¿Qué cosa?
—Que cuando encuentres a esa persona... no te niegues a ser feliz. No dejes que la culpa te lo impida.
Algo se rompe dentro de mí. Bajo la cabeza, sintiendo un ardor en los ojos que intento contener.
—No sé si pueda.
Kaiden da un paso atrás, y en su rostro veo algo parecido a la paz, como si finalmente estuviera soltándome.
—Podrás —afirma—. Siempre fuiste más fuerte de lo que crees.
Lo observo dar media vuelta y alejarse, sus pasos resonando en la noche. No me detengo, no lo llamo, aunque parte de mí quiere hacerlo. Sé que si lo hago, solo lo lastimaría más.
Así que lo dejo ir.
Y mientras lo veo desaparecer en la distancia, me doy cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, siento algo parecido a la libertad.
No sé qué me espera en el futuro. No sé si volveré a amar con la misma intensidad que antes. Pero tal vez, solo tal vez, algún día estaré lista para intentarlo.