Bajo el mismo techo

Capítulo 3

Empezó a llover en cuanto cruzó la línea del condado como si la hubiera estado esperando para ser la guinda del pastel en su grandioso día. Por si fuera poco, el radio se rindió tres kilómetros atrás debido a las montañas.

Ahora solo tenía lluvia, chirridos agónicos del limpiaparabrisas y sus propios pensamientos mientras debía aminorar la velocidad porque no podía ver bien la carretera.

La señal verde apareció entre la cortina de agua con sus letras blancas descoloridas: Bienvenido a Everwood - Población: 2,847. Pero alguien había agregado con spray negro: ...Y bajando, junto a un dibujo deforme de una calavera.

Soltó una risa que sonó mitad histeria, mitad admiración por la honestidad brutal del grafiti.

La tormenta aminoró justo cuando estacionó frente al único hotel del pueblo. Entró sacudiéndose el cabello mojado y se encontró con una chica de puntas rosas y camiseta de Kiss que la evaluó de arriba abajo mientras inflaba y reventaba la burbuja con su chicle.

—¿Tienes reserva?

—No, pero pensé que tal vez...

—Temporada turística. —La interrumpió y señaló un cartel detrás de ella: "Festival de Cosecha - Octubre 15-31. ¡RESERVA CON ANTICIPACIÓN!"— Todo lleno hasta diciembre.

Sol miró alrededor del lobby completamente vacío y luego de vuelta a la recepcionista, quien se encogió de hombros con el gesto universal de "no es mi problema."

—Oh, entiendo —dijo por no quedarse callada, aunque estaba confundida.

Everwood no tenía ningún atractivo especial. Por el contrario, su niñez y adolescencia fueron bastante aburridas, porque solo había un par de restaurantes y tan solo un lugar donde los chicos podían divertirse aparte del bosque o el lago.

De vuelta en el auto con el cabello goteando sobre el asiento, se preguntó cómo era posible que hiciera un viaje como ese sin considerar justo el escenario que estaba viviendo. Claro que culpó a Marcus por ello.

Tenía dos opciones: dormir en el auto o manejar dos horas más hasta Asheville bajo esta tormenta. Ambas sonaban como formas excelentes de terminar siendo titular en las noticias locales: "Mujer viral muere congelada en estacionamiento de motel" o "Lady Cremas se estrella contra árbol durante la peor tormenta del año."

A menos que... llamara a Charlotte.

Pero eso significaba admitir que estaba aquí, y por ende David sabría. Y si David sabía... No. Jake no tenía por qué enterarse. Charlotte podía guardar un secreto si se lo pedía. Probablemente. Al menos fue así hasta que se fue del pueblo a la universidad.

¿Y si lo veía de todas formas? Su cerebro hizo lo que mejor hacía y empezó a construir escenarios donde ella tropezaba en la ferretería de su familia, él con una novia perfecta en el café, y ambos fingiendo no conocerse mientras el pueblo entero observaba...

—Basta. —Se frotó la cara y sacó el teléfono antes de que su cerebro inventara algo peor o de convencerse de que era mala idea.

El teléfono sonó dos veces antes de que el apocalipsis se desarrollara a todo volumen como fondo.

—¿Hola? —Charlotte sonaba angustiada, lo cual probablemente era normal considerando que había tenido gemelos hacía un par de meses.

—Char, soy Solange. Sé que no es buen momento, pero...

Un llanto estridente estalló del otro lado de la línea, seguido por otro en perfecta armonía. Alejó el teléfono de su oído, sorprendida por la potencia de esos pulmones.

—¡Sol! —Charlotte gritó sobre el ruido—. Dios, qué bueno escucharte. Espera, no, espera... ¡DAVID! ¡AGÁRRALO! ¡ESE SE ESTÁ HACIENDO!

Algo se cayó y el sonido de vidrio rompiéndose hizo que se sobresaltara. David gritó algo ininteligible y los bebés aumentaron el volumen como si estuvieran compitiendo por quién podía perforar más tímpanos.

—¡DAVID, EL OTRO! ¡ES COMO SI LO PLANEARAN!

Más llanto y luego un sonido que podría haber sido risa histérica o llanto de su amiga mientras David seguía gritando cosas sobre pañales y toallas.

—¿Charlotte? Estoy aquí, en Ev...

Ni siquiera pudo terminar.

—¿Qué? Pero ¿por qué? ¿Estás bien? —Charlotte jadeó—. ¡David, dice que está aquí! ¡Oh por Dios, Solange! ¿Tienes dónde quedarte?

Sol tragó el nudo en su garganta.

—Por supuesto, solo llamaba para saludar. Te llamaré mañana para ver cuándo puedo conocer a los gemelos.

—¡Oh, sí será genial ponernos al día! Solo espero poder dormir toda la noche y no tengas que ver a la bestia salvaje en la que me he convertido después de esto.

—Sí, yo...

—Perfecto. Te amo y me alegra saber que volviste.

La llamada se cortó y se quedó mirando el teléfono en su mano mientras escuchaba la lluvia golpear el techo del auto. Una punzada de culpa le apretó el pecho. Charlotte era su amiga, la única que la había entendido sin juzgarla desde la escuela y acababa de mentirle.

Pero ¿qué iba a decir? : «¿Dame refugio mientras lidias con tu caos familiar?» Charlotte diría que sí, y luego se sentiría mal por no poder dedicarle tiempo. No. Era mejor así.




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