Jake
David pasó a su lado de camino a la camioneta, pero por su mirada supo que no se iría sin molestarlo.
—¿No tienes un baño para quitarte eso o es que prefieres modelar para Luisa Roberts? —Señaló a sus espaldas—. Eres un degenerado.
—Vete al diablo. Yo no…
—¿No qué? ¡Por favor! Si lo hiciste por Solange… pero funcionó. Se puso tan roja que creí que tendría que llamar al 911.
—¿Ya te vas? —preguntó, ignorando su risita cuando a él se le enrojecieron las orejas.
—Ya comprobé que la mejor representación de Mitchell & Sons está en tus manos. Solo espero que no nos hagas perder mucho dinero con tu supertrato.
—Son nuestros amigos —replicó, pero la mirada de David lo hizo reconocer—: Negocios son negocios, lo sé, pero hablaré con Robert para saber cuáles son sus expectativas. ¿Por casualidad sabes por qué…?
—No, amigo. No voy a meter mis narices en esto. Se lo advertí a Charlotte y ahora a ti.
Subió a la camioneta y gritó desde su asiento:
—¡Solo asegúrate de usar protección! ¡Mis hijos merecen un reinado de al menos por cinco años más!
David arrancó riendo y Jake le mostró el dedo, pero algo lo hizo mirar hacia la casa de enfrente. Luisa Roberts estaba asomada con sus binoculares y cuando se percató de que él la miraba, su cortina se sacudió.
Genial. Solo esperaba que Sol no hubiera escuchado aquello, porque aún no podía quitarse de la cabeza la sensación del peso de Sol contra el suyo, el calor de su piel bajo su mano, y lo bien que encajaba en su cama.
Dios sabía que estuvo a punto de despertarla para irse al sofá, pero no fue capaz y quiso aprovechar cada segundo de esa inesperada noche.
***
Entró a su casa y el sitio vacío lo golpeó: refrigerador con sobras de tres días, ropa limpia que se acabaría mañana, y un solo sofá para dos personas. Se dio cuenta de que debía convertirla en un lugar habitable si quería convencer a Sol de quedarse mientras trabajaba en la obra.
Eso significaba que tendría que pedir una cama, pero tardaría días en llegar desde Ashville. Mientras tanto... seguiría compartiendo la suya con Sol y estaba seguro de que cada noche a su lado sería cada vez más difícil. Sobre todo, si no aclaraban de una vez lo que sucedió entre ellos la noche antes de que ella volviera a la universidad y él a su equipo.
Sol entró y le mostró su tableta.
—Necesitamos abastecer la alacena y algunas otras cosas y yo lo pagaré. ¿Me compartes el sitio donde hacen los pedidos?
—Everwood no se ha modernizado tanto —respondió divertido—. Si quieres algo llamas a Joe o vas por ello.
—¿Ahora? —El color abandonó su rostro.
—Tengo que devolverle el rosario al padre y tú tienes que ver qué ingredientes hay disponibles en el pueblo o si hay que pedir a otro lado para cocinar. Ese era el trato, ¿recuerdas?
—Lo sé, es solo que… no quiero tener que saludar a medio pueblo o que sepan que estoy aquí.
—Creo que es demasiado tarde para preocuparse por eso. La señora Roberts ya debe haber avisado a todo el mundo cuando vio movimiento en tu casa.
—Me olvidé de ella…
Algo en su tono le dolió más de lo esperado. Quizás él estaba incluido en todo eso con lo que ya no se quería relacionar de Everwood.
—Me baño y vamos. Entre más rápido hagamos esto, mejor.
***
La Ferretería Mitchell olía a madera y aceite como siempre y su madre estaba detrás del mostrador cuando entraron con Titan.
—¡Pero ahí estás! Bienvenida de vuelta, cariño. Lamento lo de tus abuelos. —Extendió sus brazos hacia Sol y cuando la rodeó para acunar su rostro con ternura, no le quitó los ojos de encima a Jake—. Dime que mi hijo se portó como un buen anfitrión, o yo misma lo pondré en cintura.
—Ha sido el mejor —dijo ella con una sonrisa cohibida que lo enterneció.
La campanilla sonó y Ruthie Kemp entró provocando en él que quisiera sacarla cuanto antes de la tienda.
—¡Jake! ¿Estás estrenando novia? ¿Y esta de qué pueblo es?
—Señora Kemp, un placer como siempre. —Forzó una sonrisa y miró a su madre buscando ayuda, pero la traidora parecía satisfecha de dejarlo con la personificación de satanás.
—Luisa Roberts dijo que un auto extraño se estacionó toda la noche cerca de tu casa. ¿Era suyo?
Sol abrió la boca y Jake supo de inmediato que estaba a soltar una de las suyas.
—Lo era y ese auto se quedará ahí por unas semanas. Jake es todo un pillín.
Su madre tosió y él se atragantó, pero las mejillas de Sol se encendieron también. Señal inequívoca de que se había dado cuenta de lo que acababa de decir cuando Ruthie abrió los ojos como platos.
—Oh, qué… qué moderno —dijo la anciana sin saber dónde mirar.
Dejó la lista en el mostrador y ella levantó una ceja cuando musitó un «hablaremos después», pero asintió.
—Lo siento, señoras, pero tenemos prisa —se disculpó al mismo tiempo que empujaba a Sol a la salida.
—Así que... ¿novias de varios pueblos?
—Solange Richmond. —Se detuvo a medio camino y la miró con curiosidad—. ¿Preguntas si estoy saliendo con alguien?
—Solo quiero asegurarme de que no corro peligro si... —Ella se irguió, ajustando la correa de Titan con demasiada concentración.
—¿Si dormimos juntos? —susurró con diversión cuando ella se aclaró la garganta.
—Es por mi seguridad.
—No sé qué tipo de hombre crees que soy, pero si tuviera novia, habría dormido en el suelo. Además, sabes que todo el mundo se conoce aquí y tú te ves diferente ahora. Es normal que generes curiosidad.
Jake le quitó la correa de las manos, rozando sus dedos en el proceso.
—¿Eso fue un cumplido?
Sol lo miró con los ojos entrecerrados.
—Tómalo como quieras —dijo después de un suspiro exagerado—. ¿Vienes o piensas quedarte ahí procesando tu próximo insulto?
***
La tienda de Joe estaba llena. El hijo mayor del dueño atendía el mostrador; al verlos entrar, ignoró por completo a Jake y le regaló a Sol una sonrisa amplia.