Bajo el mismo techo

Capítulo 9

Jake vertió café en dos tazas mientras Sol se sentaba en la mesa del desayunador. Sí, se les hacía tarde para ir a misa, pero este momento era especial. Ella lo miraba con una sonrisa que no había visto antes, y cuando sus ojos se detuvieron en la cicatriz que el short dejaba visible en su rodilla, frunció el ceño.

—¿Esto fue en un juego? —murmuró ella tocando apenas el borde de la marca.

—Tercer partido profesional y mi último. El video se hizo viral.

Su mirada se dulcificó como si supiera de lo que hablaba, pero él no quería hablar del fin de su carrera como atleta y menos en ese momento. Luego ella señaló su labio inferior y él atrapó su mano, besando la palma.

—Esa me la hiciste tú.

—¿Qué?

—Aquella noche. ¿Ya lo olvidaste? —Jake rio al ver cómo el color subía por su cuello—. Tuvieron que darme varias puntadas y la enfermera me preguntó cómo lo soporté por tantas horas sin atención médica.

—¡Qué vergüenza! —Ella cerró los ojos y se ocultó contra su pecho—. No mientas.

—Tengo testigos. David me encontró caminando por la calle después de que huiste. Pensó que me habían asaltado y me arrastró al hospital.

—Oh Dios. —Sol se cubrió la cara con las manos—. ¿Por qué estabas en la calle? Yo no te dejé ahí.

—Lo recuerdo bien —se burló y ella se removió incómoda, pero decidió no seguir molestándola—. Fui a buscarte.

Ella lo miró entre los dedos.

—No puedo creer que... ¿y nunca me lo dijiste?

—Lo intenté. Le robé tu número a tu abuela, pero tú no…

—Estaba avergonzada —dijo en voz baja.

—Ahora lo sé. —La atrajo más cerca—. Pero como ves, te llevo marcada no solo en la piel, sino en mi corazón.

—Que cursi eres.

—Ayer estabas encantada con este cursi. —Antes de que pudiera responder le dio un beso y ella se rio, sorprendida. Aprovechó ese momento para abrazarla como siempre quiso y disfrutar de su cercanía una vez más.

—Deberíamos irnos ya —murmuró ella contra sus labios, aunque sus dedos enredados en su cabello decían lo contrario.

—Si no me hubieras comprometido con el padre, tendríamos todo el tiempo del mundo —le recordó.

Ella se apartó apenas para mirarlo, con los ojos llenos de diversión.

—¿Y tenemos que ir?

Jake echó un vistazo al reloj en la mesita de noche.

—Podríamos faltar, pero todo el pueblo hablará de la chica linda que me acompañaba ayer y por la que no fui a misa.

—Mala, mala mujer —se burló contra sus labios—. Está orillando al chico de oro de Everwood a pecar.

—Y me encanta —susurró con una sonrisa cuando Sol lo atrajo hacia ella con una sonrisa que lo desarmó completamente. Entonces, Jake supo con certeza absoluta que nada en su vida se compararía a esto que seguía sintiendo por ella y que no había mermado ni un poco a pesar del tiempo.

***

Llegaron tarde de todas formas. Y no importó cuánto se apresuraran porque de pronto no encontraba sus llaves, Sol no estaba segura de los vestidos que tenía y Titan decidió que ese era el momento perfecto para esconder uno de sus zapatos.

Para cuando llegaron al estacionamiento de la iglesia, las puertas ya estaban cerradas y la preocupación de Sol tampoco ayudaba.

—No voy a entrar —dijo ella soltando su mano.

—No tenemos tiempo para esto —dijo ahora nervioso y un ataque de risa hizo que ella le pegara en el pecho—. Vamos, todos nos conocen. No es para tanto.

—Eres terrible dando ánimos, ¿sabes?

—Lo siento —respondió con diversión, pero la haló de la mano adentro.

Entraron lo más silenciosamente posible, pero las puertas de madera antigua crujieron como si estuvieran diseñadas específicamente para delatar a los pecadores tardíos y todas las cabezas se giraron hacia ellos.

Jake sintió el calor subir por su cuello cuando localizó a su familia en la primera fila, y su madre negó con la cabeza.

Todo empeoró cuando Charlotte soltó una risita y el padre Collins detuvo la misa para decir:

—Bienvenidos Jacob y Solange, el cielo se regocija con su presencia.

David tosió y a Charlotte se le escapó un risita que su madre cortó con una mirada.

Ruthie Kemp, sentada dos filas atrás, ya estaba susurrándole algo a su vecina con ojos brillantes de emoción.

Jake guió a Sol para dejarla fuera del alcance de su familia, pero su madre le hizo un gesto para que se sentara a su lado y dejarlo a él en el extremo de la banca.

El padre siguió con un sermón sobre vivir en pecado y no pudo reprimir la risa cuando Sol lo miró como si las órbitas de sus ojos fueran a salir de sus cuencas y se hundió más en el banco.

David aprovechó el abrazo de la paz para pedirle que lo esperara frente a la iglesia al salir. No se molestó en preguntar, porque desde anoche que compartió con él sus planes para trabajar en el proyecto de los Richmond no tuvo reparos en decirle que estaba en contra.

Incluso le ofreció enviar una cuadrilla completa para acabar más pronto, pero que tenía que liderar la construcción de la casa de un cliente nuevo del pueblo vecino.

Charlotte empezó a cuchichear con Sol y de pronto, su madre los calló a los cuatro con un gesto que hizo que rieran más.

Se habían convertido en el centro de atención de ese domingo, y cuando la misa terminó, Jake solo quería tomar la mano de Sol, subirse a la camioneta y volver a casa para retomar donde lo dejaron. Pero su madre tenía otros planes.

—Jacob —dijo con esa voz que no admitía discusión—. Espero verte en casa para almorzar antes de que esto también se te olvide. Y trae a Solange.

No le dio tiempo de responder, porque se fue con otro par de mujeres y la visión de Sol cargando uno de los gemelos captó toda su atención. Se veía preciosa.

—Quita esa cara de idiota y ven conmigo —le dijo David entregándole al otro gemelo.

Jake lo siguió hasta el estacionamiento y miró hacia atrás una vez, buscando a Sol entre la gente. La encontró hablando con Charlotte... y con Lorraine. Algo en la postura de ambas hizo que quisiera acercarse, pero David le bloqueó la vista.



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En el texto hay: humor, romance, segundasoportunidades

Editado: 30.10.2025

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