Bajo el mismo techo

Capítulo 13

Jake

La puerta del auto se cerró con más fuerza de la necesaria y se arrepintió al instante. El plan era disculparse, no terminar así la noche. Pero con una simple frase lo echó todo a perder. Porque mientras rodeaba la camioneta vio a Sol negar con la cabeza y soltar una de sus risas. No la divertida. La otra. La que significaba que estaba a punto de destrozarlo verbalmente.

¡Jesucristo!

La había visto dejar a Robert acabado después de ese gesto, y él terminaba levantando las manos en rendición, porque ella era más rápida, más filosa, y siempre encontraba el punto exacto para causar el mayor daño con un par de palabras.

Y ahora esa risa iba dirigida a él. Subió al auto sin atreverse a disculparse, esperando que la lluvia que empezaba a caer la distrajera o bajara el denso ambiente que presionaba contra su pecho.

—Sol...

—No. Solo déjame... —dijo ella de mala gana mientras miraba por la ventana—. Toma la otra calle. La de la farmacia. Esta se inunda.

—Conozco el pueblo mejor que tú, Sol —se burló. Además, ya había doblado por la calle Oaks.

Avanzó un par de cuadras y atravesó una poza donde el agua llegaba hasta las llantas, pero su camioneta era doble tracción. Resistiría. Le dedicó una sonrisa de suficiencia que se desvaneció cuando la camioneta se sacudió y las ruedas giraron sin avanzar. Aceleró, lo intentó de nuevo y… Nada.

—Genial —murmuró Sol con un enorme suspiro.

—No digas nada —le advirtió.

Ella dijo algo entre dientes, pero no escuchó porque ya estaba llamando a la grúa. Cuando colgó, Sol seguía mirando por la ventana y el miró con pesar su vestido color vino bajo la luz tenue del tablero. Se había arreglado tanto y él la había traído directo a esto.

—¿Cuánto tardan?

—Veinte minutos. Sol…

—¿Sabes? Tienes un don especial para no escuchar —dijo quitándose el cinturón de seguridad—. Es impresionante, en serio. Digo algo, y tú lo descartas sin más y sigues adelante como si no hubiera hablado.

—Te escuché. Solo no estuve de acuerdo. Tienes la costumbre de…

—Ah, claro. Me lo acabas de decir, ¿cierto? ¿Cómo fue? ¡Ah, sí! Para mí todo es un desastre.

—No fue lo que quise decir —murmuró, perdiendo la paciencia—. ¿En serio vamos a pelear por tomar la ruta equivocada?

—No estamos peleando por eso, Jacob, sino porque lo tuyo parece un patrón. Igual que con tu rodilla y te enfadas cuando alguien sugiere algo diferente al cuadro de felicidad en el que vives. Deberías ser sincero por una vez en la vida y no conmigo, sino contigo mismo.

Fue como si lo hubiera abofeteado, e igual que con Robert tenía la facilidad de sacar ese lado suyo que no le gustaba.

—¿Quieres que sea honesto? —preguntó entre dientes.

—¡Oh, por favor! Ya es hora.

—Sí. A veces siento que buscas el lado malo de las cosas. Que anticipas el desastre antes de darle chance a que funcione. Y eso es lo que nos diferencia. No es que viva en un cuadro, Sol, es que a diario decido ver lo positivo de la vida, porque ya experimenté haber sido hundido después de llegar a la cima y estoy agradecido con lo que tengo. En cambio, tú prefieres regodearte en las desgracias.

La lluvia golpeando el techo era lo único que se escuchaba entre ellos y luego Sol soltó una risa cortante.

Wow.

—Me pediste honestidad.

—Tienes razón. La pedí. Ahora déjame darte la mía: Tú finges. Todo el tiempo. Finges que tu rodilla no te mata, que no te molesta que David te trate como si fueras a romperte, que esta vida en Everwood es suficiente cuando los dos sabemos que tienes potencial para destacarte fuera del deporte también.

Jake sintió el golpe directo al pecho.

—Eso no es cierto.

—¿No? ¿Elegiste volver? ¿O te quedaste porque tu carrera de atleta se fue al carajo y seguir los pasos de tu hermano era lo más cómodo? Eres arquitecto, Jake, y uno fabuloso. He visto los planos del Resort que no tuviste valor de enviar a esa licitación. Esos maravillosos muebles que guardas en el taller solo porque no se alinean a la visión de tu padre y David.

—Sol, no…

—Puede que considere los peores escenarios, porque los he vivido desde que perdí a mis padres siendo tan pequeña. Tuve que irme de mi país, aprender un idioma nuevo, soportar burlas, costumbres y reglas que no compartía y satisfacer expectativas. Por eso me fui. Pero tú… te sigues escondiendo debajo de todas esas sonrisas y buenas acciones desde que te conozco.

Respiró hondo antes de responder:

—¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y yo?

—Ilumíname.

—Yo no dejo que el miedo me paralice. Por eso no quieres darle una oportunidad a lo nuestro.

—Vete al diablo, Jake. Quedarme no es la única manera.

—¿Qué haces? —dijo cuando ella abrió la puerta.

—Me voy caminando.

—Sol, está lloviendo...

—Soy consciente. Gracias por el reporte meteorológico.

Puso un pie fuera y luego desapareció de su visión, así que salió del auto sin pensar y lo rodeó en tres zancadas temiendo que se hubiera hecho daño, pero pisó algo liso y sus pies se fueron hacia adelante y cayó sentado en la misma posición que estaba ella con el cabello goteando de lodo.

Sol soltó una carcajada y él hizo lo mismo. Hasta que la risa de esa mujer que adoraba murió como vela apagada. Empezó a levantarse sola y golpeó su mano cuando él quiso ayudar.

—No. —Su voz salió cortante—. Ni se te ocurra. Si me tocas juro que te golpearé.

—No puedes caminar ocho cuadras bajo esta tormenta...

—Solo observa.

Ella dio dos pasos, pero algo la detuvo hasta que recuperó el zapato con un tirón furioso y se quitó el otro para salir descalza de la poza lodosa.

—Está oscuro. Peligroso...

—¿Más peligroso que ir a prisión por atacar al chico de oro de Everwood? Lo dudo.

—Al diablo.

Empezó a caminar detrás de ella a una distancia prudencial. Estaba seguro de que ella estaba consciente de su presencia, pero no volteó ni una vez. Cuando dobló hacia su calle y a ella la vio entrar azotando la puerta, se retrasó, pero tenía que hacerle frente de alguna forma.



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En el texto hay: humor, romance, segundasoportunidades

Editado: 27.10.2025

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