Jake les dio las últimas directrices a la cuadrilla y cruzó el jardín hacia su taller. Titan lo seguía con un palo tan grande que se arrastraba entre sus patas, intentando mantener el equilibrio.
—Eres un desastre —murmuró, abriendo la puerta tanto como fue posible para que Titan entrara con su nuevo juguete sin destrozar el marco.
Dentro olía a barniz fresco y la mesa de trabajo estaba cubierta de bocetos en los que había estado trabajando entre jornadas y otros tantos que con el tiempo dejó en un cajón olvidado.
Apartó los papeles y se quedó mirando el teléfono, con la conversación de Robert aún fresca:
«Mi superior vio las fotos de los avances y quiere ver la casa en persona. ¿Está lista para eso?»
Él incapaz de mentirle, le dijo que sí.
"Estupendo. Así aprovecho para ir a verlos, porque me llegó un mensaje de la chica Whitaker insinuando que tú y Sol están pasando demasiado tiempo juntos. Iba a decirte que te quebraría las piernas si la haces llorar, pero estoy segura que ella puede sola. No seas imbécil y trátala bien, preséntale a alguien decente para que se olvide del maldito cobarde con el que salía."
Y le colgó antes de que Jake pudiera responder que él era ese alguien decente con intenciones honorables que pretendía hacer justo eso.
Debió contarle en cuanto volvió a la casa, pero entre la quemada de ella y la conmoción de su posible regreso a Atlanta no supo dónde dejó la cordura y la sinceridad. Además, tenía esa energía frenética tan suya cuando tenía un objetivo que decidió que esperaría hasta la noche.
Su teléfono vibró con una notificación más de Instagram y se deslizó entre ellas hasta detenerse en un mensaje de alguien de Charleston que le pedía un juego completo de comedor con bufetera.
Adjuntó fotos de su sala con medidas aproximadas y escribió Presupuesto Flexible.
Llamó por impulso y en menos de tres minutos ya tenía un compromiso por los próximos dos meses y el compromiso de enviar una cotización formal por quince mil dólares esa misma tarde.
¿Qué acababa de hacer? Eso implicaba decirle no a tres proyectos de Mitchell & Sons que él mismo tenía programados en el cronograma de la empresa.
Para no tener que pensar dejó el teléfono bocabajo y agarró un lápiz para seguir trabajando en su proyecto secreto que surgió después de ver cada video del canal de Sol.
Estaba impresionado de lo entretenidos y educativos que eran, también era graciosa a su manera y elocuente, pero siempre grababa desde ángulos extraños y con una iluminación que podía ser mejor si aplicara sus propios consejos.
Y él podía hacer que su rutina fácil pareciera más ordenada si le construía un escritorio híbrido con altura ajustable, luces integradas estilo espejo de camerino, y compartimentos secretos para sus mil productos.
Estaba concentrado en un mecanismo de soporte invisible cuando la puerta se abrió.
—¿Estás construyendo un ataúd de diseño?
Levantó la vista y David estaba en el umbral con las manos en los bolsillos y esa sonrisa de sabelotodo que esperaba no haber heredado de su padre también.
—Es un tocador.
Su hermano mayor se acercó y estudió el boceto por encima de su hombro.
—Muy sutil, hermano. ¿Por qué mejor no vas a la plaza y le compras una valla publicitaria que diga Te Amo Sol?
—Es funcional —dijo encogiendo un hombro, pero cuando siguió su mirada hacia el papel, detectó lo que su hermano veía: había dibujado un corazón minúsculo en la base del diseño. Casi imperceptible.
Empezó a borrar con furia mientras lo escuchaba carcajearse en su cara.
—Demasiado tarde. Voy a contarle a mamá que su hijo menor está haciendo muebles de amor.
—Vete al diablo.
Lo vio agarrar un taburete y se sentó sin ser invitado, lo que significaba que venía a tener una de sus famosas juntas informales, así que dejó el lápiz.
—¿Sigues molesto porque te presioné con los proyectos? —preguntó su hermano.
—¿Qué? No. Es que no quería estar en Ashville mientras ella lidiaba con esto sola. Y ahora que lo de estas piezas está funcionando, no sé si tenga tiempo para seguir con la empresa de la familia.
David asintió en silencio y recorrió una veta de la mesa de madera con el dedo.
—Entiendo, Jake. Y me alegra. Si necesitas dar un paso al lado para enfocarte en esto, no voy a detenerte. Sé que tú nunca quisiste trabajar con papá como yo, y que solo aceptaste porque te lo pedí cuando él falleció. —Lo vio señalar los bocetos—. Esto es lo tuyo.
No supo qué decir, así que asintió, con un enorme nudo en la garganta cuando su hermano le dio una palmada en el hombro.
—Aunque tu cuenta de Instagram necesita nuevo contenido. Sol debería darte más clases.
—Púdrete.
—Yo también te quiero, bro. —David salió silbando una canción horrible.
Se quedó mirando el boceto, agarró el teléfono y tomó una foto antes de arrepentirse y en un golpe de audacia que solo Sol parecía inspirarle, publicó: "Próximo proyecto. Diseño personalizado para alguien especial. ¿Opiniones?"
Acababa de decirle al mundo que lo que hacía era importante para él y alejó de su cabeza todas las excusas que se puso por años.
Suspiró. Iba a contar hasta diez y no lo revisaría. Era un hombre despreocupado. No necesitaba validación externa de... Y las notificaciones empezaron a sonar al llegar a cinco.
Comentarios. Likes. Alguien preguntó el precio. Otro preguntó si hacía envíos internacionales.
Exhaló lentamente y una sonrisa idiota se le escapó. Esto estaba pasando y debía compartirlo con quien lo hizo posible para él.
Pero en cuanto salió del taller, sus planes cambiaron al ver a Titan correr como un desquiciado hacia un cuervo, y regresó desde el jardín de la señora Roberts con uno de sus colibríes Swarovski en el hocico, sin cabeza.
Se despidió de sus hombres de lejos, porque la señora Roberts ya estaba esperando en su porche cuando él se acercó.