Bajo el mismo techo

Capítulo 25

Sol

Ella arrastró a Charlotte hacia la salida trasera de O'Malley's, esquivando a Eddie, que intentaba convencerlas de quedarse para el karaoke.

—Emergencia femenina, vamos a la farmacia —anunció Sol, agitando la mano, pero Eddie la detuvo.

—Iré yo, necesito algo para el dolor de cabeza. ¿Qué compro? —Charlotte puso cara de pánico y los hermanos voltearon interesados.

Pero en cuanto Sol empezó a describir el tamaño y las características de los tampones, Eddie palideció y todos se alejaron de ellas como si hubieran mencionado una plaga bíblica.

Charlotte se mordió el labio para no reírse mientras salían al estacionamiento.

—No puedo creerlo.

—Me funcionaba todo el tiempo con Robert —confesó riendo también.

La farmacia estaba a tres cuadras y por fortuna estaba de turno. Entraron en silencio, y su amiga desapareció entre los pasillos mientras ella esperaba cerca de la caja, tamborileando los dedos contra el mostrador.

Regresó con una caja pequeña y la cara pálida.

—¿Lista?

—Para nada.

El baño prestado de la farmacia le estaba revolviendo el estómago con ese aroma a desinfectante mientras estaba apoyada contra la pared del pasillo, mordiéndose las uñas.

Se sobresaltó cuando escuchó la puerta abrirse y Char salió sosteniendo el palito blanco como si fuera un artefacto explosivo y sus ojos asustados se encontraron con los suyos.

—Negativo —susurró.

El aire se le fue en un suspiro que le dolió en el pecho y su amiga soltó una risa que fue mitad sollozo, mitad liberación cuando la envolvió en un abrazo. Pero lo hizo tan fuerte que casi cayeron contra unas cajas apiladas en el pasillo.

—Casi me da un infarto, idiota.

—Yo también —Su voz llegó apagada y vulnerable—. A veces siento que desaparezco entre los pañales y biberones. Que dejé de ser yo para ser solo… mamá.

Sol la apretó con más fuerza.

—Estás criando humanos, Char. Y para mí, eso cuenta como un superpoder que no todas poseemos. Te admiro, ¿sabes?

—Gracias por venir conmigo.

—Siempre.

Se separaron, sonriendo con lágrimas en los ojos, y salieron a la frescura de la noche con prisa, riendo como adolescentes que se habían salido con la suya.

Llegaron agitadas hasta la camioneta de David, donde se sentaron satisfechas y Char le hizo una videollamada a Ana para contarle.

Sol se sintió dichosa de que ambas se llevaran tan bien, y recibió la felicitación de su otra amiga por su relación con una risita avergonzada.

Estaba por soltar una de sus típicas respuestas cuando un ping de su teléfono la interrumpió. Era un correo, y cuando leyó el remitente maldijo haciendo que sus dos amigas se callaran.

—¿Qué pasa?

—¡Oh, por Dios! —exclamó Sol—. Me escribió Miranda Voss, de Luminence Skincare.

Ana gritó y Charlotte le hizo un gesto para que siguiera contando, así que leyó:

—Segunda entrevista programada para el lunes, 10:00 A.M. Campaña masculina aprobada. Ven preparada. Felicitaciones, Solange.

—¡Lo lograste! —gritó Charlotte y la euforia explotó en su pecho, caliente y brillante al ver a sus amigas felices por ella.

Saltó y agarró a Char de los hombros para gritar con todas sus fuerzas:

—¡Atlanta, aquí voy! Esto hay que celebrarlo como se debe maldita sea, ¡Pon 'Roar' de Katy Perry!

La música empezó a sonar desde el altavoz del auto y se agarraron de las manos, girando en el concreto agrietado del estacionamiento.

Cantaron el coro a gritos, en compañía de Ana en la pantalla, las tres desafinadas y sin que les importara.

…a fighter. Dancing through the fire 'Cause I am a champion and you're gonna hear me roar. (soy una luchadora. Bailando entre las llamas. Porque soy una campeona y me escucharás rugir).

Sol la soltó para girar sobre sí misma con los brazos abiertos, y la risa se le escapó hacia el cielo estrellado sintiendo que finalmente todo encajaba en su lugar.

En el giro final, su mirada chocó con una figura inmóvil, así que se detuvo, aunque un poco mareada, y reconoció a Jake, con las manos hundidas en los bolsillos de los jeans. Entonces, la idiota sonrisa que aún colgaba en sus labios se derritió.

La música siguió sonando, pero el himno que creía adecuado para el momento, ahora parecía estarse burlando de ella.

—¿Volverás ahora? —preguntó él y como ella abrió y cerró la boca, incapaz de articular una frase que no los alejara, él bajó la cabeza y asintió, sin mirarla—. No hace falta que contestes.

Se dio la vuelta y empezó a caminar de regreso al bar y ella casi se cae por el empujón que Char le dio:

—Ve tras él, estúpida.

—¿Acaso quieres que me arranque la cabeza? —le preguntó mientras negaba.

—¿Desde cuándo te hiciste tan cobarde? —Char bufó exasperada—Alguien tiene que ser el adulto esta noche, así que entraré. Intentaré convencerlo de que no sea un neandertal y hable contigo. Tú... solo espérame aquí. Y trata de no arruinarlo.

* * *

Entró al auto y apagó el reproductor de un manotazo y suspiró con fuerza al darse cuenta que acababa de dañarle la noche a ambos. Miró el cielo de nuevo y decidió que debía enfrentarlo, pero cuando dio dos pasos vio que Jake ya venía de regreso y tragó con fuerza. Ella podía.

—Di lo que tengas que decir —dijo Sol, su voz sorprendentemente firme, usando la ira como escudo—. Di que soy una bruja, pero la verdad es que acabo de enterarme.

Jake volteó con una expresión resignada.

—¿Por qué aceptaste venir conmigo hoy, si…?

—Oye, no es justo. Sabías que esto no era para siempre. Te lo dije desde el inicio.

—Tienes razón —Jake soltó una risa corta y amarga—. Mi error fue pensar que esto sería suficiente para ti. ¿Cuándo te vas?

—Mañana, si es posible, pero no puede pasar de este fin de semana.

Jake suspiró antes de mirar a la calle y luego a ella.




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