Bajo el poder de un mafioso

Capítulo 13

Renata.

Caminaba por toda mi habitación, la inquietud de saber porque Hellen tenía ese comportamiento tan extraño con Andrés no me dejaba estar tranquila.

Las horas pasaron y aun no tenía noticias de ellos pero al menos no he escuchado ningún disparo ¡Dios! ¿Será que bajó para ver qué está pasando? Me preguntaba si debería ir o no, ya estaba pasada de entrometida, no quiero meterme en más problemas... ¿Y si voy a verlos y él se enfurece? ¿O peor si Hellen se enfurece más? No quiero que ninguno se moleste conmigo o me ponga malas caras, ¡Joder! Mejor me quedo quieta aquí, si el señor A no cuestiono a Hellen cuando me corrió significa que él no me quiere ahí... Me encontraba pegada de la puerta de mi habitación por si escuchaba mi nombre pero pasaron minutos y más minutos, donde podía sentir el abrumador silencio del pasillo. Finalmente tiempo después la noche cayó por completo, me había cansado de esperar en la puerta así que me fui acostar... Tal vez no vuelva a ver al señor A más hasta mañana, entre sábanas y almohadas me fui quedando dormida... Sin embargo escuche perfectamente cuando fueron abriendo lentamente mi puerta y me desperté adormecida.

Señor A.

Me había quedado en mi despacho terminando unos pendientes y ella se apoderó de mi mente, había caído la noche pero necesitaba verla. Hoy fue nuestra primera vez y aún no sé si le gustó, o si no fue así.

Fui hasta su habitación y con cuidado abrí su puerta, pensé que no me había escuchado pero ella enseguida preguntó bostezando.—¿Quien anda ahí?—las luces estaban apagadas y de seguro no le permitía visualizar quien estaba entrando.

—Soy yo, Andrés. Solo quería desearte feliz noche.—le comente mientras me acerqué a su cama.

—Te estuve esperando por horas, pensé que ya no vendrías. —se levantó de la cama buscando su bata y camino hacia el centro de la habitación.

La seguí.

—Lo siento, hubiera venido antes pero tuve cosas que resolver.

—¿Cuales cosas? —atacó fuerte—Estuve preocupada durante horas, no entendía porque Hellen nos interrumpió así? Y tú solo llegas aquí como si nada para decirme que tenias cosas que resolver.—su voz se elevó— Pensé que algo malo pasaba, estaba preocupada por ti.—exclamó molesta.

Había olvidado cómo se sentía que alguien se preocupe por ti, había olvidado cómo es que una mujer olvide sus preocupaciones solo por ti. Una vez más Renata me confirmó que poco a poco se está enamorando de mí.

Sonreí, mientras fijamente enamorado la observaba sin responder a sus preguntas.

Renata.

¿Quién se cree para reírse de mí? ¿Acaso no escuchó ninguna de mis palabras?

¡Dios! La sangre corría por todo mi cuerpo quemando mis huesos, todo se me nublo, no oía, no razonaba porque simplemente esa maldita sonrisa se mostraba  para cegarme de ira y fue cuando vino violentamente un impulso a mí. —¡De mí no te ríes, idiota! —tas, una bofetada justo en su maldito rostro le tiré.

Él no dudó en venir hacia mí como un diablo prendido en fuego, tomo fuerte de mi mentón recostándome de la pared. —No permitiré este comportamiento.—su respiración estaba descontrolada—No vuelvas a tocarme la puta cara. —su mirada estaba ida, en blanco total.—Aunque te ame, créeme cuando te digo que si vuelves  abofetearme lastimare cada parte de tu hermoso cuerpo.—susurró a mi oído haciéndome sudar de miedo. Me soltó y al instante me acaricie mi mentón, Andrés había apretado fuerte.

Se dio la vuelta para irse pero la valentía en mí quiso salir.

Lo escupí por detrás. —¡Tus amenazas me dan asco, animal! —

Se detuvo. Giró lentamente hacia mí y me miró como león cuando caza para cenar, se desabotono su camisa. —¡Te mostraré que no son ningunas amenazas en vano! —expreso calmado y seguro. Me quedé inmóvil viendo como venía hacia mí determinadamente malévolo hasta que estuvo cerca de mí fue cuando reaccione y quise huir pero era tarde, logró tomarme a la fuerza y a sus hombros me alzo. —¡Suéltame! ¡Suéltame ya, Andrés!—exprese pataleando contra él.

Él no dijo nada solo fue hasta otra habitación y reviso unos cajones donde saco unas cuerdas. Yo aún batallaba con él para que me soltara. Luego de conseguir lo que quería volvimos a mi habitación y me tiró fuerte a la cama, quise correr pero él mi mano sostenía... —¿Qué estás haciendo? —le pregunté asustada.

—¡Ya verás! —Dijo mientras  fue amarrando con la cuerda mis manos y luego mis pies. Mi cuerpo temblaba, mi corazón quería salir de mi pecho y solo pensaba ¿por qué me estaba amarrando?

Luego de terminar se paró en frente de mí sin camisa, por un momento me perdí en su definido y perfecto abdomen pero luego volví a la realidad al ver que no podía mover mis manos ni mis pies. —¿Por qué haces esto? ¿Qué piensas hacerme? ¿Violarme? ¿Ah? —lo bombardee con preguntas mientras él con su cara sin expresiones me miraba.

—¿Me crees tan cerdo como para violarte? —Su mirada reflejaba la impresión de mi pregunta.—¡Jamás te tocaría sin que me lo pidas! —resaltó.

—¿Entonces...? ¿Por qué me tienes aquí atada? —Mi voz temblaba y él comenzó a besar mis pies—¡Necesitas ser castigada! —respondió mientras sus labios junto a su lengua recorrían mi cuerpo, estaba por los pies y fue subiendo lentamente hasta llegar a mis bubis... ¡Dios mío! Un escalofrío sentí que recorrió cada parte de mi cuerpo lo que me hizo estremecer un poco, me estaba calentando y mi vagina ya estaba a punto de llorar... ¡Esta sensación de querer tener sexo jamás la había sentido tan fuerte! —¡Pará! —susurré con mis ojos cerrados, sí cerrados, me imaginaba ese gran miembro dentro de mí.  El señor A no se detuvo, siguió recorriendo mi piel con besos y caricias.—¡Para! ¡Por favor, para ya! —suplique y él enseguida se detuvo parándose enfrente de mí con su gran miembro erecto.

Señor A.

Quizás debí controlarme.



#873 en Novela romántica
#326 en Chick lit

En el texto hay: mafia, drama, amor

Editado: 02.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.