Bajo el poder de un mafioso

Capítulo 17

Rabia. Tristeza. Y defraudada era los sentimientos que arrugaban mi corazón en este preciso momento, el dolor de saber que el señor A no cumplió con lo que le pedí sinceramente me destrozaba mi alma. Me siento como una estúpida, como una niñita tonta que cayó por completo en la mentira.

Apenas pisé el asqueroso suelo de la mansión corrí a mi habitación, no quería ver a nadie, sin embargo cuando iba por el pasillo hacia mi aposento me encontré a Hellen.

—¡Jesús, gracias! —Miró hacia arriba—¡Qué bueno verte bien! —vino a mí abrazándome. Quede inmóvil, no estaba de humor para soportar su bipolaridad y lo deje notar.

—¡Basta! —La aleje de mí—Estoy harta de tu bipolaridad. No puedes tratarme bien o mal cuando te plazca, no soy tu puta empleada—gruñí descargando toda mi frustración con Hellen.

Ella me miró impresionada y culpable al instante me sentí pues, Hellen me recuerda físicamente un poco a mi madre. Sin embargo, no hice notar mi arrepentimiento.

—Reni... —la interrumpí.

—¡Y...! ¡Ya no me digas Reni! —exclame molesta marchándome al fin a mi habitación.

Al llegar tiré fuerte la puerta haciendo retumbar por toda la mansión ese sonido fuerte al cerrar.

Hellen.

¡Dios mío! 

¿A dónde ha quedado la niña dulce que conocí?

Realmente desconozco a Renata con esa actitud, algo tuvo que haber pasado. Necesito hablar con Andrés...

Seguí mi caminar después de escuchar como Renata tiró de su puerta, me encontraba algo disgustada, no me gusta ver así a mi sobrina y más cuando le prometí a mi hermana cuidarla.

Estaba a punto de bajar las escaleras cuando me lo tope, pasó por mi lado como si no existiera y enseguida me indigne mucho.  Despegue fuerte mi voz. —¿A dónde vas? —le pregunté arqueando una ceja reflejando mi molestia.

Andrés se detuvo.

—¡¿Qué te importa?! ¡Ocúpate de tus asuntos! —manifestó cortante y seco, dándome la espalda.

Pretendía seguir su caminar, de aseguro iba a su habitación a fantasear que su ex esposa vive, pero lo paralice cuando le dije. —No veo a mi sobrina feliz, al parecer has faltado a tus promesas.—sabía que despertará las bestia que vive dentro de él pero no me importó, haría cualquier cosa por Reni.

Señor A.

Giré lentamente hacia ella conteniendo la ira.

Mis labios necesitan hidratación y me pase suavemente la lengua por donde ellos.

Reí sutilmente maldito y la mire fijamente.

—No me amenaces. —Me acerque lentamente hacia ella hasta sentir su respiración— Sabes muy bien que haría cualquier cosa por lo que quiero y a Renata la amo más que a mi vida. —Le advertí. Mis ojos insinuaban lo cansado que me tenía Hellen, estaban rojos mientras las pupilas dilatan diciendo lo frustrado que me encontraba.

—¡No te amenazo!—aclaró serena  viéndome  firmemente— Y... Sabes muy bien que me sabe a mierda tú carácter de puta.—soltó una ligera risa—Sí no veo a mi sobrina feliz, la voy alejar de ti, ya te lo advertí Andrés.—puntualizó la última frase molesta. Me empute enseguida, mi respiración se tornó agitada y solo deseaba matarla pero recordé que sin ella no hubiera tenido nada.

Respire hondo conteniendo unos minutos el aire dentro de mí para tranquilizarme. Cerré mis ojos. Y el deseo de matarla se había desvanecido por completo, la miré indicando que todo estaba bien y me di la vuelta para seguir mi caminar hacia la habitación de Renata.

Escuché nuevamente su voz a mis espaldas y me volví a detener.

—¡Necesito hablar contigo sobre el negocio en el despecho! ¡Te espero en cinco minutos ahí! —ordenó Hellen.

Asentí alzando mi mano diciendo que sí, que si nos veíamos allí.

Segundos después me encontraba tocando su puerta, intente abrirla pero Renata había pasado el seguro.

—Necesito hablar contigo. Déjame explicarte todo, por favor—suplicaba detrás de su puerta.

Renata.

Después de lo que hizo aún tiene el descaro de buscarme.

¡Dios! Que imbécil.

—¡Vete de aquí Andrés, no quiero hablar contigo! —Grite enojada.

—No me iré. —su voz se escuchaba diferente, como triste—No lo haré hasta que sepas que lo hice porque... Maldita sea, te amo como toda mis fuerzas.—confesó sinceramente dolido. Me recosté de la puerta para escucharlo mejor. —Jamás había sentido esto por alguien. Jamás había sentido que el corazón se me destrozara en millones de pedazos que son imposibles de restaurar... Te has convertido en una personas indispensable en mi vida, quiero hacerte feliz toda la puta vida y sé que no debí conseguirte ese papel pero sé también que te gustó, porque lo vi en ese rostro angelical que miró con ternura todos los días. —suspiró—Renata, te amo, espero que puedas perdonarme. —Dijo.

Una lágrima salió al escuchar el amor que el señor A siente por mí. Nunca había conocido a alguien así, ya lo había dicho pero es la verdad, nadie me había mostrado su corazón, sus sentimientos por mí. Y que él sea el primer hombre me hace amarlo aún más...

Suspire.

Luego de unos minutos decidí abrir la puerta pero Andrés se había ido. Quizás se fue a su habitación, debería buscarlo también.

Señor A.

—Espero que sea importante lo que me vayas a decir. No estoy de ánimos para escuchar estupideces. —Dije con un nudo de tristeza en mi garganta. Entré a mi despacho y fui directo a servirme un trago mientras la lluvia comenzó a caer.

Hellen me esperaba en el sofá.

Inhaló aire.

—Me preocupas, Andrés. —Dijo siguiéndome hacia mi escritorio.

—¿Para esto me quieres aquí? ¿Para decirme que te preocupa que pierda la cabeza? —Pregunté seco dándole un sorbo a mi bebida.

Hellen giró sus ojos molesta..

—¡No te traje para eso! —Dijo molesta—He conseguido el cargamento robado de coca—

Enseguida atrapó toda mi atención y me levanté emocionado de mi asiento.



#877 en Novela romántica
#325 en Chick lit

En el texto hay: mafia, drama, amor

Editado: 02.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.