Las campanas de la iglesia están sonando anunciando que hoy es mi gran día.
Anoche no dormí pensando en Lucas, aún no estoy segura de casarme con él pero no lo quiero herir. No otra vez.
Suspire.
Abrí la puerta para que pasara mi mejor amiga Celeste y Alic la novia de mi hermano. Ellas se encargaran de mi maquillaje y peinado. Me sentaron enfrente a un espejo e hicieron su magia, me dejaron espectacularmente radiante...
—¿Te gusta como quedaste? —Dijo Celeste.
—¿O quieres más brillo en tus párpados? —comentó Alic. La tristeza en mí me estaba ahogando, si hablaba iba a salir y no podía permitirlo... Así que corrí a mi baño y ahí me encerré por un rato.
Tiré y pase seguro a la puerta mientras inclinada en el lavamanos me preguntaba entre lágrimas ¿Que estoy haciendo? ¡Debo confesar la verdad!
—¿Renata? ¿Todo está bien? —preguntó angustiada Alic, detrás de la puerta. Escuchaba los murmullos de Celeste y tomé aire fuerte y salí.
No las miré.
Salí decidida e ignorándolas.
Sequé mis lágrimas y fui en busca de Lucas, esto debí hacerlo hace tiempo y hasta ahora me doy cuenta. Quizás tenía que estar vestida así, con este vestido blanco pastel y arreglada de punta en punta para darme cuenta que no amo a Lucas. No me puedo casar con él.
Busqué en todas partes en el baño, en la sala y en las habitaciones pero nadie estaba en la casa, sin embargo al mirar el patio todos estaban ahí. Lucas estaba esperándome junto al cura mientras los invitados esperaban mi entrada para levantarse de sus asientos... Camine sin pensarlo hacia allá y al ver que al instante todos fijaron sus felices miradas hacia mí mientras el coro de la iglesia comenzó a cantar, me paralice. Lucas me sonrió desde el otro extremo del altar esperándome y poco a poco fui caminando. No sabía qué hacer. No podía decirle a Lucas lo que realmente sucedía, no podía hacerlo aquí. Por lo cual tuve que seguir con los planes...
Segundos después me encontraba junto a mi futuro esposo, seguidamente él cura pidió que nos tomáramos de las manos. Lucas me miraba completamente seguro de esta decisión, sin embargo yo lo observaba totalmente triste, insegura.
Quería llorar, pero lo contuve porque no podía desplomarse enfrente de todos, enfrente de mis amigos y familiares.
“Bienvenidos sea a la unión de estas dos almas de Dios...” Minutos después habló el padre sacándome de mis pensamiento ¿De verdad voy hacer esto? “Hoy todos ustedes son testigos de esta hermosa unión entre estos corderos del señor Jesús” Escuchaba al padre y quería salir corriendo ¿Pero a donde voy? Mis pensamientos se revuelven, siento que me falta el aire y quiero correr, me doy la vuelta y me congelo al verlo ahí parado con su traje negro y sus mirada de diablo.
¿Qué hace aquí?
Señor A.
Amanecí hundido en el alcohol, sin embargo al ver salir el sol cogí inmediatamente mi mejor traje y fui rumbo a ver con mis propios ojos si ella se atrevería a casarse.
Tiempo después me encontraba en su altar viendo como agarrada de manos se encontraba con su prometido. Sentí ira correr por mi venas y culpabilidad apuñalar mi corazón, si no le hubiera mentido yo estaría en el lugar de ese sujeto, me estaría casando con el amor de mi vida.
Me quedé al final del altar parado y viendo todo el espectáculo, pude notar desde lejos que ella nerviosa estaba, sus manos temblaban y buscaba a todas partes una salida de aquí hasta que sintió la presión de mi mirada y volteó.
Enseguida me fui, mi plan nunca fue que ella me viera allí.
Renata.
“¿Andrés?” Susurre al instante de verlo.
Él enseguida huyó y no dude en seguirlo.
Corrí sin dar explicación y todos los invitados se levantaron enseguida, no mire atrás pues seguro que Lucas debe estar destrozado pero más lo estaría si hubiera seguido con toda esta falsa. Había perdido de vista al señor A, comencé a buscarlo con la mirada a todas partes desesperada hasta que lo vi...
Señor A.
Estaba a punto de subirme a mi camioneta cuando escuche. --¿Qué haces aquí? —esa linda voz que acelera mis latidos.
Voltee.
—Quería comprobar con mis propios ojos si esto era real. —Dije acercándome a ella.
—Pensé que no volvería a verte. —Ella se fue acercando a mí despacio.
—¿Cómo pudiste pensar eso? —La mire fijamente—Desde que te fuiste de la mansión, no ha faltado un día en que no pueda parar de pensar en ti. —tome su mejillas sin permiso—Simplemente porque te amo. Te amo incluso más que mi propia vida, Renata. —Solté totalmente seguro. Ella sonrió.
Renata.
Sus palabras fueron tan sinceras que al momento no dude de él, me le quedé mirando y una sonrisa por mi rostro se desplegó. Luego en un par de segundos me aleje un poco de él al pasar por mi mente el recuerdo “De que se enamoró de mí por el parecido a su antigua mujer”.
—Tú en realidad no me amas—baje la mirada—Tú amas de mí el parecido que tengo de tu antigua mujer. —Dije sin mirarlo, no podía pues lloraría enfrente de él y no podría mostrarme tan frágil.
Él se acercó nuevamente a mí, tomó mi mejilla y mi mentón subió. Me obligo a verlo y luego expresó. —Yo amaba a Sabrina, no te lo voy a negar. Me iba a dar un hijo y es el sueño más grande que quiero realizar. Sin embargo... —suspiró— El mismo día que te vi y te conocí me di cuenta que eras totalmente diferente a Sabrina, me enamore de ti por tu forma tan explosiva de ser... Tu cuerpo, tu cara me encantan por sin duda alguna son únicas en el mundo. Quiero que tengas claro que nunca me enamore de ti por el parecido tan macabro de Sabrina. —confeso haciendo vibrar mi corazón de amor.
Sinceridad vi en su mirada.
Y lo besé. Le di un beso profundo y apasionado, lo bese dándole todo mi amor haciendo que nuestros cuerpos entren en calor... El señor A enlazar su lengua junto a la mía mientras sus manos pasaba por mis caderas, mi vagina estaba llorando... Quería desnudarme justo en este momento para que me hiciera suya nuevamente pero me paralice al escuchar esa inocente voz.