Bajo el ruido de la fama.

CAPÍTULO 1. Davien Kiven.

Dicen que la música es libertad. Para mí, la música es poder.
Cada vez que mis dedos recorren las cuerdas de mi guitarra eléctrica, el mundo se detiene. El ruido de los pasillos o de cualquier lugar, las voces de los profesores o de la audiencia e incluso las miradas curiosas… todo se apaga. Solo quedo yo, mi instrumento y el eco que me recuerda quién soy: el guitarrista de una banda que todos conocen, el tipo que brilla bajo las luces aunque no quiera admitirlo. Por eso quiero que recuerden mi nombre y mi apellido: Davien Kiven.

No voy a mentir: me gusta esa sensación de superioridad. Que me miren, que me juzguen, que piensen que soy arrogante. ¿Y qué? Prefiero que me teman a que me subestimen. Nadie entiende lo que significa cargar con la presión de una persona famosa, con contratos que pesan más que cualquier acorde. Nadie, excepto yo.

Pero aquí, en este instituto, soy solo otro estudiante con una guitarra, aunque demasiado cara y un ego que todos creen real. Lo gracioso es que detrás de esa fachada hay algo que nunca confieso: la música no me salva, me ata. Y cada ensayo, cada concierto, cada mirada del público… es una cadena más.

Y estos días, mientras camino en el simple pasillo del instituto, siento que algo distinto está a punto de suceder. No sé qué, o quién, pero el aire vibra como antes de un solo que puede cambiarlo todo.




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