Bajo el ruido de la fama.

CAPÍTULO 7. Golpes en silencio. (Harris).

Nunca pensé que alguien como Davien se fijaría en mí. Y mucho menos que me buscaría en la sala de música, ese rincón olvidado donde solo yo parecía encontrar sentido. Pero allí estaba, frente a mí, con esa mirada que no era arrogante ni ensayada. Era desesperada.

—Necesito un baterista —me dijo, directo, sin rodeos.
Me quedé helado, con las baquetas aún en la mano.
—¿Y Kai? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.
—Kai no puede seguir. Se rompió la mano. El concierto está cerca y… —hizo una pausa, respirando hondo—. No tenemos tiempo.

Su voz tenía un peso distinto. No era el tono del “gracias, gracias” que repetía en los pasillos. Era real, crudo. Por un instante, casi me convenció. Pero luego recordé quién era. Davien, la “super estrella” que todos admiraban, el arrogante que parecía vivir en un mundo aparte.

—No —respondí, bajando la mirada.
—¿No? —repitió, incrédulo.
—No soy parte de tu mundo. Yo… solo toco aquí, en silencio.

Davien dio un paso hacia mí, con los ojos encendidos.
—Lo que escuché antes no fue silencio. Fue música. Y necesitamos eso.

Me mordí el labio. Parte de mí quería aceptar, quería creer que podía ser más que el chico invisible del instituto. Pero otra parte, la más fuerte, me decía que no debía. Que no podía.

—No entiendes —dije al fin—. No quiero ser parte de tu banda.

El silencio se hizo pesado. Davien me miró como si no pudiera creerlo.
—¿Prefieres quedarte aquí, escondido, mientras otros hacen historia? —preguntó, con un tono que mezclaba rabia y súplica.
—Prefiero quedarme donde pertenezco —respondí, firme, aunque por dentro dudaba.

Davien suspiró, frustrado.
—No tenemos tiempo, Harris. Piensa lo que quieras de mí, pero la música no espera.

Se dio la vuelta y salió de la sala, dejando la puerta entreabierta. El eco de sus palabras quedó flotando, mezclado con el sonido de mis propios latidos.

Me quedé solo, otra vez. Miré la batería, como si pudiera darme una respuesta. Pero lo único que encontré fue más preguntas.

Pensé en Stellie. En su mirada nerviosa cada vez que alguien mencionaba bandas famosas. En cómo evitaba hablar de ciertos temas conmigo. ¿Y si su misterio tenía que ver con Davien? ¿Y si ella sabía más de lo que me decía?

La idea me golpeó fuerte. Stellie, mi única amiga, mi apoyo constante, ¿podría estar conectada con ese mundo que yo tanto despreciaba?

Quise llamarla, contarle lo que había pasado. Pero no lo hice. Algo dentro de mí me detuvo. No quería que supiera que Davien me había buscado, que me había pedido ser parte de su banda. No quería que me viera dudando, ni que pensara que podía dejar de ser solo Harris.

Guardé el secreto.

Me senté de nuevo frente a la batería y toqué, despacio, como si cada golpe fuera una forma de ordenar mis pensamientos. Pero el eco no me dejaba en paz. Era como si cada redoble repitiera las palabras de Davien: La música no espera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.