Bajo el ruido de la fama.

CAPÍTULO 10. El primer compás. (Davien).

Nunca pensé que volvería a verlo tan pronto. Harris apareció en la puerta del salón de ensayo, con esa mezcla de nervios y decisión que lo hacía parecer distinto a todos los demás. No era como los chicos que se ofrecieron para reemplazar a Kai, ansiosos por impresionar. Él estaba ahí porque lo había decidido, no porque buscara aplausos.

Por dentro, sentí una chispa de felicidad. No lo demostré, claro. No podía. Mi papel siempre había sido el del líder seguro, el arrogante que nunca duda. Pero en ese instante, lo único que quería era gritar que por fin alguien había escuchado lo que yo escuché en la sala de música.

—Harris —dije, con voz firme, como si no me sorprendiera—. Me alegra que hayas venido.

Él no respondió de inmediato. Caminó despacio hacia nosotros, mirando a cada uno de los chicos de la banda. Rylan estaba sentado con su bajo, Damon ajustaba el piano, Donwho afinaba su guitarra acústica. Todos levantaron la vista, curiosos.

—Chicos —dije, rompiendo el silencio—, les presento a Harris.

Rylan arqueó una ceja, con esa actitud que siempre tenía de cuestionar todo.
—¿Este es el que escuchaste en la sala?
—Sí —respondí, firme.
—Bueno… veremos si aguanta —dijo, con una media sonrisa que escondía tanto escepticismo como interés.

Damon, en cambio, sonrió con calma.
—Bienvenido —dijo, con esa voz serena que siempre parecía poner paz en cualquier situación.
Donwho se levantó y le dio una palmada en el hombro.
—No te preocupes, aquí todos empezamos con nervios.

Harris asintió, incómodo. Se notaba que no estaba acostumbrado a ser el centro de atención.

—Es el nuevo baterista —añadí, sin rodeos.

Rylan soltó una risa breve.
—¿Así de fácil?
—Así de fácil —respondí, mirándolo con firmeza.

Harris se acercó a la batería. Se sentó, ajustó el asiento, tomó las baquetas. Por un momento, se quedó quieto, observándonos. Sus ojos recorrían cada rostro, como si quisiera asegurarse de que realmente estaba allí, de que no era un sueño.

Yo lo miraba en silencio, intentando contener la emoción. Por dentro, estaba feliz. Sabía que él era la pieza que faltaba. Pero no podía mostrarlo. Tenía que mantener la fachada, la imagen del líder que nunca se deja llevar.

—Vamos a probar algo —dije, colgando mi guitarra eléctrica y ajustando el micrófono—. Una canción sencilla, para ver cómo funcionamos juntos.

Damon se acomodó frente al piano, Rylan afinó el bajo, Donwho preparó su guitarra acústica. Todos esperaban mi señal.

—Sigue mi ritmo —le dije a Harris, mirándolo fijamente—. No pienses demasiado. Solo toca.

Él asintió, respiró hondo y levantó las baquetas. El primer golpe resonó en la sala, firme, seguro. Luego otro, y otro. El ritmo empezó a crecer, y yo lo seguí con la guitarra. Damon añadió acordes suaves, Rylan entró con el bajo, Donwho completó con su acústica.

La música nos envolvió. Por primera vez desde que Kai se fue, sentí que la banda estaba completa. Harris no solo tocaba, sentía cada golpe, cada redoble. Era como si la batería hubiera estado esperándolo todo este tiempo.

Me acerqué al micrófono y dejé que mi voz se alzara. Canté las primeras líneas de una canción que habíamos compuesto hacía meses, una pieza que siempre nos costaba mantener viva sin la fuerza de la batería.

—We’re burning in silence, chasing the fire…

Mi voz llenó la sala, y noté cómo Harris me miraba, sorprendido. No era solo por la letra, sino por la intensidad con la que cantaba. Tal vez nunca me había visto en ese papel, no como el arrogante de los pasillos, sino como alguien que realmente vivía la música.

El ritmo se volvió más fuerte. Damon se dejó llevar, sus dedos recorriendo las teclas con precisión. Donwho cerró los ojos, tocando acordes que parecían fluir de su interior. Rylan, aunque siempre serio, movía la cabeza al compás, como si al fin aceptara que esto funcionaba.

—¡Más fuerte, Harris! —grité entre versos.

Él respondió con un redoble que hizo vibrar toda la sala. La energía se disparó, y por un instante, todos nos miramos con la certeza de que algo nuevo estaba naciendo.

Cuando terminamos, el silencio fue breve, seguido de una sonrisa de Damon.
—Funciona —dijo, sencillo.
Donwho asintió.
—Sí, funciona.

Rylan se encogió de hombros, pero no pudo ocultar la pequeña sonrisa que se le escapó.
—No está mal.

Harris bajó las baquetas, respirando agitado. Nos miró, como si buscara una respuesta. Yo me acerqué, con la misma voz firme de siempre.
—Bienvenido a la banda.

Por dentro, estaba feliz. Pero no lo demostré. No podía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.