Bajo el ruido de la fama.

CAPÍTULO 13. El eco de las confesiones. (Harris).

Nunca pensé que Davien pudiera decir algo así. “Tengo miedo.” Esa frase seguía resonando en mi cabeza como un redoble imposible de apagar. El chico que todos admiraban, el líder seguro, el arrogante que parecía tenerlo todo bajo control, me había confesado su miedo. Y lo había hecho a mí.

Caminaba por las calles del barrio después de la reunión, con las manos en los bolsillos y la mente llena de preguntas. Las luces de las farolas iluminaban el suelo húmedo, y cada paso parecía marcar un ritmo que no podía dejar de escuchar. El eco de la batería aún estaba en mis manos, pero ahora se mezclaba con algo más: la voz de Davien, vulnerable, sincera.

Me sorprendía lo mucho que me había afectado. No era solo que me hubiera confiado algo personal. Era que, por primera vez, lo veía como alguien real. No como la “super estrella” que todos seguían, sino como un chico que cargaba con un peso enorme y que, en silencio, temía derrumbarse.

Pensé en los demás. Rylan, siempre serio, siempre crítico. Damon, calmado, buscando armonía en todo. Donwho, cálido, intentando suavizar las tensiones. Y Davien, el líder que parecía invencible, pero que en realidad estaba tan frágil como cualquiera de nosotros.

Me pregunté si Stellie sabía algo de esto. Ella siempre había sido misteriosa cuando se hablaba de bandas, siempre evitaba dar demasiados detalles. ¿Y si conocía ese lado oculto de Davien? ¿Y si su silencio estaba conectado con él? La idea me inquietaba, pero también me hacía sentir que había algo más grande detrás de todo esto.

Llegué a casa y me encerré en mi habitación. Mi batería estaba allí, esperándome. Me senté, tomé las baquetas y empecé a tocar, despacio, como si cada golpe fuera una forma de ordenar mis pensamientos. El sonido llenó el espacio, pero no era solo música. Era un diálogo conmigo mismo, una manera de procesar lo que había vivido.

Cada redoble me recordaba la reunión, las voces de los chicos, las bromas de Donwho, la seriedad de Rylan, la calma de Damon. Y, sobre todo, la confesión de Davien.

¿Por qué me lo dijo a mí?
Esa pregunta me perseguía. Podría haberlo guardado para sí mismo, podría haberlo compartido con alguien más cercano. Pero me lo dijo a mí, el chico invisible, el que apenas había empezado a formar parte de su mundo.

Quizá porque me vio diferente. Quizá porque, en mi música, encontró algo que le recordaba que no estaba solo.

Me quedé tocando durante horas, perdido en el ritmo. En algún momento pensé en llamar a Stellie, contarle lo que había pasado. Pero me detuve. No quería compartirlo. No aún. Era como un secreto entre Davien y yo, algo que me conectaba con él de una forma que no podía explicar.

Apagué las luces y me tumbé en la cama, pero el sueño no llegaba. Cerré los ojos y vi su mirada, seria, cargada de miedo. Escuché su voz, diciendo que no podía mostrarlo, que si lo hacía todo se vendría abajo.

Y entonces lo entendí. Davien no era invencible. Era humano. Y, de alguna forma, eso lo hacía más fuerte.

Me di la vuelta, mirando el techo. Sentía que algo había cambiado. No era solo que ahora formaba parte de la banda. Era que, por primera vez, alguien me había mostrado que incluso los más admirados podían tener miedo.

Y yo… yo empezaba a sentirme conectado a él.




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