Bajo el ruido de la fama.

CAPÍTULO 15. Entre clases y sombras. (Harris, Davien).

Harris

El aula estaba llena de murmullos, el sonido de hojas pasando y el golpeteo de lápices contra las mesas. Yo intentaba concentrarme en el libro abierto frente a mí, pero mi mente estaba en otra parte. Desde que Davien me confesó su miedo, no podía dejar de pensar en él. Era como si esa frase hubiera abierto una puerta que no podía cerrar.

Cuando la campana sonó, recogí mis cosas y caminé hacia la sala de música. Ese lugar se había convertido en mi refugio, uno de los únicos sitios donde podía respirar.

Abrí la puerta y entré, dispuesto a perderme en la batería, pero antes de que pudiera sentarme, escuché pasos apresurados en el pasillo.

Davien

Las clases siempre eran un espectáculo. No importaba lo que hiciera, siempre había alguien siguiéndome, alguien que quería estar cerca. Esa vez fue una chica, insistente, con una sonrisa que no se apagaba.

—Davien, ¿quieres salir conmigo? —preguntó, siguiéndome por el pasillo.
—No puedo —respondí, intentando sonar amable pero firme.
—¿Por qué no? —insistió, acelerando el paso.

La presión me incomodaba. No quería escenas, no quería atención. Necesitaba escapar.

Vi la puerta de la sala de música abierta y, sin pensarlo, entré.

Harris

Me giré sorprendido cuando Davien apareció de golpe, con una chica casi detrás de él, o eso parecía por una sombra. Antes de que pudiera decir nada, él me tomó de la mano.

—Ven —susurró, con urgencia.

No tuve tiempo de reaccionar. Me arrastró hacia el fondo de la sala, detrás de una tela gruesa que colgaba como un telón improvisado.

Davien

El corazón me latía rápido. La chica seguía buscándome, y necesitaba esconderme. Harris estaba allí, y sin pensarlo, lo usé como mi escudo.

Lo empujé suavemente contra la pared, mi mano cubriendo su boca para que no hiciera ruido.

—Shhh —murmuré, apenas audible.

Harris

El mundo se detuvo. Sentí la pared fría en mi espalda, la tela rozando mi hombro, y la mano de Davien sobre mi boca. Su mirada estaba fija en la entrada, atento a cualquier movimiento.

Yo, en cambio, solo podía pensar en lo cerca que estaba. Su respiración rozaba mi piel, su mano firme me obligaba al silencio.

El pasillo seguía lleno de pasos, la voz de la chica llamándolo.
—Davien, sé que estás ahí…

Mi corazón golpeaba tan fuerte que temía que él pudiera escucharlo.

Davien

La tensión era insoportable. La chica seguía rondando, pero yo no podía moverme. Harris estaba allí, mirándome con los ojos abiertos de sorpresa.

Por un instante, olvidé la persecución. Solo sentí la cercanía, el silencio compartido, el extraño vínculo que se había formado entre nosotros.

Finalmente, los pasos se alejaron. La voz desapareció. El pasillo quedó en calma.

Solté la mano que tenía en Harris, despacio, como si temiera romper algo invisible.

—Lo siento —dije, bajando la mirada.
—¿Qué… qué fue eso? —preguntó él, aún nervioso.
—A veces necesito escapar —respondí, con una sonrisa amarga—. Y tú estabas aquí.

Harris

Me quedé en silencio, intentando procesar lo que acababa de pasar. No era solo que me hubiera usado para esconderse. Era que, por un instante, había sentido que compartíamos algo más que música.

Lo miré, aún con el corazón acelerado.
—No tienes que disculparte —dije al fin.

Davien me sostuvo la mirada, y en ese momento supe que, aunque él intentara mantener su fachada, había algo en él que solo yo estaba empezando a ver.




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