Bajo el ruido de la fama.

CAPÍTULO 18. Latidos escondidos. (Harris).

El pasillo hacia la sala de ensayo parecía más largo de lo normal. Cada paso que daba me acercaba a un lugar que ya no era solo música, sino también un espacio lleno de preguntas que no sabía responder. Desde lo que pasó en la sala de música, con Davien tan cerca, no podía dejar de pensar en él.

Mi corazón latía distinto. No era el ritmo tranquilo de siempre, era algo más rápido, más fuerte, como si cada golpe marcara un compás nuevo. Y aunque intentaba convencerme de que era solo nervios, en el fondo sabía que había algo más.

Abrí la puerta y lo vi. Davien estaba allí, ajustando su guitarra, hablando con Rylan sobre el setlist. Damon tocaba unas notas suaves en el piano, y Donwho afinaba su guitarra acústica. Todo parecía normal, pero para mí, nada lo era.

Davien levantó la mirada y me vio. Fue solo un instante, pero sentí que el aire se detenía. Me sonrojé, bajando la mirada, intentando parecer tranquilo.

—Harris —dijo, con voz firme—. Justo a tiempo.

Me acerqué a la batería, intentando ignorar la sensación en mi pecho. Pero los demás lo notaron.

—¿Qué pasa contigo? —preguntó Rylan, arqueando una ceja.
—Nada —respondí rápido, demasiado rápido.
Donwho sonrió, divertido.
—Se sonroja cada vez que Davien lo mira.

Me quedé helado.
—No es cierto —dije, nervioso.
—Claro que sí —añadió Damon, con calma—. Pero no pasa nada. Todos tenemos alguien que nos hace sentir distinto.

Me mordí el labio, sin saber qué decir. Davien no reaccionó. Se limitó a ajustar las cuerdas de su guitarra, como si no hubiera escuchado. Pero yo sabía que sí.

El ensayo comenzó. Cada golpe de batería era un intento de controlar mi corazón, pero no lo lograba. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban, sentía mariposas en el estómago. Cada vez que sus dedos rozaban los míos al pasarme una partitura, deseaba que ese toque durara más.

No lo entendía. No sabía qué significaba. Solo sabía que algo dentro de mí había cambiado.

—Buen ritmo —dijo Davien, después de una canción.
—Gracias —respondí, intentando sonar normal.

Pero por dentro, esas palabras eran más que un elogio. Eran un latido, un recordatorio de que él me veía, de que no era invisible.

Los demás seguían notando cosas. Donwho me miraba con una sonrisa cómplice, Damon parecía observarme con curiosidad, y Rylan, aunque serio, no podía ocultar que algo le llamaba la atención.

—Se nota que hay química —dijo Donwho, riendo.
—Sí, pero que no se distraigan —añadió Rylan, seco.

Yo bajé la mirada, sonrojado. No quería que lo notaran, no quería que lo dijeran en voz alta. Porque ni yo mismo sabía lo que estaba sintiendo.

El ensayo terminó y todos empezaron a recoger sus cosas. Yo me quedé sentado, mirando la batería, intentando calmar mi corazón. Davien se acercó, con su guitarra aún colgada.

—Buen trabajo —dijo, mirándome fijamente.
—Gracias —respondí, nervioso.

Por un instante, nuestras manos se rozaron al recoger unas partituras. Fue un toque breve, accidental. Pero para mí, fue más. Sentí un escalofrío recorrerme, un deseo de que ese contacto no terminara.

Lo miré, y él me sostuvo la mirada. No dijo nada, pero en ese silencio había algo que me hacía sentir que compartíamos más de lo que parecía.

Me levanté, con el corazón latiendo rápido. No sabía qué significaba todo esto. No sabía si era amor, si era amistad, si era algo más. Solo sabía que cada vez que lo miraba, deseaba que fuera algo más.

Y aunque no lo admitiera en voz alta, sentía mariposas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.