Davien
Después de tanto ensayo, necesitábamos relajarnos. Preparé palomitas y patatas, y pusimos una película. El salón se llenó de risas y comentarios. Damon terminó recostado sobre los brazos de Donwho, que lo miraba divertido. Rylan, aunque intentaba mantenerse firme, casi se quedó dormido en el sofá.
Poco a poco, los tres se fueron retirando hacia la habitación que compartirían los tres. El salón quedó en silencio, salvo por la luz tenue de la pantalla.
Y entonces, solo quedamos Harris y yo.
Lo miré. Estaba sentado al otro lado del sofá, con los brazos cruzados, serio.
—¿Sigues enojado? —pregunté, en voz baja.
Él no respondió de inmediato.
Harris
La película seguía corriendo, pero yo apenas la veía. Sentía la cercanía de Davien, aunque estaba al otro lado del sofá. Cuando me habló, mi corazón dio un salto.
—¿Sigues enojado? —dijo.
Lo miré, con rabia contenida. No contesté de inmediato, pero lo hice.
—¿Qué crees?
Él bajó la mirada, como si no supiera qué decir. Por un instante, pensé que se acercaría, que intentaría disculparse. Y parte de mí lo deseaba. Pero otra parte seguía dolida.
—No debiste decir eso —añadí, con firmeza.
—Lo sé —respondió, sincero—. Fue un error.
El silencio volvió. La película seguía, pero ninguno de los dos la miraba.
Davien
Quise acercarme, pero me contuve. Harris estaba herido, y no podía forzar nada. Solo me quedé allí, mirándolo de reojo, esperando que el tiempo hiciera lo que mis palabras no podían.
Por dentro, sentía el mismo nudo que él. La misma tensión. La misma necesidad de un acercamiento.
Pero por fuera, solo quedaba el silencio.
La noche avanzó, y aunque compartimos el mismo espacio, la distancia entre nosotros parecía más grande que nunca. Había un pequeño acercamiento, un intento de hablar, pero Harris seguía enojado. Y yo, aunque quería romper esa barrera, sabía que aún no era el momento.