El sol entraba por la ventana del salón cuando abrí los ojos. La tarde anterior había sido intensa: discusiones, bromas, silencios incómodos. Pero ahora, al despertar en el apartamento de Davien, sentía algo distinto (y yo había decidido quedarme unos días más). El enojo que me había acompañado los últimos días empezaba a desvanecerse, como si se hubiera diluido en la rutina compartida.
Me levanté sin nadie a mí lado y encontré a Damon en la cocina, preparando café. Donwho estaba sentado en la mesa, comiendo patatas como si fueran desayuno. Rylan afinaba su bajo en el sillón, serio como siempre. Davien apareció poco después saliendo del baño, con el cabello algo mojado y una sonrisa leve.
Mi corazón dio un salto.
No podía evitarlo. Cada vez que lo veía, sentía mariposas. Y aunque aún recordaba sus palabras que me habían herido, ahora parecía más fácil dejarlas atrás.
—Buenos días —dijo, mirándome.
—Buenos días —respondí, nervioso.
El ambiente estaba cargado. Faltaba solo un día para el concierto, y todos lo sabíamos. Damon hablaba de los acordes finales, Donwho proponía cambios en la entrada, Rylan insistía en la disciplina. Yo golpeaba suavemente las baquetas contra la mesa, intentando calmarme.
—Mañana es el día —dijo Davien, con voz firme.
—Sí —respondió Damon, tranquilo—. Pero estamos listos.
Su mirada me atravesó. Por un instante, olvidé el miedo.
Pasamos la tarde juntos en el apartamento. Ensayamos una vez más la canción sencilla, y luego la complicada. Esta vez salió mejor, con menos errores, más confianza. Donwho bromeaba entre cada pausa, Damon corregía detalles, Rylan marcaba el ritmo con firmeza.
Yo me concentraba en la batería, pero cada vez que Davien se acercaba para darme una indicación, sentía un escalofrío. Cuando nuestras manos se rozaban al pasar una partitura, deseaba que ese toque durara más. Cuando nuestras miradas se cruzaban, deseaba que fueran algo más.
El enojo se había ido. En su lugar, había nervios, mariposas, un latido distinto.
Al caer la tarde, nos reunimos en la cocina para preparar algo de comer. Damon cortaba verduras, Donwho freía patatas, Rylan organizaba los platos. Yo estaba junto a Davien, intentando ayudar, pero mis manos temblaban.
—¿Estás nervioso? —me preguntó, en voz baja.
—Un poco —respondí, sonrojado.
—Es normal. Pero confío en ti.
Sus palabras me hicieron sonreír. El corazón me latía rápido, como si quisiera salir de mi pecho.
Esa noche, mientras todos hablaban y reían, me quedé pensando. El concierto estaba a un día. El miedo era real, la presión enorme. Pero al mismo tiempo, sentía algo nuevo.
Ya no veía a Davien como el arrogante líder, ni como la super estrella intocable. Lo veía como alguien humano, alguien que me había mostrado su miedo, alguien que me había abrazado sin querer.
Y yo… empezaba a sentir que era mi primer amor.
No lo sabía con certeza. No podía confirmarlo. Pero cada mariposa, cada latido, cada mirada me lo recordaba.
El día terminó con nervios y mariposas. El concierto estaba a un día, la presión era enorme, pero por primera vez, sentía que no estaba solo. Davien estaba allí, y aunque aún no entendía lo que significaba, sabía que algo había cambiado para siempre.