Harris
El espejo reflejaba mi rostro nervioso. Me estaba arreglando para el ensayo general, el último antes del concierto. El corazón me latía rápido: quedaba solo unas muy pocas horas y la presión era enorme. Me acomodé la camisa, pasé la mano por mi cabello, intentando parecer tranquilo.
Fue entonces cuando lo vi.
Kai.
No entendía cómo había entrado. Su mirada era fría, oscura, cargada de resentimiento. Antes de que pudiera reaccionar, se abalanzó sobre mí. Sus manos se cerraron alrededor de mi cuello, apretando con fuerza.
—Tú no deberías estar aquí —susurró, con voz llena de rabia.
Intenté gritar, pero el aire no salía. Mis manos golpeaban las suyas, buscando liberarme. El espejo detrás de mí vibraba con el forcejeo. El miedo me paralizó.
Davien
Escuché el ruido desde el pasillo. Corrí hacia la habitación y lo vi: Kai, con las manos en el cuello de Harris, intentando asfixiarlo.
No pensé. Solo actué.
Lo empujé con fuerza, separándolo de Harris. Kai cayó contra la pared, sorprendido.
—¡Fuera de aquí! —grité, con una furia que rara vez mostraba.
Saqué el teléfono y llamé a seguridad. En segundos, dos hombres aparecieron y arrastraron a Kai fuera del apartamento. Su mirada seguía fija en mí, llena de odio, pero no me importaba. Lo único que importaba era Harris.
Harris
Me quedé apoyado contra la mesa, jadeando, intentando recuperar el aire. Mis manos temblaban, mi pecho ardía. Davien se acercó, sus ojos llenos de preocupación.
—¿Estás bien? —preguntó, con voz quebrada.
No pude responder. Solo asentí, aún temblando.
Davien
Sin pensarlo, lo abracé. Lo rodeé con mis brazos, apretándolo contra mí. Sentí su respiración agitada, su cuerpo tembloroso.
—Temí que te hubiera pasado algo —susurré, con sinceridad.
No era una fachada, no era un papel. Era miedo real, miedo de perderlo.
Harris
El abrazo me sorprendió. Sentí su fuerza, su calidez, su vulnerabilidad. Por un instante, todo el enojo desapareció. Solo quedaban las mariposas, el latido distinto, la certeza de que estaba a salvo.
Lo miré, y sus ojos reflejaban más que preocupación. Reflejaban miedo, cariño, algo que no podía nombrar.
Cuando los demás llegaron a la sala, Damon y Donwho se sorprendieron al vernos juntos, aún tensos. Rylan frunció el ceño, preguntando qué había pasado.
—Kai intentó entrar —respondió Davien, serio—. Pero ya no será un problema.
El ambiente se cargó de silencio. Damon puso una mano en mi hombro, Donwho intentó bromear para aliviar la tensión, y Rylan se limitó a asentir.
El ensayo continuó, pero todos sabíamos que algo había cambiado. La sombra de Kai seguía presente, pero también la certeza de que Davien había estado allí para protegerme.
La preparación para el concierto se convirtió en un thriller inesperado. Kai había intentado romper la calma, pero Davien lo detuvo. Y en ese abrazo, en esa confesión sincera, descubrí que detrás de la fachada de líder invencible había alguien que temía perderme.