El día después del concierto aún me parecía un sueño. La emoción seguía vibrando en mi pecho, y las mariposas no se habían ido. Caminaba con Stellie por el parque, buscando un momento tranquilo para hablar.
Ella me miraba con esa curiosidad que siempre tenía, como si supiera que algo importante estaba por salir de mi boca.
—Stellie… —dije, nervioso—. Hay algo que quiero contarte.
—¿Qué pasa? —preguntó, sonriendo.
Respiré hondo.
—Ya sabías lo de la banda, ¿no? Pues… ahora también soy parte de ella. Y… estoy con Davien. Somos pareja.
Sus ojos se abrieron de sorpresa, pero enseguida sonrió con calidez.
—¡Lo sabía! —exclamó—. Siempre noté algo entre ustedes. Me alegra tanto por ti, Harris.
Sentí alivio. Stellie siempre había sido mi confidente, y ahora compartir esto con ella me hacía sentir más ligero.
—Son muy agradables —añadí—. Damon, Donwho, Rylan… todos tienen su forma de ser, pero juntos son increíbles.
Ella me tomó del brazo, emocionada.
—Quiero conocerlos.
La tarde nos llevó al apartamento de Davien. La banda estaba reunida, relajada después del concierto. Damon tocaba unas notas suaves en el piano, Donwho estaba tirado en el sofá con una bolsa de patatas, y Rylan afinaba su bajo con la misma seriedad de siempre.
—Chicos —dije, entrando con Stellie—. Les presento a Stellie.
Todos la saludaron con sonrisas. Damon se levantó para estrecharle la mano, Donwho le ofreció patatas, y Rylan… Rylan la miró.
Stellie y Rylan.
El tiempo pareció detenerse. Stellie lo miró, y él la miró. Rylan, el chico serio que nunca creía en el amor, se quedó inmóvil. Sus ojos se suavizaron, su gesto cambió. Era como si algo dentro de él se hubiera encendido.
Stellie sonrió, tímida.
—Encantada.
—Igualmente —respondió Rylan, con voz más cálida de lo habitual.
Yo lo observaba, sorprendido. Nunca había visto a Rylan reaccionar así. Era como si, en ese instante, hubiera descubierto lo que significaba el amor a primera vista.
Mientras Stellie y Rylan se miraban, Donwho soltó una carcajada.
—Bueno, parece que alguien se enamoró.
Rylan frunció el ceño, incómodo, pero no lo negó. Damon, en cambio, sonrió y puso una mano en el hombro de Donwho.
—Ya que estamos confesando cosas… nosotros también tenemos algo que decir.
Todos lo miramos. Damon tomó la mano de Donwho, entrelazando sus dedos.
—Somos pareja.
El silencio duró un segundo, hasta que estallamos en sonrisas y aplausos.
—¡Lo sabía! —exclamé, riendo. Sabía que esos dos tenían algo. Al menos desde la noche de la pijamada.
—Al fin lo admiten —añadió Davien, divertido.
Donwho levantó la mano, triunfante.
—Pues sí, y no nos escondemos más.
La tarde se llenó de risas, confesiones y miradas nuevas. Stellie y Rylan seguían hablando, como si el mundo se hubiera reducido a ellos dos. Damon y Donwho estaban más unidos que nunca, y Davien me miraba con esa sonrisa que me hacía sentir mariposas.
Por primera vez, la banda no era solo música. Era un grupo de corazones que empezaban a encontrarse.