Una noche de luna llena, Yara escapó hasta el río. Alonso la esperaba, inquieto, con el corazón golpeando en su pecho. Esta vez no hubo palabras ni gestos tímidos: sus labios se encontraron como dos brasas encendidas.
El beso fue un incendio silencioso que consumió todas las barreras. Se abrazaron con fuerza, como si temieran desaparecer si se soltaban. Él acarició sus cabellos como si fueran hilos de oro oscuro; ella apoyó su rostro en su pecho, escuchando el latido que parecía cantar su nombre.
El río, testigo fiel, guardó su reflejo. Las luciérnagas iluminaban su piel y la selva entera parecía callar para dejarles ese instante eterno.
Esa noche nació algo más que pasión: nació la certeza de que se pertenecerían aunque el mundo se opusiera.
Pero entre las sombras, Nahuán observaba. Y su silencio prometía venganza.
#4713 en Novela romántica
#1102 en Fantasía
#182 en Magia
amor mentira traiciones autoestima, union amorosa, unión de dos mundos
Editado: 01.09.2025