El palacio real se extendía majestuoso como una joya entre jardines colgantes y fuentes de mármol. Era el sexto mes del año, y el rey Asuero celebraba su grandeza con un banquete sin igual.
Durante seis meses había mostrado sus riquezas, sus ejércitos, sus tesoros. Ahora, los nobles, príncipes y gobernadores de las provincias estaban reunidos en un festín donde el vino corría libre y las risas llenaban el aire.
En un rincón del gran salón, el rey, de ojos intensos y barba bien cuidada, alzaba su copa dorada mientras observaba con orgullo el esplendor de su corte.
—¡Hoy beben por Persia! —gritó—. ¡Y por su rey!
Mientras tanto, en los jardines internos, la reina Vasti celebraba con las mujeres del palacio. Su belleza era legendaria, pero su espíritu era aún más admirable: fuerte, elegante y firme.
Esa tarde, cuando el vino ya había enturbiado el juicio del rey, se levantó de su trono con paso inseguro y dijo:
—Traigan a la reina. Quiero que todos vean lo hermosa que es. Que venga vestida con la corona real.
Un silencio incómodo siguió a sus palabras.
Los sirvientes se miraron entre sí, dudando. No sabían que hacer.
—¡Ahora! —ordenó Asuero con tono autoritario.
El mensajero corrió hasta los jardines y repitió la orden.
Vasti lo miró con calma. Sus ojos, tan profundos como el mar, no titubearon.
—Dile al rey que no me presento como una joya más de su colección —respondió—. Soy su esposa, no su trofeo.
El rumor corrió como fuego por los corredores. En el salón, los nobles esperaban ansiosos verla entrar, pero la puerta permanecía cerrada.
Asuero, humillado frente a sus invitados, apretó los puños.
—¿Cómo osa desafiarme? —rugió.
Los consejeros se acercaron con rostros preocupados.
—La reina Vasti no sólo ha ofendido al rey sino también a todos los príncipes y a todos los pueblos que están en todas las provincias que pertenecen a su reino—. Dijo Memucán.
—Majestad, si la reina puede desobedecer, todas las mujeres lo harán. Hay que actuar con firmeza —prosiguió diciendo.
Así, esa noche, el decreto fue firmado: Vasti ya no sería reina. Sería desterrada del trono, y una nueva reina ocuparía su lugar.
Pero mientras el rey se sumía en su enojo y soledad, el destino, silencioso, comenzaba a tejer una historia diferente... una historia de amor, valentía y fe.
Editado: 27.07.2025