Bajo Fuego

Capitulo 01

Testigo por error

La cafetería estaba por cerrar. El reloj marcaba las 11:47 p. m. y Ángel ya había limpiado la máquina de espresso, apagado la música y echado el último vistazo al teléfono. Una lluvia fina caía sobre las calles de Brooklyn, y el silencio era cómodo, casi íntimo.

Ángel estaba solo. O eso pensaba.

El crujido suave de la puerta al abrirse le hizo alzar la vista.

—Lo siento, ya estamos cerrando —dijo con tono amable.

Pero su voz se quedó atrapada en la garganta.

Un hombre entró como una sombra, vestido de negro, con un abrigo largo empapado por la lluvia. Su mirada era de hielo. Tenía la clase de presencia que llenaba el lugar sin necesidad de hablar: intimidante, elegante… y peligrosa.

—Solo un café. Para llevar —dijo el desconocido, sin quitarle los ojos de encima.

Ángel tragó saliva. Había algo raro en él. Su rostro estaba sereno, pero sus manos temblaban ligeramente. Había una mancha oscura en la manga, casi imperceptible. ¿Era… sangre?

Con el corazón acelerado, Ángel preparó el café lo más rápido que pudo. Mientras lo hacía, el hombre se dio media vuelta y echó un vistazo por la ventana, como si esperara algo. O a alguien.

Justo entonces, dos siluetas pasaron corriendo por la acera. Uno disparó hacia la cafetería. El vidrio se astilló. Ángel se lanzó al suelo instintivamente, cubriéndose la cabeza.

—¡Mierda! —gritó, sin entender nada.

Cuando se atrevió a alzar la mirada, el desconocido ya tenía una pistola en la mano. Había derribado al primer atacante con dos disparos secos, y el segundo huyó sin mirar atrás.

Todo ocurrió en segundos.

Ángel jadeaba desde el suelo, con las manos temblorosas.

—¿Estás bien? —preguntó el hombre, acercándose.

Ángel no respondió. Lo miró a los ojos. Oscuros. Intensos. Peligrosos.
Y por alguna razón… hermosos.

—¿Cómo te llamas? —preguntó él, arrodillándose frente a él.

—Ángel… —susurró.

—Yo soy Luca.

Luca. Ese nombre lo había escuchado antes. En las noticias. En susurros. En advertencias.

Luca Moretti. El nombre que hacía temblar a medio Nueva York.

—¿Por qué no me mataste? —preguntó Ángel, todavía sin poder moverse.

Luca lo miró por un largo segundo, y su voz fue suave como un susurro:

—No lo sé.

Y en ese momento, Ángel supo que su vida acababa de cambiar para siempre.



#5260 en Novela romántica

En el texto hay: gay romance

Editado: 23.06.2025

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