Bajo Fuego

Capitulo 08

No te me mueras

Narrado por Lucas

El disparo fue como un latigazo en el pecho.

Ángel cayó.

Primero de rodillas. Luego, de lado. Como si el mundo lo hubiera desconectado de golpe.

No pensé. Ni siquiera respiré.

Disparé de vuelta.

Dante no tuvo tiempo de sonreír otra vez.

Una bala. Justo entre los ojos.
Final limpio para un hijo de puta sucio.

Corrí hacia él. Me arrodillé. Mis manos ya estaban en su pecho, buscando, temblando, maldiciendo todo lo que era y todo lo que no podía ser.

—No, no, no, Ángel… Mírame. Mírame, carajo.

Tenía sangre en la camisa. Mucha.

El disparo había dado en su costado. No era el corazón. Ni la cabeza.

Pero sangraba rápido. Demasiado rápido.

Me quité la chaqueta. La presioné contra la herida.

—¡Respira! ¡Maldición, respira!

Sus labios se movieron.

Un susurro.

—…¿vivo?

—Sí, joder. Estás vivo. Pero solo si me haces caso.

Su mirada intentaba enfocarme. Estaba pálido. Sudando. Los dedos fríos.

—Te dije… que no volvieras…

—Y tú dijiste que no confiabas en mí —le respondí, la voz quebrada—. Pero aún así saltaste frente a una bala por mí, idiota.

Sonrió un poco. O lo intentó. Se ahogó en sangre. Tosió.

Dios… no. No así. No ahora.

Lo levanté en brazos, como si no pesara nada. Como si no fuera humano. Como si no fuera la única cosa que me importaba en ese momento.

—Aguanta. Solo unos minutos. Tengo un botiquín. Un plan.

Mentí. No tenía un plan.

Solo tenía miedo.

Y el miedo no me servía de nada si él se moría.

Lo llevé a la habitación. Lo acosté sobre las sábanas que todavía olían a polvo y a rabia.

Saqué lo que tenía: vendas, alcohol, aguja e hilo. No era la primera vez que hacía esto.

Pero nunca así.

Nunca con las manos temblando.

Nunca con el corazón a punto de romperse.

—No te duermas, Ángel. ¿Me oyes?

—Tu voz… —murmuró, apenas— es peor que el dolor…

Tuve que sonreír. Aunque me ardía la garganta.

—Pues quédate vivo y me callo. Prometido.

Cerró los ojos. Pero su pecho subía y bajaba.
Eso era algo.

Limpié la herida. Cosí. Vendé. Aprendí a matar antes que a curar. Pero lo estaba intentando. Por él.

Me senté a su lado. Sangre en las manos. En la ropa. En el alma.

Y dije lo que nunca pensé decirle.

—No sé qué eres para mí, Ángel… pero si te mueres, no me queda nada.

Y entonces, como si me escuchara desde lo profundo…

Sus dedos se movieron.
Rozaron los míos.

Todavía estaba ahí.



#5260 en Novela romántica

En el texto hay: gay romance

Editado: 23.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.