Aunque duela, quiero saber la verdad
Narrado por Ángel
Nunca pensé que terminaría cosiéndole el brazo a un mafioso en la cocina de mi cafetería.
Pero ahí estaba Lucas. Sentado en una silla, sin camisa, con una toalla empapada de sangre. Y yo, con una aguja, alcohol, y las manos más firmes de lo que creí posibles.
—Deja de mirar así —le dije.
—¿Así cómo?
—Como si no doliera.
—No duele tanto como verte llorar —respondió.
Me detuve.
La aguja quedó flotando en el aire.
No supe qué decirle. No había respuesta para eso.
—No lloré —mentí.
—Claro —dijo, con esa sonrisa de medio lado que me hacía querer gritarle y besarlo al mismo tiempo—. Y yo soy panadero.
Lo odiaba.
Y lo necesitaba.
—¿Quiénes eran? —pregunté, cambiando de tema.
Su mirada cambió.
Esa sombra que siempre vuelve cuando él vuelve a ser “el otro Lucas”.
—Gente del norte. Mercenarios pagados. Alguien pagó por ti.
—¿Por mí?
—Sí. Eres mi punto débil, Ángel. Todos lo saben. Solo era cuestión de tiempo.
Sentí que el suelo se hundía un poco.
—¿Entonces esto… no va a parar?
—No si seguimos separados.
—¿Y si estamos juntos?
—Entonces pelearán más fuerte. Pero podremos pelear de vuelta.
Terminé de coser la herida. Le até una venda improvisada.
—¿Estás diciendo que ahora somos un equipo?
—Estoy diciendo que no puedo protegerte desde lejos.
Y tú no puedes seguir fingiendo que estás a salvo sin mí.
Me quedé en silencio.
Porque tenía razón.
Me acerqué. Le pasé la mano por la mejilla, rozando la cicatriz que siempre trata de esconder.
—Entonces dime la verdad, Lucas. Toda.
¿Quién te quiere muerto… y por qué me estoy metiendo en este mundo?
Él me sostuvo la mirada.
—Te metiste desde el primer día que me miraste con rabia.
Y me quieren muerto por lo mismo que te quiero vivo.
Porque sé cosas. Porque sobreviví.
Y porque ahora… tengo algo que perder.
—¿Yo?
Asintió.
—Tú.
Silencio.
Y luego, el sonido más fuerte de todos: mi respiración aceptándolo.
Aceptándolo a él.
—Entonces empecemos a buscar a ese alguien, Lucas.
Porque si me metí en esto… no pienso salir a medias.
Sonrió.
No de burla. No de victoria.
De alivio.
Como quien ya no pelea solo.