Bajo Fuego

Capitulo 14

Lo que callamos… y lo que ya no podemos evitar

Ángel

Esa noche, la cafetería quedó en silencio.

La sangre ya había sido limpiada. El suelo seguía húmedo, y en el aire aún flotaba el olor a pólvora. Pero en el cuarto del fondo, donde él descansaba, todo era diferente.

Lucas dormía… o al menos lo intentaba.

Yo me senté en el borde de la cama, observándolo.
El vendaje le cubría el brazo, pero su rostro seguía tenso. No importaba cuán quieto estuviera, siempre parecía listo para matar o morir.

Y sin embargo…

En ese momento, parecía humano.

Demasiado humano.

—Sé que no duermes —le dije.

Abrió un ojo, luego el otro.

—No sabía que me vigilabas mientras duermo.

—No lo hago —mentí.

Sonrió. Una de esas sonrisas pequeñas, que solo muestra cuando está agotado de fingir.

—¿Te arrepientes? —preguntó en voz baja.

—¿De qué?

—De quedarte. De meter tu vida en esto.

Lo miré. Lento. Despacio. Hasta que no hubo escapatoria en mi voz.

—No.
Pero me da miedo lo que me hace sentir.

Él se incorporó, apoyándose en la pared. Su cuerpo estaba tenso. La cicatriz que cruza su pecho se marcaba en la penumbra.

—¿Y qué te hace sentir, Ángel?

Silencio.

El tipo de silencio que te empuja a hablar… o a caer.

—Rabia —susurré—. Miedo. Atracción.
Y ganas de quedarme.

---

Lucas

Hubiera podido besarlo ahí mismo.

Lo tuve tan cerca, tan malditamente cerca, que si respiraba más fuerte, mis labios rozaban los suyos.

Pero no lo hice.

No aún.

Porque si lo besaba…
ya no podría parar.

Y justo cuando estaba por tomar su rostro…

Un ruido.

Sordo. Lejano.
Pero conocido.

Me puse de pie en un segundo.

Ángel también reaccionó, pero más lento. Más humano.

—¿Qué fue eso?

—Una advertencia.

Corrí a revisar la cámara que aún funcionaba. El monitor, apenas vivo, mostró lo que temía:

Un auto oscuro. Cristales polarizados.
Estacionado justo al frente.

—Nos encontraron otra vez.

—¿Otra vez? ¿Cómo?

—Hay una rata. O alguien está vendiendo información.

Fui al ropero. Saqué una pistola extra. Se la ofrecí.

Él la miró.
No tembló.
Eso fue lo que más me impresionó.

—¿Sabes usarla?

—No. Pero puedo aprender rápido.

Y en ese momento, lo supe:

Ya no era solo alguien a quien proteger.
Ahora era alguien con quien luchar.

---

Ángel

La adrenalina me nubló la voz. Pero no la mente.

—¿Qué hacemos?

Lucas me miró como si ya lo supiera desde antes.

—Nos infiltramos esta noche.
En la casa donde se reunen. Uno de esos hombres habló antes de morir.

—¿Vamos tú y yo?

—Tú y yo, Ángel.
Hasta el final.

Asentí.

No porque no tuviera miedo.

Sino porque, por primera vez…
el miedo no era más fuerte que mis ganas de quedarme con él.



#6272 en Novela romántica

En el texto hay: gay romance

Editado: 02.07.2025

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