No puedo perderlo
Narrado por Luca
Aún podía oler el perfume de Alessandro. Ese aroma elegante y asfixiante que siempre dejaba atrás, como si incluso el aire le obedeciera.
El fuego en la chimenea seguía crepitando, pero en mi pecho solo había hielo.
Ángel estaba de pie, mirando la puerta cerrada, con los labios apretados y los ojos llenos de mil preguntas que no merecía responderle. No después de lo que había pasado.
Yo había soportado muchas cosas en mi vida: torturas, traiciones, muertes.
Pero verlo a él con miedo… por mi culpa…
Eso me atravesó como nada antes.
—Lo siento —murmuré, sin saber si me escuchó.
Caminé hacia la ventana rota. Las astillas de cristal brillaban como cuchillas bajo la luz del fuego.
Todo se había ido al carajo en segundos.
Alessandro lo sabe.
Lo que siento. Lo que quiero.
Y ahora, también lo sabe Elías.
Ese bastardo no se va a detener.
Me giré hacia Ángel.
—Tenemos que irnos.
Él me miró, herido.
—¿A dónde?
—A donde no puedan encontrarte. A donde estés seguro.
—¿Y si ya no quiero estar escondido?
—No tienes opción.
—¡Claro que la tengo! ¡Puedo volver a mi casa, a mi vida, a lo que tú me quitaste!
Sus palabras me golpearon como un disparo.
Quise gritarle que yo no le quité nada, que yo le salvé la vida, que yo lo amaba, aunque nunca me atreviera a decirlo.
Pero no lo hice.
Porque en ese instante, se escuchó el sonido.
Un disparo.
Y después, otro.
Cristales explotando.
Ángel gritó.
Lo arrastré al suelo sin pensar.
El silencio de antes se quebró.
Habíamos sido localizados. No por Alessandro… no directamente. Sino por hombres armados. Tal vez de otra mafia. Tal vez enviados por alguien más.
No importaba. Nos querían muertos.
Cerré los puños. Miré a Ángel.
Estaba temblando. Pero no por cobardía. Por la adrenalina. Por el miedo real.
Lo miré y supe una cosa con claridad brutal:
> “Si lo dejo ahora, lo pierdo. Si me quedo, lo destruyo. Pero si no hago nada… no lo volveré a ver.”
Tomé su rostro entre mis manos, con desesperación.
—Ángel… escucha. Si me pasa algo, tú corres. No mires atrás. ¿Entendiste?
—¡No vas a morir, Luca!
—Te necesito vivo más de lo que me necesito a mí.
Y eso… eso es lo que más me jode.
Le dejé un beso rápido, torpe, lleno de rabia y ternura.
Tomé mi arma. Miré hacia la puerta. Y me lancé al infierno.