Citas, confusiones y referencias K-drama (continuación)

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Perspectiva de Valentina

—Hola… —logró decir, aunque su voz salió más bajita de lo que esperaba.

Min-jun se levantó de inmediato, como si ella fuera la protagonista de un dorama y él el protagonista que siempre sabe perfectamente qué hacer.
—Valentina —dijo con una sonrisa cálida—. Te ves… preciosa.

Valentina sintió que el corazón le hizo un giro de 360° como si fuera una animación de K-pop.
—G-gracias… tú también te ves… bueno, normal —respondió, intentando sonar relajada, pero su voz tembló un poco.

Min-jun rió suavemente, un sonido que hacía que todo el café temático pareciera más brillante.
—Normal, dice. Pues me esforcé bastante. Pensé… que quería estar a la altura.

Valentina sintió que sus mejillas ardían pero decidió respirar hondo, como cuando las protagonistas hacen el *zoom in dramático* antes de decir algo importante.
—Bueno, pues… ¿entramos?

Él asintió y la guió con suavidad. El café estaba decorado con luces suaves, mesas con pequeñas figuras de K-dramas famosos y música instrumental de OSTs que Valentina reconocía al instante.

Cuando se sentaron, ella tomó el menú con manos temblorosas.
—Espero que te guste este lugar —dijo Min-jun—. Es uno de mis favoritos.

—Sí, está precioso… —susurró ella, aunque estaba más enfocada en no dejar caer el menú.

Hubo un pequeño silencio, pero no incómodo. Más bien, como esa pausa bonita antes de una escena romántica donde ya sabes que algo lindo va a pasar.

Min-jun apoyó los codos sobre la mesa, entrelazó los dedos y la miró con una intensidad suave que hizo que Valentina tragara saliva.
—Quería invitarte aquí porque… quiero conocerte más. No como compañera de proyecto. Como… tú.

Valentina casi dejó caer su vaso.
—¿C-conocerme más? ¿A mí? ¿Por qué?

Él inclinó la cabeza, como si la respuesta fuera obvia.
—Porque eres diferente, Valentina. Desde que te vi, mi luna… —se detuvo de golpe, carraspeó—. Digo, desde que te vi, supe que tenía que acercarme.

—¿Tu… luna? —preguntó ella, frunciendo el ceño.

Min-jun se quedó quieto por un segundo, como si hubiera dicho más de la cuenta.
—Es… una expresión coreana. Ya te explicaré —dijo con una sonrisa que parecía esconder un secreto gigante.

Antes de que Valentina pudiera insistir, el mesero llegó y pidieron su comida. Pero mientras hablaban de canciones, K-dramas y cosas de la escuela, ella no pudo evitar notar que Min-jun la miraba como si ya la conociera desde antes… o como si estuviera protegiendo algo muy delicado.

Y por primera vez, Valentina sintió algo nuevo:
No solo nervios…
No solo emoción…
Sino la sensación de estar entrando, poco a poco, en una historia que no entendía del todo… pero que ya la estaba envolviendo.

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Perspectiva de Min-jun

Cuando la vi llegar, mi luna casi se descontrola.
Su aura estaba más brillante que nunca.
Y yo… debía mantener la calma.

—Hola —le dije, y cuando me sonrió de vuelta, sentí una certeza peligrosa: si seguía así, no iba a poder ocultar mi secreto por mucho más tiempo.

Durante la cena, cada risa suya hacía que mi pecho vibrara. Y cuando casi me descubro hablando de mi luna… tuve que improvisar.
“Expresión coreana”, dije. Qué ridículo.

Mientras veía sus ojos curiosos, una parte de mí quería contarlo todo:
Mi linaje.
Mi misión.
El verdadero motivo por el que estaba en esa escuela.

Pero al mismo tiempo…
Quería disfrutar este momento.
Quería que ella se sintiera segura.
Quería que sintiera… que yo estaba ahí para ella.

Cuando terminó la cena y caminamos hacia la salida, me adelanté para abrirle la puerta.
—Valentina —dije suavemente—. Gracias por venir. En serio. Este… es un momento que no voy a olvidar.

Ella sonrió, tímida pero sincera.
—Yo también la pasé muy bien, Min-jun.

Mi luna giró dentro de mí, como si celebrara.

Y por primera vez, sentí miedo.

Porque si ella seguía acercándose a mí…
Pronto descubriría la verdad.

Y no sabía si estaba listo para perderla.

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