Bajo la luna de Seúl

*La noche en que la luna eligió*

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Perspectiva de Valentina

Todo iba perfecto después de su salida. El corazón de Valentina andaba por todos lados, y ella no sabía si reír, llorar o escribir un fanfic sobre su propia vida.
Pero esa misma noche, algo pasó.

Ella caminaba hacia su casa, ya cerca de la esquina del parque, cuando sintió un frío raro.
No era un viento normal…
no era “qué airecito más fresco”…
Era un frío que parecía venir desde adentro.

El alumbrado público empezó a parpadear, uno tras otro, como si alguien estuviera probando interruptores invisibles.
Valentina se detuvo.
—¿Qué… qué es esto? —susurró.

Y entonces, lo vio.

Una sombra.
Alta.
Estilizada.
Como una figura humana… pero no humana.
Sus bordes se movían como si fueran humo vivo.

Valentina retrocedió un paso… pero la sombra avanzó.

Y justo cuando sintió que algo la jalaba, una mano la tomó del brazo y tiró de ella hacia atrás.

—¡Valentina! —era Min-jun.

La abrazó contra su pecho… y ahí fue donde lo sintió.
Un calor que no era normal.
Un latido que no era completamente humano.
Una energía que reconoció de alguna manera, aunque nunca la había sentido.

La sombra retrocedió apenas al verlo.
No huyó… simplemente se alejó como si hubiese entendido que no era el momento.

Valentina estaba temblando.
—¿Qué era eso? ¿Por qué… por qué estaba siguiéndome…?

Pero Min-jun no respondió.
Solo la sostenía, el pecho subiendo y bajando acelerado… como si estuviera luchando por controlarse.

Ella levantó la mirada.
—¿Min-jun? ¿Qué está pasando?

Él tragó saliva.
—No… no aquí. No todavía.

Pero ella tomó su mano.
Por primera vez, no fue tímida… fue valiente.
—No me mientas. No me escondas nada.

Y él cerró los ojos, como si esas palabras le dolieran.

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Min-jun se soltó de ella de golpe.

—¡No lo entiendes! —su voz no era la suave de siempre—. ¡No debería estar contigo!

Valentina se quedó helada.
—¿Qué? ¿De qué hablas?

—No puedo… no debo acercarme a ti —dijo, retrocediendo—. Hay cosas que no sabes. Cosas que te pueden hacer daño.

Herida, confundida, Valentina sintió ese pinchazo típico de protagonista.
—Entonces dime. Explícame. No me dejes así.

—Es que si te lo digo… —bajó la mirada— te perderé.

Ella dio un paso hacia él.
—Ya te estoy perdiendo.

Ese golpe emocional lo desarmó por completo.

Min-jun giró la cara, como si estuviera tratando de contener algo dentro de sí.
—Yo… no puedo estar cerca de ti sin arriesgarlo todo —susurró.

—¿Y yo? —preguntó ella, con la voz rota— ¿no valgo ese riesgo?

Ese fue el momento.
El típico choque emocional de dorama donde los dos se miran y se sienten deshechos por dentro… pero no se tocan.

Y ahí fue cuando el cielo cambió.

No por clima.
Por él.

🌙

Cuando Valentina dio otro paso, el aire alrededor de Min-jun cambió.
Una luz azul salió desde su pecho, como un latido visible.
Sus ojos brillaron apenas —una mezcla entre plata y lunar— y un símbolo apareció en la piel de su cuello: un contorno circular, como una luna partida en dos.

Valentina se quedó sin aliento.
—¿Min-jun…?

Él retrocedió, aterrado, cubriéndose con la mano.
—No… no mires. No debía pasar así. No debía transformarme frente a ti.

Pero ya era tarde.

Valentina dio un paso más.
—No tengas miedo.

Él negó con fuerza.
—Soy… algo que tú no deberías conocer.

Silencio total.

Solo ellos dos.
La luz azul.
La luna sobre ellos.
Y esa verdad que ya no podía esconderse.

🌙

Min-jun respiró hondo, temblando.
—No soy humano del todo, Valentina… —dijo finalmente—. Soy un guardián lunar.
Un protector.
Un heredero de un linaje que no debía interactuar con humanos más allá de lo necesario.

Valentina sintió un escalofrío… pero no de miedo.
Era… reconocimiento.
Como si eso explicara cada mirada, cada intuición, cada vibración extraña dentro de ella.

—La sombra que viste —continuó él— viene por ti. Porque tu luz despertó. Porque tú… no eres una humana cualquiera.

Ella sintió el mundo moverse.
—¿Mi… luz?

—Sí —susurró él, acercándose por fin—. Eres la única capaz de equilibrar mi luna. La que estaba destinada a encontrarse conmigo.

Su mano rozó la de ella, como si tuviera miedo de tocarla.

—Fuiste elegida antes de nacer, Valentina.

💞

La tensión explotó.
No había forma de seguir huyendo.

Min-jun tomó su rostro entre sus manos, sus ojos brillando con esa luz lunar perfecta.

—He tratado de alejarme —dijo con la voz quebrada— pero no puedo. Te siento en cada parte de mí. Y si estar contigo significa desafiar mi destino… entonces que así sea.

Valentina apoyó su frente contra la de él.
—Yo también te elijo —susurró—. Incluso si el mundo se pone en contra.

Un viento suave giró alrededor de ellos, como bendiciendo el momento.
La luna brilló más.
El símbolo en la piel de Min-jun se encendió.

Y él, finalmente, la besó.

No un beso tímido.
No uno robado.
Un beso de destino.
De esos que cierran un capítulo y abren una saga nueva.

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