Bajo la luz de la Luna

04. UN TEMA CERRADO

Luna

Me quedo en shock, parpadeando varias veces para asegurarme de que no estoy imaginando su presencia en la puerta de mi casa. Derek Carter, el hombre que ha sido la causa de tantas emociones encontradas, estaba frente a mí, y la sorpresa me paraliza.

De pronto, noto que su mirada me recorre y sus ojos se oscurecen, deteniéndose más de lo necesario en mi cuerpo. Un calor incómodo sube hasta mis mejillas y rápidamente cruzo los brazos sobre mi pecho tratando de cubrirme. Siento que mi privacidad acaba de ser invadida, como si estuviera expuesta ante él de una manera que no puedo controlar. Al hacer esto, Derek carraspea y desvía la mirada rápidamente, su expresión se vuelve seria.

—Lo siento, no era mi intención… —el tono de su voz sale suave, sonando casi como un susurro que me toma por sorpresa.

—No esperaba visitas a esta hora —respondo luciendo aún sonrojada y con el pulso acelerado. Mi mente está tratando de procesar toda la situación.

Derek respira hondo antes de hablar nuevamente, su postura es tensa como si estuviera debatiéndose internamente.

—¿Podemos hablar? —su voz sale firme y determinada, me saca de mi aturdimiento, obligándome a reaccionar.

—No estoy en casa —respondo rápidamente, intentando cerrar la puerta con la esperanza de que se vaya, pero él la detiene con una mano y su proximidad me desconcierta.

—Luna, por favor…

—¿Qué cree que está haciendo? —pregunto, indignada por su audacia. Mi corazón late con fuerza, y no estoy segura si es por la rabia o por la cercanía de este hombre que tanto me desconcierta.

—Solo serán unos minutos —dice con una calma que me irrita aún más. ¿Cómo puede estar tranquilo mientras yo estoy al borde de un ataque de nervios?

—No se me antoja que me sigan fastidiando —le digo con la molestia latente en mi voz.

—Sé que la ofendí, y lo siento mucho —sus palabras son inesperadas, y me detengo un segundo, evaluando su expresión. Parece genuino, pero ¿cómo puedo estar segura?

—¿Así que viene a limpiar su conciencia? —mi tono es sarcástico—. ¿Ese tipo habló o lo descubrió por usted mismo?

—Lo descubrí yo mismo —admite con pesar y veo una sombra de arrepentimiento en sus ojos—. Por eso quiero ofrecerle una disculpa. Seguiremos trabajando con la empresa de eventos en la que usted trabaja y no quiero que haya malos entendidos.

Sus palabras me toman por sorpresa, pero no estoy dispuesta a mostrarle cuán afectada estoy realmente. No quiero que sepa cuánto me hirió aquella noche.

—¿Cómo fue que me dijo? —Mi voz se endurece mientras lo miro directamente a los ojos—. “Conozco a las de su clase,” ¿no? Pues déjeme decirle que las mujeres de mi clase no se dejan minimizar por los de su clase, que piensan que pueden tratar a los demás como les da la gana sin medir las consecuencias.

Derek se queda en silencio por un momento, con su mirada seria.

—Siento mucho lo que le dije —repite, y aunque su tono es sincero, estoy demasiado molesta como para disculparlo tan fácil.

—Esa noche fui insultada y maltratada —le recuerdo, mi voz quebrándose ligeramente al revivir el dolor de aquel momento. La vulnerabilidad me embarga y detesto que él sea testigo de esto.

—Me siento culpable por lo sucedido —confiesa, y su sinceridad me descoloca. No esperaba que Derek Carter, el hombre frío y calculador, pudiera admitir algo así.

—Me alegra que se sienta así, quizá eso lo vuelva más humano y lo haga pensar dos veces antes de juzgar a alguien —Lo empujo suavemente para indicarle que la conversación ha terminado y que retroceda del umbral de mi puerta, pero cuando mis manos tocan su pecho firme, un extraño calor me recorre el cuerpo, desatando una mezcla de sensaciones que no quiero admitir.

—Ya es tarde y no es correcto que esté aquí —mi voz ha perdido la dureza inicial, el contacto con su cuerpo me ha hecho ponerme nerviosa.

Derek parece notar el cambio en mi tono, pero no lo menciona. En lugar de eso, da un paso atrás, respetando mi espacio. Sus ojos se suavizan, pero aún puedo ver la tensión en su mandíbula.

—Nuevamente, le pido disculpas por lo sucedido. Que descanse, señorita Luna —dice suavemente reflejando en sus ojos una mezcla de emociones que no puedo descifrar antes de darse la vuelta para marcharse.

Cierro la puerta con suavidad, recostándome contra ella, Derek Carter acaba de sorprenderme, no esperaba que se atreviera a buscarme. Sonrío ligeramente y yo misma me regaño cuando me doy cuenta. ¿Qué es lo que me está pasando?

Derek

Bajo las escaleras del edificio, mi mente sigue atrapada en el recuerdo de Luna. La frustración se instala en mí, y siento una incomodidad persistente. Luna ha sido más fuerte de lo que imaginaba, su firmeza en el reproche me ha dejado descolocado. No estoy acostumbrado a enfrentar desafíos tan directos, y menos a sentir que debo justificar cada uno de mis movimientos.

Al llegar a mi auto, mis manos se ciñen al volante con una intensidad que refleja mi agitación interna. Mi mirada se pierde en el horizonte, tratando de encontrar algo de calma en el paisaje. Pero la imagen de Luna, su voz quebrada, sigue resonando en mi mente como un eco doloroso. Esa vulnerabilidad que vi en ella me atormenta, como un recordatorio constante de cómo la traté aquella noche.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.