Dos años transcurrieron desde que la magia del portal se estabilizó, Nerea ahora tenía veinticinco años, y Cavendish tenía veintinueve, durante ese tiempo, ambos habían crecido mucho como pareja, quien los veía podía dar fe de que ese par, se amaba profundamente y se apoyaba constantemente.
Nerea había comenzado a practicar los hechizos de sanación dejados por sus padres, si bien, ahora el corazón de Miondel despedía una gran cantidad de magia, los aldeanos que se habían visto gravemente afectados tenías rezagos en el cuerpo, algunas pequeñas marcas aún eran visibles, y a menos que se les filtrara magia cada cierto tiempo, sería muy difícil que volvieran a la normalidad. Cavendish, por su parte, al ahora contar con el apoyo de Nerea, podía enfocarse en otras labores del reino, estaba enfocado en mejorar la situación, ellos aún vivían varios siglos atrás en comparación de los humanos, y si bien, todos temían a aquellas criaturas, sentían curiosidad por su mundo.
—Estuve pensando en… bueno, tú sabes —Nerea se removió incómoda sobre la cama, Cavendish la observó mientras aún la mantenía sujetada entre sus brazos.
—¿Quieres volver a la tierra? —le preguntó y ella asintió apenada.
—No me malentiendas, Cavendish, amo Miondel…, pero…
—Extrañas a tu familia…
—Sí…
—No sé si podamos abrir el portal, la última vez que tú lo atravesaste, este dejó de reflejar el otro lado.
—No estará de más intentarlo —ella lo observó y él esbozó una sonrisa.
—Te ayudaré —le dijo con calma mientras depositaba un suave beso sobre sus labios.
—Quiero que vengas conmigo…
—Nerea…, no sé si pueda, recuerda que mi cuerpo está anclado aquí, tú viste lo que le pasó a Treyment al estar mucho tiempo allá.
—Ahora es diferente, me tienes a mí, yo puedo curarte, además, el corazón quizás pueda ayudarnos.
—¿Tú crees que quiera que vayas? Quizás se pondrá inquieta…, ella le tiene miedo a los humanos.
—Si te seo franca… —ella se despegó un poco de su lado para observarlo mejor—, yo siento que soy más humana que unicornio —Cavendish la observó y asintió ligeramente—, aunque lleve dos años viviendo aquí, aún no logro adaptarme a la idea, ni siquiera puedo transformarme bien, la última vez fue cuando drené la magia que había en mí.
—Supongo que aún te hace falta acostumbrarte, no hemos practicado tanto los ejercicios de transformación, nos enfocamos más en hechizos curativos.
—¡Me siento frustrada! —ella sujetó sus piernas y Cavendish acarició su desnuda espalda trazando pequeños caminos— No puedo creer que sepa realizar hechizos aún más complejos, pero justamente ese, que hasta un niño pequeño puede hacer, sea incapaz de realizarlo.
—Tranquila —Cavendish acarició con gentileza su brazo—, algún día lo lograrás.
Nerea asintió y luego volvió a su posición inicial para acurrucarse aún más en su pecho; cerró los ojos y se dejó llevar. Necesitaba ver la forma de restaurar el portal, tendría que hablar con Treyment para saber que hicieron exactamente la primera vez. Amaba estar al lado de Cavendish y los aldeanos, pero la imagen de Mildred, el Señor D, Marcus, Micaela y Aron se hacía presente constantemente en su mente, los extrañaba, habían pasado dos años desde que partió, y quería volver a verlos.
A la mañana siguiente, con los primeros rayos del sol, Nerea fue en dirección a la casa de Treyment, en cuanto estuvo allí, tocó la puerta, el anciano le abrió y le sonrió; sujetó con fuerza su bastón y le pidió que se sentara. Si bien, Treyment se había curado de las enredaderas negras aquel día, fue imposible el recuperar su visión, por más que Nerea iba constantemente a verlo, no podía hacerlo, quizás aquello también se debía a la cantidad de años que tenía, si transportaba su edad a la humana, tenía un total de ciento dos años.
—¿Qué te trae por aquí, mi niña?
—Antes que nada ¿Cómo te encuentras Treyment? ¿Sientes dolor? —ella se acercó, extendió su palma y un aura verde fue emitida de su palma, lo paseó de su cabeza a sus pies y el anciano sonrió.
—Estoy perfectamente bien, bueno, bien dentro de lo que mi edad podría significar eso.
—Me alegro que te sientas bien —ella sonrió, y casi como si Treyment hubiera podido verla, le devolvió el gesto.
—¿Qué te inquieta, Nerea? Tu aura mágica está revoloteándose completamente.
—No puedo mentirte ¿No es así?
—Es un poco difícil que lo hagas, mi sentido de detección se agudizó al perder la vista.
—Necesito tu ayuda, Treyment, quiero que me digas que fue lo que hicieron cuando crearon el portal…
—¿El portal? —Treyment observó a la nada mientras se acomodaba en el sofá, se hizo a un lado y luego, le pidió a Nerea que se siente allí— ¿Por qué deseas saber el hechizo, acaso quieres ir a la tierra?
—Sí…, quiero ir a ver a mi familia.
—Bueno, es algo complicado, Nerea, el hechizo que usamos aquella vez nos tomó varios años… los cuatro concejales trabajamos constantemente para activar ese portal.
—¿Deben ser cuatro los que activen el portal?
—No —el negó mientras agachaba la cabeza en dirección al suelo—, nosotros tan solo concentramos la magia para poder abrirlo, fue el deseo de los aldeanos el que materializó ese portar entre ambas dimensiones.
—Entonces… la primera vez funcionó porque los aldeanos deseaban escapar…
—Así es, sería imposible para cualquier unicornio abrir un portal de tal magnitud por si solo, la magia que requeriría sería demasiado fuerte.
—Dudo que quieran ayudarme… los aldeanos le temen a los humanos.
—Podría haber otra forma… —el anciano la observó con sus ojos carentes de vitalidad, sujetó su mano con firmeza y la aprisionó, ella lo observó a detalle esperando a que hablara.
—¿Cuál sería? —preguntó ella visiblemente nerviosa.
—Necesitarías convencer a el corazón, es el único que posee más magia que cualquiera, ha albergado grandes cantidades durante todos estos siglos.
—Dudo que quiera ayudarme…
—Debes probar, Nerea —Treyment le sonrió y le brindó seguridad—. Debes hacerle entender que los humanos de ahora no van a lastimarlos, desde luego, el corazón buscará proteger a su gente, pero dependerá de ti el que puedas convencerlo.
—¿Y si aquello no funciona?
—Deberás seguir intentando hasta que funcione. Si tu deseo es ir a ver a quienes amas, debes de poner de tu parte, tal cual hiciste la primera vez que viniste aquí.