Emma
Pase la noche pensando en el chico que me ayudó, no pude pegar un ojo la preocupacion me invadia, me ayudó y salió herido por mi culpa, a veces pienso que soy yo la de la mala suerte.
Por la ventana comenzaba a entrar la claridad de la mañana, me levante, me di un baño y me vestí para la universidad, tome la ropa sucia del día anterior y no pude evitar pensar en los tipos del día anterior, me dio escalofrío de solo pensarlo, de no haber aparecido Noah no se que hubiera hecho,tome mi mochila y salí del departamento. Caminaba por las calles de la ciudad, el sol de la mañana apenas comenzaba a calentar el aire fresco. Con cada paso, disfrutaba de la rutina del camino diario a la universidad.
Al llegar a la entrada principal del campus, un lugar imponente con edificios antiguos y modernos entrelazados, divisé a Lucía, mi amiga de la infancia, me recibió con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro.
—¡Emma! —exclamó Lucía, corriendo hacia mi con los brazos abiertos, la abrace fuerte como si no nos viéramos en años.—¿Por qué te fuiste de la fiesta anoche? —preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación en su voz.
—No me sentía muy bien —respondi con un suspiro— Además, tenía que levantarme temprano hoy y... Me faltaban unas tareas por terminar.— sonreí y Lucía asintió, aunque no parecía del todo convencida.
Comenzamos a caminar por el campus, Lucia me contaba como después de que me fui un chico salto del techo y llegó policía y todo. Sin embargo, mi buen humor se desvaneció cuando me encontre con Óscar, un estudiante de tercer año que desde que llegué a esta escuela, se había empeñado en hacerme la vida imposible.
—Mira quién decidió aparecer —dijo Óscar con una sonrisa sarcástica, bloqueando mi camino, senti un nudo en el estómago, pero decidi no dejarme intimidar.
—No tengo tiempo para tus juegos, Óscar —respondi con firmeza.
—Déjanos en paz, Óscar. No estamos de humor para tus tonterías.— hablo Lucia mirándolo con fastidio. Óscar levantó las manos en señal de rendición, pero su mirada desafiante clavada en mi no pasó desapercibida.
—Nos veremos luego, Emma —dijo antes de alejarse.
Suspiré aliviada cuando se alejo y continuamos nuestro camino, tratando de recuperar la conversación y el buen ánimo. Aunque Oscar ya había jodido el día, finalmente, llegamos al salón de clases y nos sentamos en los lugares habituales.
—Oye, Emma, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro, ¿qué pasa?— dije mientras sacaba mi cuaderno.
—¿Por qué Óscar te molesta tanto? — susurro ya que el profesor había llegado— Nunca me has querido contar.— dijo haciendo puchero, tenía razón sentía que si le contaba tal vez Oscar la molestaría también a ella.
—Es complicado, Lucía.— evadi su mirada pero ella tomo mi mano
—Sabes que puedes confiar en mí. No tienes que cargar con esto sola.— sus palabras me reconfortaron y le sonreí, tome aire antes de hablar.
— Está bien... Óscar empezó a interesarse en mí cuando llegué a la universidad. Al principio, pensé que solo quería ser amable, pero luego el...¿Recuerdas el baile de navidad? Al que no pudiste ir y yo tuve que asistir por lo del comité estudiantil— asintió— trató de propasarse conmigo.
—¿En serio?— hablo con una mezcla de sorpresa y enojo —¡Ese idiota!
—Lo rechacé y desde entonces creo que ha estado resentido. No soporta que no haya correspondido a lo que sea que el quería.
—Eso no le da derecho a estar molestándote cuando se le viene en gana.
—Lo sé, pero él no lo ve de esa manera. Cree que lo rechacé por algo personal, y no entiende que simplemente no sentía lo mismo que el y mucho menos con lo que trato de hacerme.
—No te preocupes, Emma. No dejaré que te siga molestando, dónde lo vea le pateare el tracero.
—Gracias, Lucía. No sé qué haría sin ti. — apreté un poco su mano que aun seguía entrelazada a la mia.
—Para eso están las amigas, yo sé que hay cosas que no sabemos una de la otra, o cosas que tal vez nos queremos dejar para nosotras mismas, pero con este tipo de cosas yo no te juzgare Emma, el día que necesites estare para escucharte como se que tú estarás para escucharme.
—Lo se — le sonreí y para después concentrarnos en la clase.
Después de unas horas de clase de ética salimos del aula, caminamos por el pasillo abarrotado de estudiantes. El sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas, creando patrones de luz y sombra en el suelo.
—¿Lista para Física cuantica? —pregunte, ajustando la correa de mi mochila.
—Más o menos. — hablo un tanto seria
—No se por que tomaste esa clase— rei — se nota que no la soportas.
—Al que no soporto es al profesor— rodó los ojos— ¿Y tú? ¿Lista para nadar?
—Sí, aunque hoy toca entrenamiento mixto y Oscar estará en la piscina.— levanté las cejas — Espero que no empiece a joder hoy, solo quiero entrenar en paz.
—No te preocupes, Em. — puso su mano en mi hombro— Si se pasa de la raya, siempre puedes contar conmigo para darle una lección— golpeó su puño contra su mano, rei sintiéndome un poco más aliviada
—Gracias, amiga. Eres la mejor.— nos despedimos para cada una dirigirnos a nuestras respectivas clases.
Entré en los vestidores, el eco de mis pasos resonanaba en el espacio vacío. Abri mi casillero y saque mi uniforme de natación, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Hoy era el entrenamiento para la competencia entre las diferentes universidades de la ciudad, y sabía que tenía que dar lo mejor de mi.
Me cambie rápidamente, ajustando el gorro de natación, con un último vistazo al espejo, respire hondo y salió hacia la piscina.
Al llegar, mis ojos se cruzaron con los de Óscar, la mirada de rencor que él me dirigió me dio escalofríos, senti un nudo de miedo en el estómago.Para distraerme, me acerque a mis compañeras de equipo, quienes estaban charlando en grupo.
—¡Hola chicas! —dije, tratando de sonar despreocupada ante la mirada del idiota.