Bajo La Niebla

Capítulo 1

    Violetta miraba que Oliver sudaba por la división de cuatros dígitos escrita en el pizarrón. El profesor Lafuente podía oler su pánico y eso lo divertía.

Violetta le gritó:

      — ¡HAZLO, TÚ PUEDES!

    Oliver disimulaba estar tranquilo, por lo que se esforzaba para no estallar en risas nerviosas. Hasta que todos vieron como Oliver se desmayó, volcándose delante del profesor.

     El profesor Lafuente se puso en cuclillas, y en una de sus manos agarraba una jarra con agua, vaciándola sobre la cara de Oliver.

     —Tiene cero —le dijo cuando vio que despertó, mientras Oliver pensó que se ahogaba.

     —Está helada, profe…

    El que respondió correctamente fue Adrián, al que le decían la calculadora humana. Violetta estaba en quinto "A", su pelo rojo y su maquillaje oscuro llamaban la atención de los otros niños, en especial los de primero, segundo y tercero, pues le tenían miedo y se espantaban al verla.

     En los pasillos de la escuela se murmuraba que Violetta tenía la lengua como la de una serpiente y que le gustaba beber sangre, lo cual no era cierto. En Villa Samán no era normal que los niños se vistieran de la forma en que lo hacia Violetta, pero a ella no le importaba mucho.

     En una mañana de domingo Violetta ingresó a la iglesia con su vestuario negro, todas las personas que se encontraban arrodilladas la vieron entrar, y comenzaron a echarse la bendición como si fuera la hija de Satán.

      No todo era malo, Violetta tenía una banda de rock y los integrantes eran:

      El baterista: Milo.

      Los guitarristas: Luke y Enzo.

      En el piano: Liz.

      Vocalista: Violetta.

     Milo era el hermanito menor de Violetta. A él le gustaba, las camisas a cuadros y ponerse la gorra al revés. Ensayaban siempre en las tardes después de clases, en la escuela de música de Villa Samán, en el salón 7. Se estaban preparando para el concurso de talentos que se hacía cada año en el mes de octubre. A los tres finalistas el alcalde les daba diplomas, que minutos más tarde iban directo a la caneca de basura. En cambio, al ganador un viaje a la capital, donde podía visitar museos, entrar al parque de diversiones y subirse a la montaña rusa.

     Esta vez había más concursantes que el año pasado. Los nuevos concursantes eran: una Orquesta Sinfónica, un pianista, bailarines de salsa, genios de la rima, y por supuesto, la banda de rock.

      — ¿Qué haces, Milo? —dijo Violetta, con disgusto.

      —Toco la batería...

      —A eso le llamas tocar —dijo Enzo.

      —Dañas mis oídos —rio Luke.

      —Si seguimos así, hasta los Genios de la Rima nos ganaran —dijo Liz, tumbando su cabeza en el piano.

      Mientras tanto, la caída de la noche hizo que el vigilante que era un hombre flacucho y ojeroso entrara al salón 7.

      —Ya, es hora... ¡Deben irse! —dijo, golpeando la palma de su mano con el bolillo.

      —Otro ratico más, dale —dijo Violetta.

      —Lo siento niños, largo de aquí... Además, ya es tarde.

     Fueron sacados a empujones, y una gota cayó sobre la cabeza de Violetta que se deslizó por su cara. Arrugó la frente y miró hacia el cielo.

      —Qué raro, si no veo ninguna nube negra —dijo Violetta, limpiándose la cara.

      —Eso fue que un pájaro se hizo popo en ti —dijo Milo.

      —Cállate, o le digo a mamá que haces competencias con cucarachas.

      —Y yo le digo que te gusta beber sangre.

      Un rato después, el silencio reinó en el pueblo.

 

 

 

 



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En el texto hay: niños, niebla, montruos

Editado: 21.07.2019

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