Violetta asomada a la ventana del salón esperaba a la profesora de literatura. Era un rostro quieto, pasmado, veía cómo los rayos del sol desaparecían temiendo que lloviera.
— ¿Qué miras? —dijo Luke.
—Si llueve no podemos ensayar.
—Pues mañana ensayamos.
—No entiendes, estamos atrasados y solo llevamos una canción y así nunca vamos a ganar.
—Oh... ah —susurró Luke.
Milo estaba en cuarto "B" y le gustaba enviarle noticas a Kika, pero ella siempre le sacaba la lengua y su notica iba como escupitajo al cesto de la basura.
— ¿Por qué le mandas noticas a Kika? —dijo Dani.
—Porque me gusta...
—No te da miedo su hermano, está en sexto y parece un perro rabioso.
—Soy un domador de perros, lo sabías
—No, no lo sabía... Estás buscado que te cuelgue de un árbol y juegue a la piñata contigo.
—Entonces no saldrán dulces, sino lombrices.
Ahora bien, el corazón de Luke hacia ¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!, como si fuera un tambor, era porque al lado estaba Violetta leyéndole una canción que había escrito. Él suspiraba por ella, y ella suspiraba por la música.
— ¿Qué te pereció? —dijo Violetta.
—Que linda canción —dijo Luke, sonriéndole.
— ¿En serio te gusto?
—Eso de comer una rata hamburguesa bajo la luna es muy romántico, o cuando dijiste que nadaremos en un mar de lagartos hambrientos... ¡Es genial!
—Gracias, por eso eres mi mejor amigo.
El día no quería cambiar de color, todavía seguía gris y los relámpagos estremecían a Villa Samán, mientras que los habitantes comenzaron a refugiarse en sus casas, temerosos porque creían que se avecinaba una fuerte tormenta. Pero, Violetta y su banda de rock no pensaban igual, decidieron ir a la Escuela de Música para ensayar, pues no querían dejarse ganar de los Genios de la Rima.
El viernes pasado, Joaquín y Tolosa se burlaron de ellos, desafiándolos con una rima.
Joaquín: Aquí estamos con unos amiguitos
que se creen los mejores
pero lo que no saben...
es que nacieron perdedores.
Tolosa: Son unos perdedores, eso lo sabe todo el mundo
les van a tirar tomates
y a nosotros rosas
porque los ganadores serán:
y Tolosa.
El viento empezó a levantar la basura del suelo, a sacudir los árboles y las palmeras del parque Central. Sin embargo, Violetta y su banda de rock frente a la puerta esperaban a que el vigilante gruñón les abriera y así lograr ensayar un poco, pues se hacía tarde.
—Miren el cielo... —dijo Liz.
—Que feo cielo —susurró Enzo.
—Es mejor irnos —dijo Milo.
—No me digan que tienen miedo —dijo Violetta, mirándolos con decepción.
—Si, son unos cobardes —dijo Luke.
De pronto, la puerta se abrió. Era el vigilante con el bolillo en la mano y haciendo un enorme bostezo como si acabara de levantarse.