Bajo la noche más larga

14

Resultó que el trayecto en el auto era mucho más incómodo de lo que esperaba. Si para mí era incómodo, para Ever era una auténtica tortura.

Cada vez que las chicas soltaban algún comentario sobre nosotros, ella se removía en su asiento como si estuviera sentada sobre brasas. Apretaba los labios, miraba por la ventanilla con desesperación y hasta jugueteaba con la manga de su abrigo, como si quisiera encogerse hasta desaparecer.

―En serio, hacen muy buena pareja —dijo una de las amigas de Evie desde el asiento trasero, con una sonrisa que no auguraba nada bueno.

Miré por el espejo retrovisor justo a tiempo para ver a Evie asentir, completamente de acuerdo.

―Sus bebés serán bendecidos con esos genes —añadió otra, con un tono tan natural que casi parecía que ya estaba planeando el baby shower.

Ever, que hasta ese momento había estado en modo ignorar y sobrevivir, se atragantó con el aire. Soltó una tos tan escandalosa que pensé que terminaría perdiendo la conciencia ahí mismo. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no reírme, así que simplemente aclaré la garganta, conteniéndome como pude.

Aproveché el semáforo en rojo para girarme un poco hacia ellas, intentando calmar el alboroto antes de que Ever implosionara.

―Ever y yo solo somos amigos —aclaré con calma.

Ever asintió con tanta rapidez que por un segundo temí que se le soltara la cabeza.

―Exactamente —agregó ella con una voz un poco más aguda de lo normal—. ¡Solo amigos! Amigos sin segundas intenciones, sin nada raro, sin nada de bebés genéticamente bendecidos.

Las chicas en el asiento trasero intercambiaron una mirada que gritaba que no les creían ni un poco.

―No se preocupen por nosotras —dijo una de ellas, acomodando sus lentes con aire de experta—. No le diremos a nadie.

Ever soltó una risa nerviosa. De esas risas que suenan como si el alma estuviera tratando de escapar de la vergüenza.

―Es que… no hay nada que contar —se apresuró a decir, levantando las manos como quien intenta calmar a un grupo de reporteros—, porque Kyle dice la verdad. Solo somos amigos. Amigos.

El silencio que se hizo en el auto duró apenas un segundo, hasta que Evie, con una energía impactante, se inclinó hacia adelante, metiendo la cabeza entre nuestros asientos.

―¡¿Es en serio?! —exclamó, mirando a su hermana con incredulidad—. ¡Por favor! ¡No aceptaré a otro que no sea Kyle!

Tuve que girar la cabeza hacia la ventanilla para que no notaran la estúpida sonrisa que se estaba formando en mi rostro ante la aprobación oficial de Evie.

Ever, en cambio, dejó escapar un gruñido de pura frustración.

―Evie… por el amor de Dios.

―¡No, en serio! —insistió su hermana, golpeando el asiento con emoción—. Piensa en esto, Ever. Kyle es divertido, es guapo y es un maldito Yankee… ¡¿Qué más necesitas en la vida?!

Ever la fulminó con la mirada.

―Necesito que pares de hablar.

Evie ignoró la advertencia y continuó con su épico discurso.

―Además, ganarías muchos puntos con papá.

Eso me hizo reír.

―¿Ah, sí? —pregunté, arqueando una ceja con diversión.

―Oh, sin duda —dijo Evie, completamente convencida—. Creo que nada lo haría más feliz que tener a un jugador de béisbol como yerno.

Ever giró bruscamente la cabeza hacia su hermana, su expresión oscilando entre el horror y la incredulidad.

―¡¿Yerno?! ¡¿Me puedes explicar por qué demonios ya estamos en la etapa de matrimonio?!

―No sé, hermana —respondió Evie con una sonrisa angelical—. No fui yo la que decidió traerlo a cenar.

Ever entrecerró los ojos y, por la manera en la que apretó los labios, supe que estaba reprimiendo un montón de insultos creativos.

―Evie, suficiente.

No fue un regaño directo, pero su tono llevaba una advertencia clara, por lo que Evie se dejó caer en su asiento con dramatismo.

―Oh, no. No me vayas a regañar frente a mis amigas —murmuró—. No arruines la reputación que ahora tengo gracias a Kyle.

―¡Es cierto! —chillaron las chicas al unísono—. ¡Mike tendrá que cerrar la boca!

Al escuchar el nombre, noté que Ever fruncía el ceño.

―¿Mike? —preguntó con desconfianza—. ¿Acaso hay un chico que te molesta?

Evie hizo un gesto con la mano, restándole importancia.

―Qué va. Es un idiota que se cree importante solo porque es familia de Aaron Robinson.

―¿Aaron? —pregunté, sorprendido—. Es mi amigo. Estudiamos juntos.

Evie prácticamente saltó en su asiento.

―¡¿En serio?! ¡Ahora sí que tengo algo para presumirle al idiota de Mike!

Ever se masajeó la sien, claramente exasperada.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 14.06.2025

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