Un nudo se formó en mi garganta. No podía explicarlo del todo, pero algo en la forma en que Kyle los miraba me hizo removerme, incómoda.
¿Estaba celosa? Me sentí ridícula por siquiera pensarlo.
Respiré hondo y me obligué a sonreír.
—¿Quieres ir a saludarlos? —pregunté, esforzándome por sonar casual, aunque mi corazón latía con fuerza.
Kyle negó con la cabeza de inmediato y tomó mi mano con firmeza.
—No —dijo con convicción—. Estoy aquí contigo, Ever. Nada más importa.
Me aferré a esas palabras, dejando que calmaran la maraña de sentimientos, pero entonces los vi.
Cynthia y Aaron se acercaban.
Y, de inmediato, esa calma se rompió como un cristal hecho añicos.
Tuve el impulso de apartarme, de escapar de la multitud, pero me quedé en mi lugar. No tenía razón para huir. ¿Por qué lo haría? Estaba ahí para acompañar a Kyle y, para todos ellos, yo era Destiny Rowan. Sin duda, no les debía explicaciones ni debía importarme si murmuraban sobre mí. Había vivido por años rodeada de murmullos, así que solo debía dejarlo pasar, como tantas veces antes.
—Vaya, si se trata de las dos estrellas de la noche —canturreó Cynthia con un tono dulce, pero con un filo oculto que no pude ignorar.
Mi espalda se tensó de manera automática.
Me aferré un poco más al brazo de Kyle, como si él fuera lo único que pudiera mantenerme de pie.
—Cynthia —respondió él con una amabilidad distante—. Aaron.
—Gardner —asintió Aaron antes de dirigir su atención a mí, su sonrisa estirándose con un matiz de sorna—. Y Destiny Rowan. No pude creerlo cuando Cynthia me dijo que estarías aquí.
No me pasó desapercibido cómo pronunció mi nombre, actuando con una falsa naturalidad, aunque nunca antes me había dirigido la palabra de manera amable.
—Un placer… —Murmuré con la misma neutralidad que usaría con un desconocido en un ascensor.
—¿Un placer? Vamos, no nos tratemos como extraños —su mirada me recorrió de arriba abajo sin disimulo—. Somos antiguos compañeros de escuela.
Cynthia ladeó la cabeza, con una falsa sorpresa pintada en el rostro.
—Cierto, pero no como Destiny, sino como Ever —su sonrisa se ensanchó, disfrutando cada palabra—. Debo decir que luces… diferente.
No me molesté en devolverle la sonrisa.
—Gracias —respondí en un tono neutro, sin darle la satisfacción de saber si su comentario me había afectado.
Sentí el ardor de los celos expandiéndose por mi pecho, aunque hice todo lo posible por mantener una expresión impasible. Mis dedos se crisparon a los costados mientras observaba cómo Cynthia dirigía toda su atención a Kyle. ¿Por qué lo miraba tanto? Tenía a su novio al lado y, aun así, no podía apartar la vista de Kyle.
—Me alegra verte tan bien, Kyle —dijo con un tono más dulce, ese que sonaba como miel envenenada—. Aunque debo admitir que ciertas cosas nunca cambian…
Kyle arqueó una ceja, pero antes de que pudiera preguntar a qué se refería, Cynthia dejó escapar una risa ligera, casi burlona, y giró su atención hacia mí.
Su mirada era un dardo afilado, y su sonrisa, un desafío.
—Y tú, Ever… No puedo salir de mi asombro. Es una verdadera sorpresa verte aquí.
—No es una sorpresa si sabes mirar bien —respondí con una calma que, honestamente, no sentía.
Un brillo cruzó los ojos de Cynthia, como si mi comentario la divirtiera.
—Supongo que tienes razón —concedió con una media sonrisa—. Aunque debo decir que es admirable cómo logras encontrar tiempo para estas cosas con lo… ocupada que debe ser tu vida. Ya sabes, no es un secreto para nadie lo turbulenta que ha sido últimamente.
La sutileza de sus palabras era un puñal disfrazado de cortesía. Sabía exactamente lo que insinuaba. Ese pasado tenso entre ambas se sintió tan presente como si lo estuviéramos reviviendo en ese instante.
—Oh, sí, ha sido turbulenta, pero ya sabes cómo es… La gente siempre está demasiado interesada en lo que hago. Supongo que es el precio de ser una estrella.
Kyle no parecía prestar atención a la sutil guerra de palabras que se libraba entre nosotras. Su mirada estaba fija en Aaron, quien, al mismo tiempo, me observaba de una manera que no me agradaba. Había algo en la forma en que lo hacía, algo calculador. No era casualidad; sabía exactamente lo que buscaba: provocar una reacción en Kyle.
Y lo logró.
Kyle dio un paso adelante y, antes de que pudiera detenerlo o siquiera entender su intención, sentí su brazo rodear mi cintura en un gesto protector y posesivo. El calor de su mano contra mi espalda envió una corriente eléctrica por mi cuerpo.
Aaron lo entendió al instante, pero en lugar de verse afectado, una carcajada burlona escapó de sus labios.
—Vaya, vaya —murmuró con evidente diversión mientras cruzaba los brazos sobre el pecho—. ¿Acaso debería sentirme amenazado?