Bajo la noche más larga

23

Cuando la puerta se cerró tras Cynthia, giré hacia Paige, con la rabia ardiendo en mi interior.

—Tú siempre estuviste a su lado —solté, mi voz cargada de enojo—. Fuiste su secuaz, la ayudaste a molestar y acosar a Ever. ¡Dime la verdad, Paige!

Ella parpadeó, como si mis palabras la hubieran abofeteado. El dolor que cruzó por su rostro fue tan real que casi me sentí culpable, pero mi enojo era demasiado fuerte para dejarme doblegar.

—¿De verdad crees eso de mí, Kyle? —susurró, con la voz quebrada—. ¿Después de todo lo que hemos pasado?

—Después de lo que descubrí sobre Cynthia, siento que no conozco a nadie —respondí con frialdad.

Ella dio un paso hacia mí, sus ojos buscando los míos con desesperación.

—¿De verdad crees que fui una matona en el colegio? ¿Que acosé a Ever o a cualquiera? —insistió.

Abrí la boca.

No para decir que sí.

No para acusarla.

Solo porque mi cabeza era un maldito caos.

Porque Cynthia había sido una mentira. Porque todo lo que pensé que sabía de ella se derrumbó en cuestión de minutos.

Y si no podía confiar en Cynthia… ¿En quién más me había equivocado?

—Simplemente tienes que decirlo —insistí, queriendo escucharla negarlo todo.

En el fondo, sabía la respuesta.

Sabía que Paige no era como Cynthia.

Que Paige nunca había sido como Cynthia.

—Nunca molesté a Ever —dijo finalmente, con voz firme, segura—. Jamás haría algo así.

Cerré los ojos por un momento y exhalé un suspiro de alivio.

No me di cuenta de que había estado manteniendo la respiración hasta ese instante.

Asentí lentamente.

—¿Me crees? —preguntó con cautela.

—Sí...

—Si de verdad me crees, entonces deja de tratarme como una criminal —espetó con dureza—. Porque te juro que, si sigues con esa actitud, no dudaré en patearte el trasero.

A pesar de la tensión del momento, sus palabras arrancaron una chispa de algo parecido a una sonrisa en mi rostro. Pero la frustración seguía presente. Pasé una mano por mi rostro, tratando de aclarar mis pensamientos.

—¡No sé de qué otra manera reaccionar! —exclamé finalmente—. Todo lo que descubrí sobre Cynthia me tiene atónito. Es como si todo lo que creía saber fuera una mentira.

Ella exhaló profundamente y se masajeó la sien con los dedos, como si intentara contener su propia irritación.

—Te advertí que venir aquí con Ever era un error.

Sus palabras encendieron algo dentro de mí. La miré con molestia evidente.

—Si me hubieras dicho cómo era realmente Cynthia desde el principio, nunca habría venido —repliqué.

Paige resopló con incredulidad y cruzó los brazos sobre su pecho.

—¡Te lo dije muchas veces! —respondió con exasperación—. Pero estabas demasiado ocupado pensando en su trasero como para escucharme.

Recordé esos días de escuela secundaria, cuando Paige intentaba advertirme sobre Cynthia y yo lo ignoraba por completo, creyendo que solo eran celos entre chicas. Había sido un idiota...

—Pero ahora son amigas —me justifiqué, como si eso pudiera cambiar algo.

Paige asintió lentamente, su expresión suavizándose apenas un poco.

—Lo somos porque pensé que había cambiado —admitió—. Ella era joven e inmadura en ese entonces, pero después de tu accidente... demostró verdadera preocupación por ti. Pensé que era una estupidez seguir odiándola cuando ustedes ya habían terminado.

Sus palabras me dejaron sin respuesta. Había demasiadas cosas pasando por mi mente; sentía que mi cabeza iba a estallar. Lo único que sabía con certeza era que quería salir de ese baño y estar con Ever.

Paige pareció leer mis pensamientos porque dio un paso hacia la puerta y la abrió ligeramente.

—Ve con ella —dijo suavemente—. La pobre se está sobreexigiendo al estar rodeada de todos ellos.

No hizo falta que Paige lo repitiera. Mi cuerpo reaccionó antes de que mi mente pudiera siquiera procesarlo.

Salí del baño y el ruido de la fiesta me golpeó como una bofetada, un recordatorio estridente del desastre que había sido la noche. Una noche que, en mi mente, había imaginado como perfecta.

Apenas avancé unos pasos, cuando me crucé con Cynthia y su mano se alzó para detenerme.

—Kyle, tenemos que hablar… Creo que necesitamos sentarnos a conversar, tranquilos y…

—Ya hablamos lo que teníamos que hablar —respondí sin detenerme.

Mi mirada buscaba a Ever como un faro en medio de la tormenta. Y ahí estaba ella, asintiendo distraída mientras una de las amigas de Paige hablaba sin parar. Sus ojos, aunque atentos, parecían cansados, casi perdidos.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 14.06.2025

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