Hasta el momento, la relación entre Kyle y yo era como un libro sin título, una historia que escribíamos con cada mirada, cada sonrisa y cada palabra susurrada entre líneas. Había algo entre nosotros, una chispa que se encendía con la más mínima provocación, pero la pregunta que no dejaba de martillar en mi cabeza era: ¿hasta qué punto estábamos dispuestos a llevar esto?
Me gustaba lo que teníamos.
Ese juego de coqueteo disfrazado de bromas inocentes. Las miradas que se prolongaban un segundo más de lo necesario. Los besos robados en pasillos vacíos, con la adrenalina quemando nuestra piel al pensar que alguien podía descubrirnos. Me gustaban las conversaciones interminables de madrugada, donde el mundo se volvía pequeño y solo existíamos él y yo, con nuestras voces entrelazándose en la penumbra... Pero lo que más me gustaba era cómo Kyle me hacía sentir.
Me veía como Ever. Solo Ever. No como la cantante famosa, no como la chica que todos creían conocer por las portadas de revistas o los titulares crueles.
La chica que se emocionaba con las canciones de Fleetwood Mac, que podía pasarse horas hablando de música, que prefería el chocolate caliente al café y que tenía una lista mental de los mejores lanzadores de la MLB.
Por más mágico que fuera lo que teníamos, la incertidumbre me carcomía por dentro.
¿Qué pasaría cuando este viaje terminara?
¿Seríamos capaces de mantener lo que habíamos empezado?
¿O solo seríamos un capítulo pasajero en la vida del otro?
El problema era que yo no quería que Kyle fuera solo un capítulo, lo quería como la historia completa.
Mis pensamientos comenzaron a enredarse, trayendo de vuelta las palabras que había escuchado de sus amigos.
“Siempre dijiste que no saldrías con nadie conocido”
“Solo querías enfocarte en el béisbol y tener sexo sin compromiso”
No quería juzgar a Kyle por su pasado, ya que yo misma cargaba con un pasado que no me llenaba de orgullo. Sin embargo, lo que realmente me inquietaba no era su historial con mujeres… Era el hecho de que nunca había considerado estar con alguien como yo.
Alguien con fama, con escándalos persiguiéndome como sombras. Alguien que arrastraba rumores y titulares escritos con más veneno que verdad. Alguien que había aprendido a construir muros para no romperse cada vez que la prensa decidía convertir su vida en carnada.
¿Cómo encajaría yo, con mi mundo lleno de luces, cámaras y títulos crueles, en su vida de estadios, entrenamientos y disciplina?
Más importante aún…
¿Estaba él dispuesto a soportar todo lo que implicaba estar conmigo?
Porque si había algo que sabía con certeza, era que estar con Destiny Rowan no era fácil.
Yo no era la chica sencilla que muchos imaginaban. Era una colección de heridas abiertas, miedos que pesaban más de lo que deberían y ganas desesperadas de empezar de nuevo. Y Kyle no merecía eso. No merecía cargar con mis fantasmas.
Pero quería tanto que lo hiciera...
Suspiré profundamente y me miré al espejo del baño, intentando ahuyentar esos pensamientos. No tenía sentido torturarme con preguntas para las que todavía no había respuestas. No quería seguir indagando en un futuro incierto que podría no llegar a ser.
En lugar de eso, debía concentrarme en el presente y en lo que realmente significaba estar con Kyle. A veces, la vida nos presenta oportunidades inesperadas, y quizás esta relación podría ser una de ellas, si ambos estábamos dispuestos a enfrentar los retos que se presentaran.
Salí del baño sintiéndome mucho más tranquila, pero esa sensación de calma se desvaneció rápidamente al escuchar una parte de la conversación entre Kyle y sus compañeros de equipo.
—El entrenador nos dijo que rechazaste regresar para el entrenamiento de primavera.
Me quedé en shock, paralizada, intentando entender por qué Kyle rechazaría volver a jugar con los Yankees.
La culpa comenzó a filtrarse en mi interior como un veneno silencioso. ¿Había tomado esa decisión por mí? No quería ser egocéntrica ni mucho menos, pero Kyle había pasado demasiado tiempo conmigo como para evitar pensar de esa forma.
Con el estómago revuelto, caminé hacia ellos, cada paso cargado de ansiedad.
—Tú… ¿Por qué rechazarías volver a los entrenamientos?
Kyle levantó la vista hacia mí, y en su rostro vi algo que no esperaba: duda. Esa expresión me confirmó que mis sospechas eran ciertas.
—Oh, bueno… No me siento completamente recuperado de la lesión.
Una oleada de preocupación me invadió. Caminé rápidamente hacia él, apartando a sus compañeros sin importarme nada más. Lo miré de arriba abajo, como si eso fuera a darme el poder de saber dónde estaba su lesión.
—¡¿Qué lesión?! —le pregunté con firmeza, aunque mi mirada se dirigió a Domínguez y Hendriks—. ¡Pensé que eso solo era un rumor!
Kyle se rascó la nuca, evitando mi mirada.
—No fue nada grave… algo que estas vacaciones podrán arreglar.