“De productor a beisbolista… Tiny sigue coleccionando trofeos”.
“Kyle, amigo, si juegas igual que manejas tus decisiones fuera del campo, no es de extrañar tu suspensión”.
“Tiny no puede vivir sin un escándalo… ¿Quién apuesta cuánto dura?”
“Destiny Rowan parece estar en plena estrategia de lavado de imagen, y Kyle parece ser parte del plan”.
“Ahora entendemos mejor los problemas de Kyle… tiene un gusto por los caminos complicados”.
“Una cantante con un pasado polémico y un beisbolista envuelto en controversias… una combinación interesante, sin duda”.
“Kyle Gardner cayendo más rápido que los Yankees en postemporada”.
“Esto ya parece una telenovela barata; solo falta que Kyle termine arruinando su carrera por ella”.
“¡Increíble! Destiny ahora juega en la MLB… porque definitivamente se ha anotado otro jonrón”.
“Es curioso cómo Destiny siempre aparece en los titulares por sus relaciones y no por su música”.
“El historial de Tiny es peor que el de Kyle… y eso ya es decir mucho”.
“De ser señalada como la tercera en discordia en un matrimonio a ser otra en la carrera de Kyle… Nada nuevo”.
“La mala suerte de Kyle continúa: primero lo suspenden y ahora esto”.
Cada comentario era peor que el anterior, y toda la situación se volvía más insoportable cuando Ever no se dignaba a responder ninguna de mis llamadas.
Estaba desesperado.
―¿Me estás escuchando?
―No, Greg, no te estoy escuchando. ¿Por qué debería?
Mi representante me lanzó una mirada que, de haber podido, me habría convertido en cenizas en el acto. Desde el momento en que llegó al resort, tenía el ceño fruncido como si quisiera firmar mi sentencia de muerte.
―No sé si te has dado cuenta, pero tengo algo más importante de lo que ocuparme.
Levanté mi teléfono, dejando claro lo que estaba haciendo. Llamándola. Buscándola. Necesitándola.
―No tendrías necesidad de eso si simplemente mantuvieras tu maldito pene tranquilo.
Solté una risa amarga. Directo a lo “importante”, como siempre.
―Esto no tiene nada que ver con mi pene.
―Oh, claro que no ―dijo sarcástico, inclinándose hacia adelante como un depredador acechando a su presa―. Pero no te preocupes, toda la mierda que provocaste la tendrá que limpiar Amanda. Otra vez.
―¿Qué se supone que hice? ¿Acaso salir con una mujer es un crimen?
Greg chasqueó la lengua, con una sonrisa tensa.
―Salir con Destiny Rowan lo es.
―¿Qué demonios estás intentando decir? Y te advierto: no voy a tolerar ninguna mierda en contra de ella.
―Muy bien, me ahorraré mi opinión sobre esa mujer.
Cada sílaba impregnada de veneno logró irritarme.
―Dilo una vez más en ese tono y te juro que…
―Tranquilo, estrella ―me interrumpió, alzando las cejas con falsa inocencia―. No quiero que pierdas el control, ¿verdad? Después de todo, ya tienes suficiente mierda encima.
―Solo ve al grano y déjame en paz, Greg.
―Quiero que te alejes de ella.
Sentí cómo la ira subía por mis venas como un torrente imparable.
―No puedes prohibirme verla.
―¿Acaso eres estúpido? ―giró la cabeza hacia mi hermano, quien estaba apoyado contra la pared con los brazos cruzados, observando todo en silencio―. ¡Eres famoso gracias a mí!
La risa sardónica que salió de mi garganta fue casi involuntaria.
―Todo lo que tengo es gracias a mi talento.
Greg se levantó del sofá y cerró la distancia entre nosotros en dos zancadas. Su dedo se clavó en mi pecho como si quisiera perforarlo.
―¿Crees acaso que eso es suficiente para brillar? No me hagas reír. Yo te relaciono con la estirpe de Nueva York. Tu maldita cara aparece en revistas gracias a mí, tu maldita sonrisa vende productos gracias a mí, los patrocinadores pelean por ti gracias a mí. ¡Todo el jodido país te conoce por mí! ¿Y ahora me sales con que todo eso lo lograste solo por correr y sudar?
Su dedo me empujó el pecho una vez más, y sentí cómo el autocontrol empezaba a resquebrajarse dentro de mí.
—¡Ella manchará tu carrera y no lo permitiré!
Apreté los puños, luchando contra el impulso de lanzarme sobre él. Si no fuera por el respeto que le tenía por los años que llevábamos trabajando juntos, mi puño ya habría conectado con su mandíbula.
Estaba tratando de humillarme, haciéndome creer que mis innumerables turnos al bateo y mis múltiples jonrones no serían nada si no fuera por él y sus gestiones. Sabía toda la mierda que hacía por mí, pero tampoco permitiría que tirara por el inodoro todo mi trabajo en el campo. No solo estaba cuestionando mi esfuerzo, estaba arrastrando a Ever en esto.